Sakenaf, Santa Clara, Villa Clara, 7 de enero de 2010 (FDC). Para la casi totalidad de los pueblos del mundo, el año nuevo es un suceso especial, ocurra esto, en enero, abril o septiembre. Se sigue así una tradición, que se remonta a la aurora misma de la civilización, aunque en todos ellos, varíen las épocas de celebración, en muy pocos, será esta, una noche taciturna.
Al realizar un viaje virtual alrededor del mundo y aparecerse en cada una de esas fiestas, se observa una enorme variedad de costumbres. Muchas de estas llevan implícita la idea de que, al concluir otra vuelta de la tierra alrededor del sol, finaliza un período y comienzo otro, que ha de recibirse con igual alegría.
Por pobre que sea un japonés, estrenó esa fecha telas inmaculadas, aparte de dedicar varias horas, a visitar amigos o recibirlos. Así mismo, adornó su portal con ramas de pino, además de lucir nuevos faroles de bambú, mientras en el atrio de la casa, colgó llamativas langostas y rojos cangrejos, junto a frutos como naranjas, que simbolizan los deseos de larga y próspera vida.
En Escocia, celebran la víspera de año nuevo, con un accionar tan sencillo, que rara vez puede ser superado. La tradición que genera suerte para los siguientes 12 meses lo constituye dar el primer pasó del año al entrar a un hogar, esto es lo que motiva a la mayoría de los escoceses a permanecer en las calles cerca de la media noche.
Una de las tradicionales formas que usan los españoles, para despedir el 31 de diciembre, es la denominada “tertulia clásica”. A la primera campanada de media noche, cada individuo comienza a comer 12 granos de un racimo de uvas, que debe terminar con la duodécima, para garantizar felicidad plena el próximo año.
Otra muestra de diversidad relacionada con estos festejos, es que no todas las regiones conmemoran la misma cantidad de “nuevos comienzos”. Para el mundo árabe, este 2010, será el inicio del 1430, por su parte Egipto y Etiopía, según el calendario copto, inauguraron el año 2003, en cambio, los regidos por el almanaque judío festejaran el estreno del 5671.
Si se preguntara hoy, a la totalidad de los cubanos, el motivo de vitorear este arribo, la respuesta de la gran mayoría coincidiría. Un gran número de estos afirmarían que celebran algo tan simple, como haber llegado sentimentalmente ilesos a la mencionada fecha, inclusive, argumentaran el deseo, de que este signo de suerte les acompañe durante los restantes 12 meses.
Motivos suficientes les sobran a estos cubanos para semejante aserto, pues, si en otras épocas, fue disfrutar al ver la vida pasar, no es así actualmente. Desde el joven que piensa en el primer día del año como solución a sus sueños irrealizados, hasta el adulto, deseoso vagamente de ver sus penalidades terminadas, con el sólo hecho de un cambio de fecha en el calendario.
Así mismo, les resulta confusa semejante celebración, ya que constantemente les pretenden hacer ver la jornada, cual portadora política de su salvación. No comprenden la razón por la cual una festividad tan longeva, de tanto arraigo cultural en el país, sea manipulada mañosamente y además, usada como complemento del proceso político iniciado en igual fecha, hace 51 años.
Igual incertidumbre los envuelve, a modo de maldición estratégicamente planeada, cada vez que en reiterados avisos los voceros encubiertos del régimen les auguran: “en enero esto viene malo”. Así, intentan conservar hasta el alba, la última noche de diciembre, concientes de que, en ella se les escapa el antídoto al presagio anunciado.
Aún así, conservan costumbres de antaño, como lanzar un cubo de agua a la calle, recién concluido el año o esperar despierto este suceso para abrazar a conocidos. La primera, realizada desde el interior de la vivienda, tiene como fin “expulsar” de la misma hechos negativos, la segunda en cambio, “garantizara” dicha a los presentes, por todo el período iniciado.
Existe a su vez en Cuba, una tradición, que consiste en imitar un viaje, pero, para cumplirse este, habrá de realizarse un ritual a la media noche. El ilusionado con viajar al extranjero, por su puesto, recorrerá a la hora antes mencionada, la calle donde reside con uno o varios maletines, en dependencia esto último, del tiempo deseado para el periplo.
