jueves, 20 de agosto de 2009

TRADICIONES NO GRATAS, Rafael Pérez González.

Parroquia, Santa Clara, Villa Clara, 20 de agosto del 2009 (FDC). El 12 de agosto, siempre se celebró en esta villa, La Fiesta de la Virgen de Santa Clara. Una tradición que aún hoy en día se mantiene en la ciudad. Sobre todo en las iglesias entre la feligresía y por desgracia no tanto así fuera de ellas.

Manuel García-Garófalo Mesa, fallecido historiador de la ciudad, afirmaba sobre las tradiciones populares: “Las leyendas constituyen la poesía tradicional de los pueblos, y es como los recuerdos, la vida del hombre inspirándola y perfumando la existencia con el dulce aroma de lo que pasó”.

En su libro “Leyendas y Tradiciones Villaclareñas”, Garófalo narró lo que el titula “El Milagro de la Virgen de Santa Clara”. Ocurrido este un 12 de Agosto de 1848, en La Parroquial Mayor. Esta se encontraba enclavada en el lugar que hoy ocupa el parque Leoncio Vidal, aproximadamente frente a la actual tienda conocida por “Video Centro”.

Los fundadores de la villa construyeron allí una iglesia de madera y guano, en 1692. Este antiguo santuario fue edificado debido al celo del Prebistero Juan de Conyedo y Rodríguez. Este a pesar de vestir sotana acometió posteriormente, la construcción del mismo de mampostería y tejas. La obra comenzó en el mes de abril, de 1725 y vino a darse término, en 1738.

Garófalo narró, que ese día se conmemoraba con una procesión en honor a Santa Clara de Asís. La peregrinación marchaba por las calles de la villa durante la noche, los vecinos que no podían asistir a la misma, esperaban su paso en sus hogares, para rendir tributo a la santa, lanzándole flores y gasas azules y blancas a su imagen, las cuales llenaban el firmamento de la noche.

La marcha terminaba en el templo y esa noche al entrar el peregrinaje en el mismo, vibró gravemente el órgano. En el centro de la iglesia se encontraba Juan Viñas, un hombre paralítico que andaba arrastrándose por la ciudad con sus miserias y sus muletas. Estaba echado en la tarima del altar de San José.

De tez bronceada, ojos pardos, crecida barba y su cabeza encanecida por la agonía de una desesperación terrible, pero con una fervorosa fe cristiana invocaba a la santa imagen. Al pasar esta por su lado se oyó un grito desesperado, salido de lo más profundo de su alma. Los fieles se conmovieron y el ruido de unas muletas que caían sonó secamente.

Juan Viñas, el paralítico, en pie ¡caminaba! su rostro parecía iluminado y arrancaba lágrimas en algunos creyentes. Fue después por muchos años un hombre fuerte, en el cual la virgen de Santa Clara realizó el milagro de su cura. A partir de ese momento pudo ganarse el pan nuestro de cada día, este hecho fue presenciado por todo el pueblo congregado en la iglesia.

Así, narró el historiador, lo acaecido, aquel 12 de agosto. Hechos como este pasan de generación en generación y mantienen vivas las costumbres y la fe de los pueblos. Porque las gentes que conforman los habitantes de cualquier localidad en este mundo, viven de alimentos, pero necesitan también sensibilidad y las tradiciones nutren la tan necesaria espiritualidad.

Resulta evidente que esta hermosa tradición no se publicite en los medios municipales o provinciales de este territorio. La mayoría de ellos calladamente aceptan que es algo normal, en un estado que se confesó ateo hasta hace 17 años y el máximo líder todavía recuerda que según Lenin: “… la religión es el opio de los pueblos”.

Si hoy, existiera la peregrinación de la virgen por la ciudad y además se publicaran los libros de escritores como Manuel García-Garófalo, Florentino Martínez y Antonio Berenguer. Los santaclareños desinformados podrían beber en estas fuentes y esto contribuiría a que la savia de las tradiciones, perpetúe la vida espiritual de ellos, como de todos los cubanos.



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