Camajuaní, Villa Clara, 7 de enero de 2010. (FDC). La ciudadanía cubana necesita en estos momentos un claro llamado de atención, sin la más mínima omisión de lo que ocurre con referencia al virus de Influenza AH1N1. Más aún si en las escuelas se ha creado gran ambiente de dudas al respecto.
En el mes de noviembre del pasado año, la dirección de Higiene y Epimediología, en visita a todos los centros escolares del municipio de Camajuaní, advirtió a sus directores y maestros la necesidad de suspender a todos los alumnos que presentaran el más leve síntoma de enfermedad respiratoria. Lo cual hubo de cumplirse sin discusión.
Esto produjo una gran crisis de asistencia en las escuelas, aulas que quedaron sólo con dos o tres discípulos y hasta uno. Es de suponer que en dichas circunstancias los maestros se vieran imposibilitados de seguir impartiendo normalmente a esos pocos estudiantes el contenido de materia perteneciente al curso escolar vigente.
En reunión efectuada con padres y maestros en la escuela primaria Lino Pérez de este municipio, dicha institución de salud comunicó la existencia de alumnos de ese centro educacional con el virus positivo. Pero estaba prohibido por educación cerrar cualquier plantel perteneciente a este departamento.
Teniendo en cuenta que Cuba se encontraba en esos momentos en época de invierno, en la que es normal que los niños padezcan catarros frecuentes, estornudos y secreciones nasales. Era de temer entonces, que en tal situación, la mayoría de los educandos no superaran sus respectivos niveles escolares.
Los consultorios médicos permanecían abarrotados de estos pacientes, que debían buscar hoy un certificado de alta para incorporarse a los estudios y mañana volver por otro de suspensión porque estornudó en el aula y tuvo que volver para la casa. Por eso, los que tienen padecimientos de asma o alergia, puede que permanezcan hasta un mes fuera de clases.
Es de entender entonces la preocupación de los padres que no saben a que atenerse, puesto que por un lado está la salud de sus hijos y por otra la pérdida de un año de estudios. Año que no se sabe como va a concluir, ya que con estos inconvenientes ni los más aventajados podrán sentirse satisfechos con los resultados finales.
Algunos pensaron en la posibilidad de posponer las clases, hasta que se pudiera llegar a estabilizar la situación. Algo en lo que tendrían que ponerse de acuerdo ambos ministerios, pero obviamente esto no sucedió y se despidió el año 2009, con aulas vacías y padres con un alto grado de preocupación e incertidumbre.
Ahora, luego del receso docente por el fin de año, todo vuelve a la normalidad como si nada hubiera ocurrido, entonces cabe preguntarse. ¿Qué pasó en realidad? ¿Falsa alarma para salvar responsabilidades, por falta de recursos para efectuar las pruebas pertinentes, que corroboren un diagnóstico seguro? o a caso, ¿encontraron el antídoto?
En el mes de noviembre del pasado año, la dirección de Higiene y Epimediología, en visita a todos los centros escolares del municipio de Camajuaní, advirtió a sus directores y maestros la necesidad de suspender a todos los alumnos que presentaran el más leve síntoma de enfermedad respiratoria. Lo cual hubo de cumplirse sin discusión.
Esto produjo una gran crisis de asistencia en las escuelas, aulas que quedaron sólo con dos o tres discípulos y hasta uno. Es de suponer que en dichas circunstancias los maestros se vieran imposibilitados de seguir impartiendo normalmente a esos pocos estudiantes el contenido de materia perteneciente al curso escolar vigente.
En reunión efectuada con padres y maestros en la escuela primaria Lino Pérez de este municipio, dicha institución de salud comunicó la existencia de alumnos de ese centro educacional con el virus positivo. Pero estaba prohibido por educación cerrar cualquier plantel perteneciente a este departamento.
Teniendo en cuenta que Cuba se encontraba en esos momentos en época de invierno, en la que es normal que los niños padezcan catarros frecuentes, estornudos y secreciones nasales. Era de temer entonces, que en tal situación, la mayoría de los educandos no superaran sus respectivos niveles escolares.
Los consultorios médicos permanecían abarrotados de estos pacientes, que debían buscar hoy un certificado de alta para incorporarse a los estudios y mañana volver por otro de suspensión porque estornudó en el aula y tuvo que volver para la casa. Por eso, los que tienen padecimientos de asma o alergia, puede que permanezcan hasta un mes fuera de clases.
Es de entender entonces la preocupación de los padres que no saben a que atenerse, puesto que por un lado está la salud de sus hijos y por otra la pérdida de un año de estudios. Año que no se sabe como va a concluir, ya que con estos inconvenientes ni los más aventajados podrán sentirse satisfechos con los resultados finales.
Algunos pensaron en la posibilidad de posponer las clases, hasta que se pudiera llegar a estabilizar la situación. Algo en lo que tendrían que ponerse de acuerdo ambos ministerios, pero obviamente esto no sucedió y se despidió el año 2009, con aulas vacías y padres con un alto grado de preocupación e incertidumbre.
Ahora, luego del receso docente por el fin de año, todo vuelve a la normalidad como si nada hubiera ocurrido, entonces cabe preguntarse. ¿Qué pasó en realidad? ¿Falsa alarma para salvar responsabilidades, por falta de recursos para efectuar las pruebas pertinentes, que corroboren un diagnóstico seguro? o a caso, ¿encontraron el antídoto?
No están de más las medidas preventivas, al contrario, se agradecen. Lo que no es tolerante es la falta de veracidad en las informaciones y la inseguridad con que se vive en este país. De hecho, la vacuna que supuestamente debe prevenir la enfermedad, es ahora que se le suministra a la población.
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