Ranchuelo, Villa Clara, 21 de enero del 2010 (FDC). Durante la primera quincena de enero del 2010, se produjo un terremoto en Haití que ocasionó daños de gran magnitud. En igual período fallecieron más de veinte personas en un hospital de La Habana, Cuba. Suceso este donde el accionar del personal de la salud fue totalmente desigual.
El terremoto de 7.3 en la escala de Richter que ocasionó más de 150.000 muertos, la afectación de más de un millón de personas y cuantiosos daños materiales en inmuebles e infraestructura en general de Puerto Príncipe, motivó la ayuda de la comunidad internacional.
De inmediato las máximas autoridades del Estado cubano, como para no quedar atrás, indicaron a la dirección de la colaboración médica en suelo haitiano, que los 150 galenos que prestaban colaboración en el referido país tenían que asumir con urgencia la asistencia a los miles de damnificados.
Asimismo envió hacia la vecina isla, por vía área, más de 300 galenos, medicamentos, agua potable, alimentos y casas de campañas. Además de los 150 especialistas que cursan disímiles especialidades médicas en este país y hasta acudieron los estudiantes haitianos que pasan el quinto año en la Escuela Latinoamericana de Medicina, en Cuba.
Los miembros de la brigada médica, compuesta por ortopédicos, pediatras, clínicos, ginecólogos, cirujanos, así como personal paramédico, entre otras ramas, desarrollaron las labores en calles y parques. La experiencia de haber participado en los movimientos telúricos de Perú y Afganistán, así como el tsunami en Indonesia les ayudó.
Estos trabajaron en centros hospitalarios donde tras limpiar los mismos de los escombros, laboraron en alianza con especialistas de otras naciones, fundamentalmente latinoamericanos e ibéricos, 15 y hasta 18 horas, desde sus inicios. Labor que difundió la cúpula de poder por la radio, prensa y televisión del país.
Mientras el pueblo haitiano era socorrido por el personal de la salud cubano, en la Mayor de Las Antillas se producía un hecho que se podría catalogar de insólito. Sobre todo si se tiene en cuenta, que el gobierno en el poder promulga a los cuatro vientos, que la nación caribeña es una potencia médica universal.
El periódico oficialista Juventud Rebelde, plasmó una nota en una de sus páginas donde refirió que en el hospital psiquiátrico de La Habana, conocido popularmente como Mazorra, situado en el municipio Boyeros, al oeste de la capital del archipiélago, habían fallecido 26 personas. Todo ocurrió producto de la desidia y la falta de sensibilidad.
La anotación firmada por el Ministerio de Salud Pública, acotó que los hechos estaban vinculados con las bajas temperaturas de carácter prolongado que hasta los 3.6 grados centígrados afectó a la región. Además del deterioro biológico de los ancianos, infecciones respiratorias, cardiovasculares y cáncer.
Cierto es que días antes de ofrecerse la nota oficial, decenas de cubanos supieron de lo acontecido por la información que brindaron los reporteros alternativos a través de Radio Martí. Lo que hace pensar que ello instó el actuar del gobierno y se pudo conocer que los fenecidos fueron producto de la indolencia por parte de las autoridades.
Luchadores por la instauración de la democracia en Cuba informaron a través del medio de comunicación mencionado, que a los enfermos no se les brindó el abrigo necesario y se encontraban bajo una deficiente alimentación. A su vez el centro hospitalario poseía puertas y ventanales de cristal averiados, lo cual facilitó la penetración del aire frío.
Hay un refrán muy popular que dice: “Candil de la calle y oscuridad de la casa “. Semeja el actuar del gobierno dinástico de los hermanos Castro. Por una parte brindan una esmerada ayuda internacional a países de diferentes latitudes, mientras a los nacionales que los parta un rayo.
Ranchuelo, Villa Clara, 21 de enero del 2010 (FDC). Durante la primera quincena de enero del 2010, se produjo un terremoto en Haití que ocasionó daños de gran magnitud. En igual período fallecieron más de veinte personas en un hospital de La Habana, Cuba. Suceso este donde el accionar del personal de la salud fue totalmente desigual.
El terremoto de 7.3 en la escala de Richter que ocasionó más de 150.000 muertos, la afectación de más de un millón de personas y cuantiosos daños materiales en inmuebles e infraestructura en general de Puerto Príncipe, motivó la ayuda de la comunidad internacional.
De inmediato las máximas autoridades del Estado cubano, como para no quedar atrás, indicaron a la dirección de la colaboración médica en suelo haitiano, que los 150 galenos que prestaban colaboración en el referido país tenían que asumir con urgencia la asistencia a los miles de damnificados.
Asimismo envió hacia la vecina isla, por vía área, más de 300 galenos, medicamentos, agua potable, alimentos y casas de campañas. Además de los 150 especialistas que cursan disímiles especialidades médicas en este país y hasta acudieron los estudiantes haitianos que pasan el quinto año en la Escuela Latinoamericana de Medicina, en Cuba.
