martes, 23 de marzo de 2010

GRACIAS… A LOS LOBOS DE TAMBOV III, Guillermo Fariñas Hernández.



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La Chirusa, Santa Clara, Villa Clara, 25 de febrero del 2010 (FDC). La imagen del conjunto de procedimientos usados versus los perseverantes partisanos de Tambov, sin lugar a dudas, que acabaron con la juvenil inocencia de unos imberbes aspirantes a oficiales del ejército cubano. Todos ellos se caracterizaban por una marcada bestialidad intrínseca.



Conocimos del envenenamiento deliberado de los pozos y ríos por parte de las tropas bolcheviques. Así como, la confiscación o ejecución premeditada de todos los animales de corral de las aldeas, para que no pudieran suministrarle alimentos a los guerrilleros que operaban en aquellos bosques rusos. Una cuestión que acarreó hambruna y muerte para los pobladores.



Con desgarramiento escuchamos, respecto a los obligatorios desplazamientos de poblaciones civiles completas fuera del teatro de operaciones, para impedirles a los rebeldes tener una base social. Además, las tristes historias de los que regresaron del destierro, desde lejanas repúblicas soviéticas centroasiáticas y de la siempre inaccesible Siberia.



Hermanos y familiares cercanos de colaboradores, de los temerarios guerrilleros, nos hacían vívidas anécdotas, sobre como sus consanguíneos habían sido fusilados sumarísimamente ante toda la aldea. Cual manera de dar un escarmiento a los potenciales aspirantes a alzados contra el denominado por los historiadores "Terror Rojo".



Nosotros todavía, con candidez nos asegurábamos, que en la construcción del comunismo-castrismo en Cuba, un sistema al que creíamos una forma de gobierno cercana a la perfección, esos tipos de arbitrariedades nunca habían sucedido. Sí sabíamos, que fundamentalmente en la centrales montañas del Escambray, se había librado una encarnizada lucha antiguerrillera.



Un poco después, supimos que a estos herederos de Los Lobos de Tambov, les constaba, que varios asesores de guerra antiguerrillera de esa región, habían estado en nuestra patria. Fundamentalmente en la década de los 60, del pasado Siglo XX y en esos momentos circulaban versiones, que algunos asesoraban a las tropas cubano-angolanas, en África.



Resultó altamente doloroso para nosotros como cadetes, tener intercambios con altos oficiales del Ejército Rojo, que habían combatido en nuestra patria. Estos, por lo general, eran de tres tipos de especialidades militares: Artillería Antiaérea, Cohetería Estratégica y Lucha Antiguerrillera. Los conversatorios se realizaban al conmemorar fechas patrióticas cubanas.



Con sufrimiento juvenil nos percatábamos, que en nuestra tierra se aplicaron los mismos métodos caracterizados por su elevada bestialidad. Allí pudimos saber, que una unidad antipartisana completa de asesores soviéticos, había estado desplegada en una localidad cercana a la ciudad de Trinidad, lugar que ellos lo nombraban como Condado.



Supimos mucho más, que estos expertos en combatir a las guerrillas, ahora con graduaciones que iban desde coronel hasta la de coronel general, habían incursionado en todo el continente africano. Referían anécdotas de Angola, Congo Brazaville, Guinea, Mozambique, Argelia y Egipto. En esos precisos tiempos algunos de ellos guerreaban en Nicaragua y Afganistán.



Ya no eran presunciones de cercanos familiares o de antiguos y resentidos Lobos de Tambov, estas violaciones a la integridad de los seres humanos pensaran como pensaran, las contaban los propios ejecutores. Aquellos ancianos, ante una buena botella de ron cubano "Havana Club" relataban con desfachatez sus genocidios.



Todo esto, nos hizo solidarizarnos con estos soviéticos marginados por el sistema socialista, pero muy orgullosos de sí mismos y sobretodo de sus familiares y amigos caídos en aquella desigual batalla. Como hijos de la Revolución Cubana que éramos, quedamos desarmados ante el cúmulo de arbitrariedades y abusos, por nosotros descubiertos.



Percibíamos a todos aquellos ciudadanos soviéticos, ante la dura vida, indoblegables, cual una especie de héroes populares anticomunistas. Nuestra admiración se acentuó respecto a ellos, porque estos no aspiraban a cambiar el comunismo, sino que su labor se centraba precisamente en nunca rendirse ante los abusos.









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