martes, 23 de marzo de 2010

DE LOS PAÍSES DESARROLLADOS, Ramón Jiménez Arencibia.



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El Condado, Santa Clara, Villa Clara, l8 de febrero del 2010, (FCP). Al leer la prensa de este país o al sentarse ante la televisión, para ver las informaciones e imágenes de Tele Sur, de inmediato descubres que son servidores incondicionales del sistema. Justifican la línea oficial ante cualquier acontecimiento que ocurra, tanto en la arena nacional como internacional. El partidismo político los hace perder objetividad y credibilidad.



Lo ocurrido en Haití, pone en evidencia lo anterior, ante la dura realidad de la tragedia, se trata de soslayar y minimizar la extraordinaria ayuda, que procedente de varios países del continente y del mundo, sobre todo de los Estados Unidos de América (EUA), ha llegado a ese sufrido pueblo. Manipulan toda información referente a los estadounidenses.



Sin conocer las razones y los motivos, que movían esa acción, estos medios de comunicación, comenzaron a criticar severamente el envió de tropas, por parte de los EUA a tierras haitianas. Toda esta campaña orquestada por dichos órganos informativos, respondían a sentimientos antinorteamericanos de ambos gobiernos, el de Cuba y Venezuela.



Durante días, las páginas de los diarios, Granma órgano oficial del Partido Comunista de Cuba (PCC), Juventud Rebelde y Trabajadores, reflejaban en forma tergiversada el accionar de los marines, en el devastado país. De la misma forma actuaba la televisora Venezolana. La deformación de lo que acontecía era la palabra de orden.



El desarrollo posterior de los hechos, el llamado de Ban Kimoos, Secretario General de la ONU, para reforzar el contingente militar, que ese organismo mantiene en esa República. Las declaraciones de René Preval, donde manifestó, que los marines norteamericanos estaban en esa nación, a un llamado de él, terminó con los infundíos.



¿Qué se escondía detrás de esta ofensiva publicitaria, qué buscaban los autores de esta ola de calumnias hacia un Estado solidario? ¿Acaso pretenden confundir a la opinión pública internacional, al presentar con ocultas segundas intenciones, no humanitarias, a ese gobierno? Hora es de descorrer las cortinas, abrir paso a la verdad.



La prensa oficialista de los países de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), no desempeñan su misión de ilustrar a las poblaciones. Sus reportajes sobre Haití reflejan intereses manifiestos de que sólo se vea a este grupo de gobiernos como únicos benefactores.



Es innegable la ayuda inmediata y el papel jugado por los médicos cubanos ante la catástrofe de un pueblo hermano. Pero no fueron los únicos, hasta esa nación caribeña llegaron especialistas, técnicos y personal de la salud de todos los continentes. ¿Por qué, ante hechos como estos, canalizar la ayuda en forma chovinista?



A toda acción ejecutada por los países del ALBA, los medios informativos le brindan una amplia cobertura. Aparecen destacados ante los ojos de los cubanos, los cuales están obligados a leer sólo los periódicos autorizados a circular en la isla, para que lleguen a la farsa conclusión, que únicamente los de esta Alianza cooperan con los haitianos.



A pesar de las evidencias y los descréditos, estas fuerzas no se dan por vencidas, continúan en su loca carrera de elevar el ALBA a nuevos peldaños.La salida de la República de Honduras de ese bloque, ha sido un fuerte golpe, agudizado por las contradicciones internas en Venezuela, Bolivia, Ecuador y Cuba.



Haití, ha logrado reunir el apoyo de la Comunidad Internacional. En su ayuda ante la tragedia, han acudido todos los países: Estados Unidos, Latinoamérica y Europa con un fin determinado, contribuir a levantar esa nación devastada por el sismo, reconstruirla y cooperar en mejorar sus condiciones de vida.



Trazar estrategias para llevar al gobierno de Rene Preval, de la condición de observadora, a miembro pleno del ALBA pierde hoy en día todo sentido. A pesar de las maniobras realizadas por parte de esta Alianza no pueden desconocer los haitianos, que las mayores contribuciones sin interés político y económico, fue la de los países desarrollados.









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