jueves, 27 de agosto de 2009

EPÍSTOLA DE LA REDACCIÓN, No: 15


Una conmoción recorrió a toda la isla de Cuba, porque después de 14 meses el pueblo cubano pudo observar a través de los canales oficialistas de televisión, a su gobernante totalitario por casi 50 años. Quienes dirigen este archipiélago del mar Caribe consideraron que los plebeyos cubanos de a pie, tenían el derecho a ver al líder Fidel Castro Ruz por unos 11 minutos.

Los sentimientos de los compatriotas que residen en el interior de la patria fueron encontrados y demostraron el mayor logro que ha tenido sin lugar a dudas, la denominada Revolución Cubana, si es que a esto se le puede llamar logro. Se pudo ver la abismal división entre unos cubanos y otros, pero sobretodo entre el odio respecto al amor.

Una cuestión llamó poderosamente la atención ante la inesperada aparición del Dr. Fidel Castro por los medios de difusión masiva controlados por el gobierno. Esta resultó atomización de la familia cubana, donde unos saltaron de alegría por ver vivo al dictador, mientras otros lloraron de impotencia ante el desvanecimiento de una esperada muerte.

Estos sentimientos se reflejaron en mutuos reproches de padres a hijos o de hermanos hacia hermanos. Porque todos concuerdan con que la economía y sociedad de esta isla son un gran desastre, donde no se ponen de acuerdo es en las causas de esta debacle patria. Unos consideran culpable de todo al embargo norteamericano y otros al comunismo castrista.

En un reportaje realizado, se pudo saber lo que opinaban los cubanos que compraron papeletas castristas y de otra a los que nunca las adquirieron o un día la compraron, pero por razones del sistema las rompieron en 1000 pedazos. Estos últimos bajo ningún concepto quisieran acordarse de los lejanos o cercanos tiempos cuando eran manipulados, por el hoy enfermo Castro.

Para unos el Comandante en Jefe es alguien invencible que bajo concepto alguno perderá vigencia y para otros es el mismísimo demonio que se niega a entrar al infierno. En esta dicotomía se debaten los entes sociales que conforman a la sociedad nacional, la cual está enferma porque no genera pensamientos de prosperidad ninguna.

Lo que si es demasiado doloroso mirar, como el bienestar de toda una nación pende del fallecimiento o no de un anciano tirano. Incluso existe un claro terror a realizar los más mínimos cambios económicos por miedo a quedar estigmatizado ante la historia por las “Reflexiones del Compañero Fidel”. Unos artículos periodísticos que se publican sistemáticamente por este.

Existe una minoría entre la ciudadanía, que hace mucho rato perdió el temor a lo que significa ser un anticastrista abiertamente. Ellos son los opositores pacíficos y públicos al gobierno totalitario, quienes para nada necesitan tener la certeza de si Fidel está vivo o muerto, porque hace bastante rato que se empinaron a luchar sin armas con el dictador bien vivo.

También otros compatriotas merecen ser admirados en estos precisos momentos, estos son los exiliados cubanos en cualquier parte del mundo, quienes tampoco claudican ante la demagogia y desaliento reinantes. A los mencionados que bajo ningún concepto doblan la cerviz a los tiranos vestidos con pieles de corderos, que en el fondo son hambrientos lobos.

La última aparición pública del dictador no debe desalentar o amilanar a sus valerosos oponentes, al contrario, debiera ser un importante acicate en el hecho que todos los cubanos prodemocráticos comprendan de una vez y por todas, que para lograr la Libertad y Democracia en Cuba, nunca se puede depender de nadie más que de nosotros mismos.

FDC.


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