jueves, 3 de septiembre de 2009

UN NECESARIO SALÓN DE LA FAMA, Jorge Luís Artiles Montiel.

El Cuncuní, Santa Clara, Villa Clara, 3 de septiembre del 2009 (FDC). En Cuba el deporte nacional es el béisbol, pero por desgracia para la fanaticada no cuenta con un Salón de la Fama. Por eso muchos de los seguidores de esta actividad deportiva en el planeta se preguntan ¿A qué se debe esto?

Por los estadios beisboleros cubanos, desde el lejano siglo XIX, han pasado cientos de miles de peloteros nacionales. A tal punto que la afirmación que este aquí, es el deporte nacional se queda corta, pues en este archipiélago decir “la pelota”, que es la acepción popular en buen cubano, es expresar pasión de masas y de todo un pueblo.

Muchas son las estrellas del béisbol que dentro y fuera de la isla hicieron y hacen historia en los distintos países y clubes de todo el mundo. Porque nuestros compatriotas han derrochado calidad atlética con teams japoneses, holandeses, checos, españoles, italianos, rusos, canadienses, mexicanos, nicaragüenses, colombianos, dominicanos, puertorriqueños y venezolanos.

Pero el gran destaque de los hijos de la mayor isla del mar Caribe se ha visto en los Estados Unidos de América. En esa gran nación es donde existen las condiciones adecuadas para que un buen jugador de béisbol demuestre las excelencias de sus manos o sus consistencia con en el bate de madera.

El Gran Salón de la Fama a los Inmortales del Béisbol, ubicado en suelo de Estados Unidos posee entre los grandes de todos los tiempos a varios cubanos. Estos homenajes recogen inclusive sus actuaciones en las llamadas Ligas Menores y hasta en las denominadas Ligas Negras, que coexistieron hasta 1948, cuando los negros fueron autorizados a jugar en cualquier nivel.

Martín Dihigo, fue el primer pelotero isleño en llegar y estar a donde solo arriban los grandes del béisbol, esto a pesar de no jugar en las Grandes Ligas Americanas, debido al racismo imperante en territorio estadounidense. Pero los cubanos no se quedaron allí, pues hoy, la lista se hace cada día más larga.

Cuando en 1961, el gobierno de Fidel Castro Ruz abolió el profesionalismo deportivo en Cuba y con ello resultó desaparecida la Liga Profesional Cubana de Béisbol. El capitán del Ejército Rebelde José Guerra Matos proscribió los clubes profesionales, que de inmediato quebraron y muchos de sus directivos se vieron obligados a emigrar.

Sufrió el primer golpe una competición denominada Torneo del Caribe, donde a partir de esas fechas Cuba no participó en el deporte de las bolas y strikes. Con la asunción del comunismo como doctrina de estado, nuestros vecinos añoraron las grandes jugadas de los cubanos y perdió a la nación que más atletas aportaba a la “Gran Carpa”.

¿Cuánta gente ha quedado en el recuerdo y muchos otros en el olvido? ¿Por qué para ellos no existe un lugar donde ser recordados y reconocidos por su propio pueblo? Precisamente en el país que más veces a ganado el Campeonato Mundial Amateur, tres veces Campeón Olímpico y Sub-Campeón en otras dos oportunidades.

Todos los aficionados al deporte nacional en Cuba saben a la perfección, que no se construye un Salón de la Fama del Béisbol porque lo impiden razones políticas. Ya que en ese inexcusable sitio tendrían estar peloteros famosos, que en un momento rompieron con el régimen castrista y la intolerancia ideológica no lo quiere permitir.

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