Sakenaff, Santa Clara, Villa Clara, 20 de agosto del 2009 (FDC). Con la llegada de la temporada veraniega a Cuba, surgen los primeros sueños vacacionales de muchas familias, aunque estos no se logren. Mitigar el calor una tarde en la playa, tomar cerveza cerca de un río, visitar algún campismo o dormir la siesta en habitaciones climatizadas suelen ser verdaderas quimeras.
Las altas temperaturas y las formas con que los cubanos deben enfrentarlas generan opiniones del más variado estilo. Unos, sencillamente ven la solución de manera estoica con en el regreso de los meses invernales, otros proponen baños caseros continuos y la mayoría optan por resignarse mientras siguen su bregar por subsistir.
No se sabe como les ira a otros pueblos también tropicales, pero al cubano le resulta caprichosamente hostil cualquier estación del año. Lamentarse porque ellas existen es absurdo, mas enfrentar el invierno sin frazadas y alimentos adecuados o la primavera con calzado y techo frágil a la humedad, entiéndase filtraciones. Son según muchos castigos divinos.
Alquilar una habitación en la Oficina de Campismo Popular y por ende escapar de la asfixiante ciudad puede considerarse afortunado. Luego de anotarse en una larga lista le comunican que esta obligado a presentarse todos los días a las 6:00 p.m., o puede ser eliminado de la misma, dicha espera puede demorar hasta 12 días y es probable que el destino deseado no tenga capacidad.
Otra opción para intentar palear el sofocante verano, es que en tu centro de trabajo te ganes el permiso a reservar una casa en la playa que te corresponda, pero ello exige sus condiciones. La primera fidelidad al régimen, participar en todos los actos políticos gubernamentales, acumular cientos de horas de trabajos “voluntarios” y a veces no es suficiente.
Para lo compatriotas que no cumplen las normas anteriores y quieran alejarse del ardiente clima, al menos por un día, pueden practicar el auto camping. El matrimonio y dos hijos pagan un cuarto de su salario mensual para montarse en un camión Chevrolet del año 51, junto a otras 15 familias y se largan a una orilla costera distante 100 km, a gastar el resto de su sueldo en merienda.
Un viaje tan costoso ha de aprovecharse al máximo, pues como son sólo unas horas en las riveras saladas hay que bañarse hasta por el mediodía. Así mismo, las largas exposiciones al sol so pretexto de un mayor disfrute en la jornada puede acarrear quemaduras a la piel de hasta tercer grado.
Los menos decididos se arriesgan a otra aventura menor y optan por el plan vacacional de baños de piscinas, donde un mejunje humano de olores tiñe las únicamente inaugurales aguas azules. La alta concentración de personas, cerca de 200, hace del ácido urético y la transpiración una gama monocromática difícil de evitar.
El gobierno socialista dice velar por el disfrute y calidad de vida del pueblo trabajador, más bien parece estar interesado en el suyo propio. Desde principio de los años noventa del siglo XX, el estado no vende de manera liberada aires acondicionados, sólo recientemente permitió adquirirlos a aquellas familias, que le regalaran a las autoridades un prototipo anterior.
En fin, la añoranza con que muchos esperan recrearse durante la etapa de verano se les escapa y han de recurrir a la autocomplacencia mental. Imaginarse islas paradisíacas o destinos turísticos accesibles a cubanos de a pie, donde no sentir calores infernales, suelen ser en la Cuba de hoy actos catalogados como posesiones diabólicas.
Las altas temperaturas y las formas con que los cubanos deben enfrentarlas generan opiniones del más variado estilo. Unos, sencillamente ven la solución de manera estoica con en el regreso de los meses invernales, otros proponen baños caseros continuos y la mayoría optan por resignarse mientras siguen su bregar por subsistir.
No se sabe como les ira a otros pueblos también tropicales, pero al cubano le resulta caprichosamente hostil cualquier estación del año. Lamentarse porque ellas existen es absurdo, mas enfrentar el invierno sin frazadas y alimentos adecuados o la primavera con calzado y techo frágil a la humedad, entiéndase filtraciones. Son según muchos castigos divinos.
Alquilar una habitación en la Oficina de Campismo Popular y por ende escapar de la asfixiante ciudad puede considerarse afortunado. Luego de anotarse en una larga lista le comunican que esta obligado a presentarse todos los días a las 6:00 p.m., o puede ser eliminado de la misma, dicha espera puede demorar hasta 12 días y es probable que el destino deseado no tenga capacidad.
Otra opción para intentar palear el sofocante verano, es que en tu centro de trabajo te ganes el permiso a reservar una casa en la playa que te corresponda, pero ello exige sus condiciones. La primera fidelidad al régimen, participar en todos los actos políticos gubernamentales, acumular cientos de horas de trabajos “voluntarios” y a veces no es suficiente.
Para lo compatriotas que no cumplen las normas anteriores y quieran alejarse del ardiente clima, al menos por un día, pueden practicar el auto camping. El matrimonio y dos hijos pagan un cuarto de su salario mensual para montarse en un camión Chevrolet del año 51, junto a otras 15 familias y se largan a una orilla costera distante 100 km, a gastar el resto de su sueldo en merienda.
Un viaje tan costoso ha de aprovecharse al máximo, pues como son sólo unas horas en las riveras saladas hay que bañarse hasta por el mediodía. Así mismo, las largas exposiciones al sol so pretexto de un mayor disfrute en la jornada puede acarrear quemaduras a la piel de hasta tercer grado.
Los menos decididos se arriesgan a otra aventura menor y optan por el plan vacacional de baños de piscinas, donde un mejunje humano de olores tiñe las únicamente inaugurales aguas azules. La alta concentración de personas, cerca de 200, hace del ácido urético y la transpiración una gama monocromática difícil de evitar.
El gobierno socialista dice velar por el disfrute y calidad de vida del pueblo trabajador, más bien parece estar interesado en el suyo propio. Desde principio de los años noventa del siglo XX, el estado no vende de manera liberada aires acondicionados, sólo recientemente permitió adquirirlos a aquellas familias, que le regalaran a las autoridades un prototipo anterior.
En fin, la añoranza con que muchos esperan recrearse durante la etapa de verano se les escapa y han de recurrir a la autocomplacencia mental. Imaginarse islas paradisíacas o destinos turísticos accesibles a cubanos de a pie, donde no sentir calores infernales, suelen ser en la Cuba de hoy actos catalogados como posesiones diabólicas.
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