Como han observado, disímiles son las maneras con que algunas naciones del orbe inician un nuevo ciclo anual. Pero no negaran los costumbristas, que en Cuba, el asunto se las trae, pues desde, ansiar el gobierno secuestrar para si la fecha y predecir malos augurios, hasta la complejidad de los sueños a profetizar, más bien pareció la jornada, una noche taciturna.
Al realizar un viaje virtual alrededor del mundo y aparecerse en cada una de esas fiestas, se observa una enorme variedad de costumbres. Muchas de estas llevan implícita la idea de que, al concluir otra vuelta de la tierra alrededor del sol, finaliza un período y comienzo otro, que ha de recibirse con igual alegría.
Por pobre que sea un japonés, estrenó esa fecha telas inmaculadas, aparte de dedicar varias horas, a visitar amigos o recibirlos. Así mismo, adornó su portal con ramas de pino, además de lucir nuevos faroles de bambú, mientras en el atrio de la casa, colgó llamativas langostas y rojos cangrejos, junto a frutos como naranjas, que simbolizan los deseos de larga y próspera vida.
En Escocia, celebran la víspera de año nuevo, con un accionar tan sencillo, que rara vez puede ser superado. La tradición que genera suerte para los siguientes 12 meses lo constituye dar el primer pasó del año al entrar a un hogar, esto es lo que motiva a la mayoría de los escoceses a permanecer en las calles cerca de la media noche.
Una de las tradicionales formas que usan los españoles, para despedir el 31 de diciembre, es la denominada “tertulia clásica”. A la primera campanada de media noche, cada individuo comienza a comer 12 granos de un racimo de uvas, que debe terminar con la duodécima, para garantizar felicidad plena el próximo año.
Otra muestra de diversidad relacionada con estos festejos, es que no todas las regiones conmemoran la misma cantidad de “nuevos comienzos”. Para el mundo árabe, este 2010, será el inicio del 1430, por su parte Egipto y Etiopía, según el calendario copto, inauguraron el año 2003, en cambio, los regidos por el almanaque judío festejaran el estreno del 5671.
Si se preguntara hoy, a la totalidad de los cubanos, el motivo de vitorear este arribo, la respuesta de la gran mayoría coincidiría. Un gran número de estos afirmarían que celebran algo tan simple, como haber llegado sentimentalmente ilesos a la mencionada fecha, inclusive, argumentaran el deseo, de que este signo de suerte les acompañe durante los restantes 12 meses.
Motivos suficientes les sobran a estos cubanos para semejante aserto, pues, si en otras épocas, fue disfrutar al ver la vida pasar, no es así actualmente. Desde el joven que piensa en el primer día del año como solución a sus sueños irrealizados, hasta el adulto, deseoso vagamente de ver sus penalidades terminadas, con el sólo hecho de un cambio de fecha en el calendario.
Así mismo, les resulta confusa semejante celebración, ya que constantemente les pretenden hacer ver la jornada, cual portadora política de su salvación. No comprenden la razón por la cual una festividad tan longeva, de tanto arraigo cultural en el país, sea manipulada mañosamente y además, usada como complemento del proceso político iniciado en igual fecha, hace 51 años.
Igual incertidumbre los envuelve, a modo de maldición estratégicamente planeada, cada vez que en reiterados avisos los voceros encubiertos del régimen les auguran: “en enero esto viene malo”. Así, intentan conservar hasta el alba, la última noche de diciembre, concientes de que, en ella se les escapa el antídoto al presagio anunciado.
Aún así, conservan costumbres de antaño, como lanzar un cubo de agua a la calle, recién concluido el año o esperar despierto este suceso para abrazar a conocidos. La primera, realizada desde el interior de la vivienda, tiene como fin “expulsar” de la misma hechos negativos, la segunda en cambio, “garantizara” dicha a los presentes, por todo el período iniciado.
Existe a su vez en Cuba, una tradición, que consiste en imitar un viaje, pero, para cumplirse este, habrá de realizarse un ritual a la media noche. El ilusionado con viajar al extranjero, por su puesto, recorrerá a la hora antes mencionada, la calle donde reside con uno o varios maletines, en dependencia esto último, del tiempo deseado para el periplo.
Como han observado, disímiles son las maneras con que algunas naciones del orbe inician un nuevo ciclo anual. Pero no negaran los costumbristas, que en Cuba, el asunto se las trae, pues desde, ansiar el gobierno secuestrar para si la fecha y predecir malos augurios, hasta la complejidad de los sueños a profetizar, más bien pareció la jornada, una noche taciturna.
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