martes, 23 de marzo de 2010

MEROS PERGAMINOS COLGADOS A LA PARED, Clara Pérez Gómez.



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Camajuaní, Villa Clara, 18 febrero de 2010, (FCP). Hablar de la salud en esta municipalidad se hace molesto y recurrente. Las lamentaciones se escuchan por doquier, lo mismo en una farmacia, consultorio médico, puesto de viandas o terminal de ómnibus. Ya ni estar enfermo se puede.



Consultas para ser atendidos por un médico especialista, son como mínimo de tres meses después de padecer y ser diagnosticado de una dolencia, si se cuenta con que no se hayan equivocado al anotarte en la recepción o que ese día, dicho galeno pueda asistir al encuentro. De lo contrario, entonces prepárese a esperar nuevamente.



Los equipos para hacer pruebas y definir diagnósticos, casi siempre están rotos o en mal estado técnico, unido a análisis clínicos extraviados, poco confiables o simplemente no realizados por falta de reactivos. Después de haber madrugado para ser de los primeros, antes que se acaben los las jeringas desechables.



Pocos consultorios quedan en la prestación de servicio y se mantienen repletos todas las mañanas de personas enfermas que van en busca de recetas. Un modo de asegurar los medicamentos que algunos deben consumir de por vida, receta en mano, tienen que hacer fila de madrugada en la farmacia para cuando llegue la medicina.



Se aclara que es en las mañanas, porque cuando llegan las 12: 00 m, se cierran estas unidades para que quienes allí laboran se incorporen a las aulas a estudiar, pues deben hacerse especialistas. La verdad es que nadie sabe que estudian tanto, cuando muchos de ellos lo único que hacen es llenar papeles con mentiras y faltas de ortografía.



Ese cuerpo de guardia está lleno de futuras licenciadas en enfermería e incluso especialistas, que no saben leer un método prescripto por el facultativo, canalizar una vena o simplemente arreglar una cama de la sala con la técnica reglamentada. Todo un personal especializado según las formalidades, pero en su mayoría indolente y falto de ética.



Ante estos comentarios siempre se alza una voz envejecida que cuenta como en el pasado, eran escasos los especialistas, quienes trabajaban con auxiliares de enfermería y casi ningún paramédico había alcanzado el 12 grado. Y aún sin medios diagnósticos sofisticados todo el que asistía al policlínico viejo, era bien atendido.



Una señora nombrada Luisa afirma que sus hijos gemelos, que hoy tienen 40 años, nacieron allí asistidos por la enfermera Nimia, el doctor Marquetti, Caridad la auxiliar de limpieza y hasta Mazundo el chofer de ambulancia de la Cruz Roja. Ese era el abnegado equipo de guardia de ese día, ninguno era ginecólogo y no tuvieron que remitirla a un hospital.



Se puede venir de mucho más cerca, este mismo policlínico en la década de los años 80 del pasado siglo XX, el médico de guardia confiaba a ciegas en su personal de enfermería y no se necesitaba las sofisticadas ambulancias de "apoyo vital" para sacar de un coma aun moribundo. Se laboraba con profesionalidad, entrega, amor, delicadeza y dedicación.



No es extraño oír quejas y reproches, cuando se reúnen un grupo de avejentados trabajadores del publicitado Sistema Nacional de Salud Pública, en cualquier lugar de esta tierra camajuanense. Ellos comentan, que las medidas alternativas de este gobierno para mantenerse en el poder han degradado al género humano.



Esos veteranos no van a cambiar la casaca de sus valores humanos, con los que trabajaron y aún trabajan, para obtener la salvación de las vidas de sus prójimos. Según los pensamientos de estos consagrados a sus semejantes, preocuparse sólo por los meros pergaminos universitarios, colgados a la pared de sus respectivas casas, no los hace más humanos.













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