Santa Catalina, Santa Clara, Villa Clara, 7 de enero del 2010 (FDC). Las “Damas Isabelinas”, una asociación católica que existió en Cuba, antes de la llegada del gobierno comunista, fue la patronizadora para la adquisición de la imagen enorme de la Virgen María, réplica de la Inmaculada Concepción, del célebre pintor Bartolomé Esteban Murillo, perteneciente al barroco español, que vivió entre los años 1617 y 1682.
Esta escultura de Nuestra Señora mide tres metros de alto y pesa unos 3000 kilogramos, fue esculpida en mármol blanco de Carrara. Originalmente colocada sobre un monumento en forma de fuente a la entrada de la ciudad de Santa Clara, en la intersección de la Carretera Central banda a Esperanza y la calle Prolongación de Independencia, frente al antiguo aeropuerto de la ciudad.
Su bendición solemne ocurrió, el 12 de mayo de 1957, en acto conmemorativo al “Día de las Madres”, en respetuosa veneración a la Madre de Dios y Madre Nuestra, pero desafortunadamente en su pedestal estuvo solamente allí unos cuatro años. El ateísmo del nuevo gobierno la emprendió contra esta y muchas otras obras de arte por todo el país.
Según el escritor santaclareño Enrique Labrador Ruiz, en carta a su hermana Dulce, expresaba: “El forajido doctor Guevara (Che), que se distinguió por su intolerancia y su odio contra la Iglesia, fue quien ordenó, en la década del 60, su retiro del monumento…y también su desaparición”.
Basaba su acusación, porque en febrero de 1961, el argentino Ernesto Guevara había sido designado como Ministro de Industria, el cual firmó convenios con los países comunistas, para obtener tecnología industrial de la postguerra. Escogió mediante una comisión el antiguo aeropuerto y allí construyeron la Industria Nacional Productora de Utensilios Domésticos.
La majestuosa belleza del Monumento a la Virgen contrastaba en detrimento de la tosca arquitectura estilo “Realismo Socialista” de la nueva empresa, además se encontraba muy cerca de su entrada principal. Esto, junto al rumbo ateísta que tomaban los acontecimientos, hizo que la imagen resultara cada vez más molesta al Che y a los del Partido Socialista Popular.
Muchos pensaron que había sido destruida y popularmente se atribuyó que el entonces Gobernador Militar del Ejército Rebelde de la antigua provincia de Las Villas, el comandante Calixto Morales, había dado órdenes expresas de desaparecer la imagen religiosa. La comitiva estuvo encabezada por Gaspar Jorge García Galló, Juan Mier Febles y Arnaldo Milián Castro.
De forma inesperada, fue encontrada, a mediados del mes de noviembre de 1986, mientras se construía el mercado estatal del “Buen Viaje”, dentro de un yerbazal, entre matojos, donde hay una cañada de aguas retenidas. Todo parece indicar que al ser arrojada a la zanja de aguas malolientes, quedó sepultada por su propio peso.
El tiempo, las lluvias con su erosión y un tractor removiendo el terreno para nuevas edificaciones, acabaron por ponerla al descubierto, la noticia del hallazgo se expandió de inmediato, aunque la prensa no lo informó, cientos de personas acudieron con rapidez. Venían movidos por una mezcla de curiosidad, piedad y simpatía, creyentes o no, desfilaron ante ella.
Había quienes trataban de limpiarle la tierra, que seguía cubriéndola por algunas partes, otros llevaron cepillos y escobas, intentaron quitarle la suciedad, hubo quienes fueron con flores, encendían velas para rezar. No faltó la que conmovida hasta las lágrimas se dolió del maltrato e irreverencia dada a la representación religiosa, que además era una obra de arte bellísima.
Ante tamaña manifestación popular, el periodista del diario “Vanguardia”, de la provincia Villa Clara, Otto Palmero Rodríguez, tuvo el valor de escribir un artículo sobre el tema, al que tituló: “La Virgen de la Charca”, que le costó bien caro, pues después de esto sólo pudo redactar pequeñas notas culturales.
Esta escultura de Nuestra Señora mide tres metros de alto y pesa unos 3000 kilogramos, fue esculpida en mármol blanco de Carrara. Originalmente colocada sobre un monumento en forma de fuente a la entrada de la ciudad de Santa Clara, en la intersección de la Carretera Central banda a Esperanza y la calle Prolongación de Independencia, frente al antiguo aeropuerto de la ciudad.
Su bendición solemne ocurrió, el 12 de mayo de 1957, en acto conmemorativo al “Día de las Madres”, en respetuosa veneración a la Madre de Dios y Madre Nuestra, pero desafortunadamente en su pedestal estuvo solamente allí unos cuatro años. El ateísmo del nuevo gobierno la emprendió contra esta y muchas otras obras de arte por todo el país.
Según el escritor santaclareño Enrique Labrador Ruiz, en carta a su hermana Dulce, expresaba: “El forajido doctor Guevara (Che), que se distinguió por su intolerancia y su odio contra la Iglesia, fue quien ordenó, en la década del 60, su retiro del monumento…y también su desaparición”.
Basaba su acusación, porque en febrero de 1961, el argentino Ernesto Guevara había sido designado como Ministro de Industria, el cual firmó convenios con los países comunistas, para obtener tecnología industrial de la postguerra. Escogió mediante una comisión el antiguo aeropuerto y allí construyeron la Industria Nacional Productora de Utensilios Domésticos.
La majestuosa belleza del Monumento a la Virgen contrastaba en detrimento de la tosca arquitectura estilo “Realismo Socialista” de la nueva empresa, además se encontraba muy cerca de su entrada principal. Esto, junto al rumbo ateísta que tomaban los acontecimientos, hizo que la imagen resultara cada vez más molesta al Che y a los del Partido Socialista Popular.
Muchos pensaron que había sido destruida y popularmente se atribuyó que el entonces Gobernador Militar del Ejército Rebelde de la antigua provincia de Las Villas, el comandante Calixto Morales, había dado órdenes expresas de desaparecer la imagen religiosa. La comitiva estuvo encabezada por Gaspar Jorge García Galló, Juan Mier Febles y Arnaldo Milián Castro.
De forma inesperada, fue encontrada, a mediados del mes de noviembre de 1986, mientras se construía el mercado estatal del “Buen Viaje”, dentro de un yerbazal, entre matojos, donde hay una cañada de aguas retenidas. Todo parece indicar que al ser arrojada a la zanja de aguas malolientes, quedó sepultada por su propio peso.
El tiempo, las lluvias con su erosión y un tractor removiendo el terreno para nuevas edificaciones, acabaron por ponerla al descubierto, la noticia del hallazgo se expandió de inmediato, aunque la prensa no lo informó, cientos de personas acudieron con rapidez. Venían movidos por una mezcla de curiosidad, piedad y simpatía, creyentes o no, desfilaron ante ella.
Había quienes trataban de limpiarle la tierra, que seguía cubriéndola por algunas partes, otros llevaron cepillos y escobas, intentaron quitarle la suciedad, hubo quienes fueron con flores, encendían velas para rezar. No faltó la que conmovida hasta las lágrimas se dolió del maltrato e irreverencia dada a la representación religiosa, que además era una obra de arte bellísima.
Ante tamaña manifestación popular, el periodista del diario “Vanguardia”, de la provincia Villa Clara, Otto Palmero Rodríguez, tuvo el valor de escribir un artículo sobre el tema, al que tituló: “La Virgen de la Charca”, que le costó bien caro, pues después de esto sólo pudo redactar pequeñas notas culturales.
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