martes, 23 de marzo de 2010

LA EFICIENCIA SIGUE AUSENTE, Ramón Jiménez Arencibia.





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El Condado, Santa Clara, Villa Clara, l8 de febrero del 2010, (FCP). En la Sección, "Cartas a la Dirección", del periódico Granma, órgano oficial del Partido Comunista de Cuba (PCC), varios lectores se han dirigido al mismo para expresar sus criterios, sobre algunos tópicos en discusión. Desde hace semanas, esta página del diario recoge posiciones encontradas, en relación a los más diversos temas.



La discusión gira alrededor de la eliminación o no de la Libreta de Control de Ventas para los Productos Alimenticios, la necesidad o no de pasar el Comercio Minorista a manos de propietarios privados. Admitir que la prensa oficialista recoja estos criterios, no significa una apertura a la libertad de expresión.



Quienes escriben, hacen fe de absoluta fidelidad a la dictadura castrista, después de criticar la forma en que se desempeña la economía, ratifican su apoyo a la revolución y al socialismo. Aunque, reconocen que, las relaciones de producción actuales entorpecen el desarrollo de las fuerzas productivas.



Algunos, en sus misivas hablan de mantener el control del Estado sobre todos los sectores de la economía. Otros, más acordes con las realidades del mundo manifiestan, que la Gastronomía Popular y también el Comercio Minorista deben pasar a propiedad privada o cooperativa, ya que la estatización ha resultado ineficiente.



Los que están a favor de esta posición se apoyan en el hecho de que la "Ofensiva Revolucionaria", del año l968, marcó la bancarrota de este sector. El Estado intervino los pequeños comercios privados: los bares, cantinas, el carrito de granizado y hasta el de pan con croquetas, empeorando paulatinamente la situación del pueblo cubano.



Con esta acción todo quedaba en manos del poder estatal. No sólo fueron intervenidas las grandes industrias, el comercio al por mayor, los transportes, la agricultura, el comercio exterior, la educación y la salud, también incorporaron a los pequeños negocios. La economía cubana, se transformó en un gran trust.



Desapareció la libre empresa, con ello la economía de mercado. Comenzaron a funcionar otros mecanismos, como el de la Planificación. La libertad e iniciativa individual fue sustituida por el administrador único, fuente de burocratismo y corrupción. La penuria de la población indica lo ineficaz del modelo.



Muchos de los que escriben, responden a las orientaciones del partido, son simples correas trasmisoras, como las organizaciones de masas oficialitas. Defienden lo indefendible, un sistema irracional desde el punto de vista económico, único responsable de que la crisis perdure por más de medio siglo. ¿Por qué buscar a otros culpables?



Sencilla es la respuesta, algunos con honestidad señalan, que debe transferirse la propiedad de los pequeños negocios a manos privadas. El Estado, según lo expresado por ellos al periódico, no debe ocuparse en dirigir ni controlar el comercio minorista ni la gastronomía popular, donde se ha demostrado su ineficacia.



Temerosos aún, por las consecuencias, que le puede acarrear la exposición de sus criterios en la prensa oficial, como dice el refrán: "recogen pita al final". Juran fidelidad al jefe de la Revolución, Fidel Castro Ruz, en sus cartas y con ello esconden el papel jugado por este en el descalabro económico del país.



No van como decía nuestro Apóstol, José Martí, a la raíz del problema. La ineficiencia del Comercio Minorista, como el de la Gastronomía Popular, no es culpa de los trabajadores de esos sectores sino de la centralización, establecida por el Estado, que mata la iniciativa individual, único motor del desarrollo.



Producto de la incapacidad demostrada del modelo económico impuesto a Cuba, el Comercio y la Gastronomía se encuentran en franco deterioro. La ausencia del mecanismo de Oferta y Demanda, fruto de la Economía de Mercado, consustancial con la iniciativa privada, determina, que la eficiencia siga ausente.






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