Los miembros de la brigada médica, compuesta por ortopédicos, pediatras, clínicos, ginecólogos, cirujanos, así como personal paramédico, entre otras ramas, desarrollaron las labores en calles y parques. La experiencia de haber participado en los movimientos telúricos de Perú y Afganistán, así como el tsunami en Indonesia les ayudó.
Estos trabajaron en centros hospitalarios donde tras limpiar los mismos de los escombros, laboraron en alianza con especialistas de otras naciones, fundamentalmente latinoamericanos e ibéricos, 15 y hasta 18 horas, desde sus inicios. Labor que difundió la cúpula de poder por la radio, prensa y televisión del país.
Mientras el pueblo haitiano era socorrido por el personal de la salud cubano, en la Mayor de Las Antillas se producía un hecho que se podría catalogar de insólito. Sobre todo si se tiene en cuenta, que el gobierno en el poder promulga a los cuatro vientos, que la nación caribeña es una potencia médica universal.
El periódico oficialista Juventud Rebelde, plasmó una nota en una de sus páginas donde refirió que en el hospital psiquiátrico de La Habana, conocido popularmente como Mazorra, situado en el municipio Boyeros, al oeste de la capital del archipiélago, habían fallecido 26 personas. Todo ocurrió producto de la desidia y la falta de sensibilidad.
La anotación firmada por el Ministerio de Salud Pública, acotó que los hechos estaban vinculados con las bajas temperaturas de carácter prolongado que hasta los 3.6 grados centígrados afectó a la región. Además del deterioro biológico de los ancianos, infecciones respiratorias, cardiovasculares y cáncer.
Cierto es que días antes de ofrecerse la nota oficial, decenas de cubanos supieron de lo acontecido por la información que brindaron los reporteros alternativos a través de Radio Martí. Lo que hace pensar que ello instó el actuar del gobierno y se pudo conocer que los fenecidos fueron producto de la indolencia por parte de las autoridades.
Luchadores por la instauración de la democracia en Cuba informaron a través del medio de comunicación mencionado, que a los enfermos no se les brindó el abrigo necesario y se encontraban bajo una deficiente alimentación. A su vez el centro hospitalario poseía puertas y ventanales de cristal averiados, lo cual facilitó la penetración del aire frío.
Hay un refrán muy popular que dice: “Candil de la calle y oscuridad de la casa “. Semeja el actuar del gobierno dinástico de los hermanos Castro. Por una parte brindan una esmerada ayuda internacional a países de diferentes latitudes, mientras a los nacionales que los parta un rayo.
El terremoto de 7.3 en la escala de Richter que ocasionó más de 150.000 muertos, la afectación de más de un millón de personas y cuantiosos daños materiales en inmuebles e infraestructura en general de Puerto Príncipe, motivó la ayuda de la comunidad internacional.
De inmediato las máximas autoridades del Estado cubano, como para no quedar atrás, indicaron a la dirección de la colaboración médica en suelo haitiano, que los 150 galenos que prestaban colaboración en el referido país tenían que asumir con urgencia la asistencia a los miles de damnificados.
Asimismo envió hacia la vecina isla, por vía área, más de 300 galenos, medicamentos, agua potable, alimentos y casas de campañas. Además de los 150 especialistas que cursan disímiles especialidades médicas en este país y hasta acudieron los estudiantes haitianos que pasan el quinto año en la Escuela Latinoamericana de Medicina, en Cuba.
Los miembros de la brigada médica, compuesta por ortopédicos, pediatras, clínicos, ginecólogos, cirujanos, así como personal paramédico, entre otras ramas, desarrollaron las labores en calles y parques. La experiencia de haber participado en los movimientos telúricos de Perú y Afganistán, así como el tsunami en Indonesia les ayudó.
Estos trabajaron en centros hospitalarios donde tras limpiar los mismos de los escombros, laboraron en alianza con especialistas de otras naciones, fundamentalmente latinoamericanos e ibéricos, 15 y hasta 18 horas, desde sus inicios. Labor que difundió la cúpula de poder por la radio, prensa y televisión del país.
Mientras el pueblo haitiano era socorrido por el personal de la salud cubano, en la Mayor de Las Antillas se producía un hecho que se podría catalogar de insólito. Sobre todo si se tiene en cuenta, que el gobierno en el poder promulga a los cuatro vientos, que la nación caribeña es una potencia médica universal.
El periódico oficialista Juventud Rebelde, plasmó una nota en una de sus páginas donde refirió que en el hospital psiquiátrico de La Habana, conocido popularmente como Mazorra, situado en el municipio Boyeros, al oeste de la capital del archipiélago, habían fallecido 26 personas. Todo ocurrió producto de la desidia y la falta de sensibilidad.
