Sakenaff, Santa Clara, Villa Clara, 11 de junio del 2009 (FDC). El 14 de junio de 1845, nació en San Luís, Departamento Oriental de la isla de Cuba Antonio Maceo y Grajales, conocido por todos los cubanos como “El Titán de Bronce”. Su heroísmo, valentía, lealtad y perseverancia en la lucha por la independencia junto a la energía y firmeza que derrochó, le hicieron merecedor de tan ilustre título.
Desde muy joven se incorporó, en compañía de sus hermanos a la revolución emancipadora. Este hijo del venezolano Marcos Maceo y Doña Mariana Grajales, hija de dominicanos ella, contaba solo 23 años, cuando se unió al grito de libertad, entonado el 10 de octubre de 1868, por Carlos Manuel de Céspedes.
La bravura y disciplina en el combate le ayudaron a obtener cargos militares con rapidez. Fue nombrado en breve capitán del ejercito insurrecto, ascendido a comandante en enero de 1869, más tarde teniente coronel y designado coronel en 1872, tras sus magnifica campaña en la región de Guantánamo.
Aunque la muerte y su segadora guadaña le rondó siempre muy cerca, fue en los familiares más cercanos de Antonio donde esta hizo mayores presas y se ensañó. El padre del titán cayó primero, en el asalto de San Agustín y tres de sus hermanos terminaron de igual forma su agitado vivir.
De la presencia de Maceo en las primeras filas contra los españoles, además por lo general en los puestos de mayor riesgo es testigo su muy cicatrizado cuerpo. Aun no pasa de los 30 años y ha estado presente en 100 combates, así mismo su organismo estaba marcado con 22 heridas de guerra.
Llegó al grado de mayor general al iniciarse las negociaciones con la metrópolis, para dar por concluida la gesta independentista, acción esta que rechazó. Acababa de obtener una de sus más sonadas victorias, al destruir al famoso Batallón de San Quintín, tras esto Maceo no aceptó la capitulación y su inquebrantable voluntad se alzó en la Protesta de Baraguá.
Persistió en la lucha, alrededor suyo está la mayor parte del Ejercito Libertador Oriental, pero el Pacto del Zanjón le hizo ver, que por el momento era inútil su brava rebeldía. El gobierno provisional de la revolución cedió y en mayo de 1878, la lucha por la libertad de Cuba quedó truncada.
A partir de esta fecha vivió en el extranjero, conoció a José Martí y colaboró con este en la futura gesta emancipadora. La guerra definitiva comenzó, el 24 de febrero del 1895, el general Antonio desembarco en su patria, un 1ro de abril y ese mismo día obtuvo su primer combate victorioso.
Recién comenzadas las hostilidades, se hizo eco la sola presencia de Antonio Maceo en toda la región oriental. Él junto a sus soldados y oficiales arremetió contra los colonialistas ibéricos en varios combates decisivos, como El Jobito, Peralejo y Sao del Indio, que le dieron la pujanza para emprender la noble empresa de la epopeya de la invasión a occidente.
Los jefes de Cuba Libre, el gobierno de la Republica en Armas, decidieron la marcha invasora que llevaría la guerra desde el oriente hasta el occidente del territorio insular. El 22 de octubre del 1895, partió de Baraguá la columna libertaria, al frente iba el presidente de la republica Salvador Cisneros Betancourt y el general Antonio Maceo y Grajales.
Apenas tres meses tardó la hazaña en llegar a Pinar del Río. Atravesaron oriente, la Trocha de Jucaro a Morón, invadieron Las Villas. Derrotaron al enemigo en la gran Batalla de Mal Tiempo, vencieron en Coliseo, a las puertas de La Habana, ocuparon Punta Brava y Marianao. Siguieron al oeste a través de Bahía Honda y Las Pozas, para alcanzar finalmente el poblado de Mantua, el histórico 22 de enero 1896.
