Camajuaní, Villa Clara, 14 de enero de 2010. (FDC). Los cubanos residentes en esta isla, despidieron el 2009, con la incertidumbre del empeoramiento de su canasta básica alimenticia en el nuevo año. La supuesta suspensión de la tarjeta de control de víveres es motivo de comentarios en ómnibus, centros de trabajos y comerciales.
Hasta el momento sigue vigente, pero la inquietud ciudadana aumenta, puesto que han visto decrecer los productos que por ella se venden. Máximo cuando normalmente esta entrega nunca ha alcanzado para alimentar a la familia por más de 10 días, aunque está estipulada para que se alimenten por un mes.
Al parecer el calendario cubano no es igual al resto del planeta, sólo que no se sabe todavía de cuantos días se componen los meses en esta isla, en cuanto a nutrición se refiere. O quién sería la persona escogida como patrón, que conformaría el plan de distribución mensual mediante este control.
Actualmente en Cuba, de manera insegura, los niños hasta los siete años reciben por esta repartición, una libra y seis onzas entre carne y pescado para el mes, mientras los adultos dos libras divididas en mortadella, picadillo de soya, pollo y pescado, para el mismo período de tiempo. Imitan los nacionales obligatoriamente a los faquires de la India.
Cuatro compotas por niños hasta los tres años, reciben estos en entrega irregular, las madres tienen que extender el suministro de este alimento a sus hijos para que alcance de 30 a 60 días o más. Por lo que entre otras dificultades que deben afrontar, podrían obtener un bien merecido título de prestidigitadoras.
De dos libras de manteca, que recibían al comienzo de este “proyecto revolucionario” en su afán por controlarlo todo, ahora se las deben arreglar con media de aceite. Deben haber sacado la cuenta de que como increíblemente no venden viandas y la carne no es la suficiente como para hacer bistec, habrá poco que freír.
Colmó la preocupación de los habitantes de este archipiélago, la supresión de los chícharos como producto normado para pasar ha liberado, con un precio 20 veces más alto que el anterior. Al recibir la entrega perteneciente al mes de enero del presente año, se encontraran con una libra de azúcar menos, todo esto sin explicación.
La libreta de abastecimiento, como se le llama comúnmente, ha sufrido tantos cambios, especialmente a raíz de la desintegración de la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), que es obvio su llamado a desaparecer. Pero acostumbrados a ella, es lógica la preocupación de los isleños.
Están concientes que no les trae mucha ayuda, pero, a más de 50 años, de dependencia del supuesto beneficio, no saben como conducirse sin él. Para algunos al menos eso está seguro, aunque le dure poco, son unos días menos de pérdida del sueño al pensar en el sustento familiar.
Para otros, es mejor que la quiten de una vez, total para lo que venden por ella, todo lo han borrado de la lista, han desaparecido los productos y cuando por casualidad aparecen liberados, los ofrecen con el precio triplicado. De lo contrario, si mucho lo necesitan y el salario se los permite, se dan una vuelta a ver si lo encuentran en las Tiendas Recaudadoras de Divisas.
Hasta el momento sigue vigente, pero la inquietud ciudadana aumenta, puesto que han visto decrecer los productos que por ella se venden. Máximo cuando normalmente esta entrega nunca ha alcanzado para alimentar a la familia por más de 10 días, aunque está estipulada para que se alimenten por un mes.
Al parecer el calendario cubano no es igual al resto del planeta, sólo que no se sabe todavía de cuantos días se componen los meses en esta isla, en cuanto a nutrición se refiere. O quién sería la persona escogida como patrón, que conformaría el plan de distribución mensual mediante este control.
Actualmente en Cuba, de manera insegura, los niños hasta los siete años reciben por esta repartición, una libra y seis onzas entre carne y pescado para el mes, mientras los adultos dos libras divididas en mortadella, picadillo de soya, pollo y pescado, para el mismo período de tiempo. Imitan los nacionales obligatoriamente a los faquires de la India.
Cuatro compotas por niños hasta los tres años, reciben estos en entrega irregular, las madres tienen que extender el suministro de este alimento a sus hijos para que alcance de 30 a 60 días o más. Por lo que entre otras dificultades que deben afrontar, podrían obtener un bien merecido título de prestidigitadoras.
De dos libras de manteca, que recibían al comienzo de este “proyecto revolucionario” en su afán por controlarlo todo, ahora se las deben arreglar con media de aceite. Deben haber sacado la cuenta de que como increíblemente no venden viandas y la carne no es la suficiente como para hacer bistec, habrá poco que freír.
Colmó la preocupación de los habitantes de este archipiélago, la supresión de los chícharos como producto normado para pasar ha liberado, con un precio 20 veces más alto que el anterior. Al recibir la entrega perteneciente al mes de enero del presente año, se encontraran con una libra de azúcar menos, todo esto sin explicación.
La libreta de abastecimiento, como se le llama comúnmente, ha sufrido tantos cambios, especialmente a raíz de la desintegración de la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), que es obvio su llamado a desaparecer. Pero acostumbrados a ella, es lógica la preocupación de los isleños.
Están concientes que no les trae mucha ayuda, pero, a más de 50 años, de dependencia del supuesto beneficio, no saben como conducirse sin él. Para algunos al menos eso está seguro, aunque le dure poco, son unos días menos de pérdida del sueño al pensar en el sustento familiar.
Para otros, es mejor que la quiten de una vez, total para lo que venden por ella, todo lo han borrado de la lista, han desaparecido los productos y cuando por casualidad aparecen liberados, los ofrecen con el precio triplicado. De lo contrario, si mucho lo necesitan y el salario se los permite, se dan una vuelta a ver si lo encuentran en las Tiendas Recaudadoras de Divisas.
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