La anotación firmada por el Ministerio de Salud Pública, acotó que los hechos estaban vinculados con las bajas temperaturas de carácter prolongado que hasta los 3.6 grados centígrados afectó a la región. Además del deterioro biológico de los ancianos, infecciones respiratorias, cardiovasculares y cáncer.
Cierto es que días antes de ofrecerse la nota oficial, decenas de cubanos supieron de lo acontecido por la información que brindaron los reporteros alternativos a través de Radio Martí. Lo que hace pensar que ello instó el actuar del gobierno y se pudo conocer que los fenecidos fueron producto de la indolencia por parte de las autoridades.
Luchadores por la instauración de la democracia en Cuba informaron a través del medio de comunicación mencionado, que a los enfermos no se les brindó el abrigo necesario y se encontraban bajo una deficiente alimentación. A su vez el centro hospitalario poseía puertas y ventanales de cristal averiados, lo cual facilitó la penetración del aire frío.
Hay un refrán muy popular que dice: “Candil de la calle y oscuridad de la casa “. Semeja el actuar del gobierno dinástico de los hermanos Castro. Por una parte brindan una esmerada ayuda internacional a países de diferentes latitudes, mientras a los nacionales que los parta un rayo.
Ranchuelo, Villa Clara, 21 de enero del 2010 (FDC). Durante la primera quincena de enero del 2010, se produjo un terremoto en Haití que ocasionó daños de gran magnitud. En igual período fallecieron más de veinte personas en un hospital de La Habana, Cuba. Suceso este donde el accionar del personal de la salud fue totalmente desigual.
El terremoto de 7.3 en la escala de Richter que ocasionó más de 150.000 muertos, la afectación de más de un millón de personas y cuantiosos daños materiales en inmuebles e infraestructura en general de Puerto Príncipe, motivó la ayuda de la comunidad internacional.
De inmediato las máximas autoridades del Estado cubano, como para no quedar atrás, indicaron a la dirección de la colaboración médica en suelo haitiano, que los 150 galenos que prestaban colaboración en el referido país tenían que asumir con urgencia la asistencia a los miles de damnificados.
Asimismo envió hacia la vecina isla, por vía área, más de 300 galenos, medicamentos, agua potable, alimentos y casas de campañas. Además de los 150 especialistas que cursan disímiles especialidades médicas en este país y hasta acudieron los estudiantes haitianos que pasan el quinto año en la Escuela Latinoamericana de Medicina, en Cuba.
Los miembros de la brigada médica, compuesta por ortopédicos, pediatras, clínicos, ginecólogos, cirujanos, así como personal paramédico, entre otras ramas, desarrollaron las labores en calles y parques. La experiencia de haber participado en los movimientos telúricos de Perú y Afganistán, así como el tsunami en Indonesia les ayudó.
Estos trabajaron en centros hospitalarios donde tras limpiar los mismos de los escombros, laboraron en alianza con especialistas de otras naciones, fundamentalmente latinoamericanos e ibéricos, 15 y hasta 18 horas, desde sus inicios. Labor que difundió la cúpula de poder por la radio, prensa y televisión del país.
Mientras el pueblo haitiano era socorrido por el personal de la salud cubano, en la Mayor de Las Antillas se producía un hecho que se podría catalogar de insólito. Sobre todo si se tiene en cuenta, que el gobierno en el poder promulga a los cuatro vientos, que la nación caribeña es una potencia médica universal.
El periódico oficialista Juventud Rebelde, plasmó una nota en una de sus páginas donde refirió que en el hospital psiquiátrico de La Habana, conocido popularmente como Mazorra, situado en el municipio Boyeros, al oeste de la capital del archipiélago, habían fallecido 26 personas. Todo ocurrió producto de la desidia y la falta de sensibilidad.
La anotación firmada por el Ministerio de Salud Pública, acotó que los hechos estaban vinculados con las bajas temperaturas de carácter prolongado que hasta los 3.6 grados centígrados afectó a la región. Además del deterioro biológico de los ancianos, infecciones respiratorias, cardiovasculares y cáncer.
Cierto es que días antes de ofrecerse la nota oficial, decenas de cubanos supieron de lo acontecido por la información que brindaron los reporteros alternativos a través de Radio Martí. Lo que hace pensar que ello instó el actuar del gobierno y se pudo conocer que los fenecidos fueron producto de la indolencia por parte de las autoridades.
Luchadores por la instauración de la democracia en Cuba informaron a través del medio de comunicación mencionado, que a los enfermos no se les brindó el abrigo necesario y se encontraban bajo una deficiente alimentación. A su vez el centro hospitalario poseía puertas y ventanales de cristal averiados, lo cual facilitó la penetración del aire frío.
Hay un refrán muy popular que dice: “Candil de la calle y oscuridad de la casa “. Semeja el actuar del gobierno dinástico de los hermanos Castro. Por una parte brindan una esmerada ayuda internacional a países de diferentes latitudes, mientras a los nacionales que los parta un rayo.
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