Como el general Antonio Maceo conquistó una gloria imperecedera, su obra le ofreció nimbos de leyenda, mantuvo en jaque al enemigo un año más y cayó en una escaramuza, un 7 de diciembre de 1897. Fue un guerrero fogoso y enérgico, un titán de la proeza independentista. Hoy en el 164 aniversario de su natalicio, ocupa un lugar perenne de honor en la historia patria.
Desde muy joven se incorporó, en compañía de sus hermanos a la revolución emancipadora. Este hijo del venezolano Marcos Maceo y Doña Mariana Grajales, hija de dominicanos ella, contaba solo 23 años, cuando se unió al grito de libertad, entonado el 10 de octubre de 1868, por Carlos Manuel de Céspedes.
La bravura y disciplina en el combate le ayudaron a obtener cargos militares con rapidez. Fue nombrado en breve capitán del ejercito insurrecto, ascendido a comandante en enero de 1869, más tarde teniente coronel y designado coronel en 1872, tras sus magnifica campaña en la región de Guantánamo.
Aunque la muerte y su segadora guadaña le rondó siempre muy cerca, fue en los familiares más cercanos de Antonio donde esta hizo mayores presas y se ensañó. El padre del titán cayó primero, en el asalto de San Agustín y tres de sus hermanos terminaron de igual forma su agitado vivir.
De la presencia de Maceo en las primeras filas contra los españoles, además por lo general en los puestos de mayor riesgo es testigo su muy cicatrizado cuerpo. Aun no pasa de los 30 años y ha estado presente en 100 combates, así mismo su organismo estaba marcado con 22 heridas de guerra.
Llegó al grado de mayor general al iniciarse las negociaciones con la metrópolis, para dar por concluida la gesta independentista, acción esta que rechazó. Acababa de obtener una de sus más sonadas victorias, al destruir al famoso Batallón de San Quintín, tras esto Maceo no aceptó la capitulación y su inquebrantable voluntad se alzó en la Protesta de Baraguá.
Persistió en la lucha, alrededor suyo está la mayor parte del Ejercito Libertador Oriental, pero el Pacto del Zanjón le hizo ver, que por el momento era inútil su brava rebeldía. El gobierno provisional de la revolución cedió y en mayo de 1878, la lucha por la libertad de Cuba quedó truncada.
A partir de esta fecha vivió en el extranjero, conoció a José Martí y colaboró con este en la futura gesta emancipadora. La guerra definitiva comenzó, el 24 de febrero del 1895, el general Antonio desembarco en su patria, un 1ro de abril y ese mismo día obtuvo su primer combate victorioso.
Recién comenzadas las hostilidades, se hizo eco la sola presencia de Antonio Maceo en toda la región oriental. Él junto a sus soldados y oficiales arremetió contra los colonialistas ibéricos en varios combates decisivos, como El Jobito, Peralejo y Sao del Indio, que le dieron la pujanza para emprender la noble empresa de la epopeya de la invasión a occidente.
Los jefes de Cuba Libre, el gobierno de la Republica en Armas, decidieron la marcha invasora que llevaría la guerra desde el oriente hasta el occidente del territorio insular. El 22 de octubre del 1895, partió de Baraguá la columna libertaria, al frente iba el presidente de la republica Salvador Cisneros Betancourt y el general Antonio Maceo y Grajales.
Apenas tres meses tardó la hazaña en llegar a Pinar del Río. Atravesaron oriente, la Trocha de Jucaro a Morón, invadieron Las Villas. Derrotaron al enemigo en la gran Batalla de Mal Tiempo, vencieron en Coliseo, a las puertas de La Habana, ocuparon Punta Brava y Marianao. Siguieron al oeste a través de Bahía Honda y Las Pozas, para alcanzar finalmente el poblado de Mantua, el histórico 22 de enero 1896.
Como el general Antonio Maceo conquistó una gloria imperecedera, su obra le ofreció nimbos de leyenda, mantuvo en jaque al enemigo un año más y cayó en una escaramuza, un 7 de diciembre de 1897. Fue un guerrero fogoso y enérgico, un titán de la proeza independentista. Hoy en el 164 aniversario de su natalicio, ocupa un lugar perenne de honor en la historia patria.
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