Parroquia, Santa Clara, Villa Clara, 13 de agosto del 2009 (FDC). Cuba es un país pequeño que no dispone de grandes fuentes energéticas. No hay caudalosos ríos, cuencas petroleras, gas u otras que satisfagan el país. Históricamente depende de la importación de hidrocarburos para sus necesidades. Desde el comienzo de la revolución, el petróleo soviético se importó y llegaba en cantidades más que suficientes.
Esta fuente inagotable sirvió para diseñar una economía basada en el consumo casi ilimitado del crudo. Así desaparecieron de los campos los molinos de viento, se instrumentó llevar la caña a los centrales en camiones en lugar de usar masivamente el ferrocarril. Cada empresa dispuso de automóviles ligeros para su funcionamiento y para el uso particular de quienes dirigen.
Todo esto funcionó de maravillas hasta el derrumbe del campo socialista. A partir de ese momento se enfrentó una crisis energética en la década del 90, puso a la población al borde del colapso, con los apagones de casi 24 horas. Posteriormente y gracias a un nuevo “mecenas petrolero”, empezó a llegar de Venezuela, pero nunca en cantidades tan abundantes como antes.
Con la “Revolución Energética”, pasamos de los cortes eléctricos, a la electrificación casi total del país en la parte residencial. Hasta ahora se restringía el uso de la electricidad en los domicilios, incluso se prohibía la importación de fogones eléctricos. Esta nueva concepción introdujo en cada hogar aproximadamente 3600 watts, que antes no existían.
Si multiplicamos por el total de núcleos familiares, es fácil darse cuenta del salto enorme del consumo de electricidad. En los medios de prensa una campaña furibunda insta al ahorro de energía. Ahora tenemos que ahorrar, cosa imposible para el ciudadano común que cocina con fogones eléctricos, pues las cuotas de gas y keroseno prácticamente han desaparecido.
Los grupos electrógenos usan combustible al parecer caro y no pueden utilizar el petróleo cubano, como las viejas termoeléctricas de procedencia socialista. Además hay que disponer de una enorme red de camiones cisternas para abastecerlos, que se hayan dispersos por todo el país, no como las termoeléctricas situadas solamente en varios puntos.
Aun se podrían ahorrar miles de litros de combustible, si por ejemplo aparecieran los litros de energizante que el Ministro de la Agricultura, el general Ulises Rosales del Toro dio para el cultivo del arroz. Él mismo confesó en televisión: “… no se cumple el plan y el combustible no aparece” y agregó: “… ningún jefe vino a decirme que se le había terminado para su carro”.
En el país existen miles de empresas estatales que tienen a su servicio automóviles, todoterrenos y otros vehículos ligeros, los cuales a las 5: 00 p.m. se los llevan sus dueños y regresan con ellos al otro día. Hacen viajecitos para resolver sus problemas más cruciales, por ejemplo llevar a la esposa a su trabajo, hijos al colegio e ir con ellos de vacaciones.
Calculen un litro de gasolina por la mañana y otro por la tarde, sin tener en cuenta los periplos fuera de la ciudad y concluir que se podrían ahorrar, con el parqueo de los vehículos estatales en las empresas, miles de litros de gasolina “DIARIOS”. Lo que vendría muy bien a la economía del país en tiempos de crisis financiera mundial, la propuesta está,… la toman o la dejan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario