El Condado, Santa Clara, Villa Clara, junio 11 del 2009 (FDC).La Cultura es universal y no admite fronteras que frenen su múltiple desarrollo. La misma identifica las raíces que unen a los pueblos, le dan personalidad natural e histórica. El nivel cultural de las naciones está directamente asociado a su desenvolvimiento económico.
No existe para algunos estudiosos la ciencia de clases, como afirman los teóricos Marxistas -Leninistas, aunque esta forme parte de la superestructura de la sociedad. La misma es universal, ni es capitalista, ni proletaria y cuando sus múltiples manifestaciones se expresan en las más variadas facetas, rompen las ataduras que pretenden aprisionarla.
Antes y después de la Revolución Cubana, los artistas, escritores, orquestas, grupos musicales, cuerpos de ballet, bailes típicos, pintores, escultores y toda la gama de géneros culturales, han recogido lo mejor de las tradiciones autóctonas de cada país. Porque la cultura une al género humano.
Cuando se busca la definición de “carnaval” en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, encontramos que dice: “Fiestas en que se disfrutaban de gran libertad. Tales fueron los bacanales griegos y los saturnales romanos. La iglesia regularizó y toleró dichas diversiones, fijándoles como fecha primero el año nuevo y luego el principio de la cuaresma”.
En éstas fiestas la población se preparaba en forma febril. Hombres y mujeres, sin distinciones de razas, ni de creencias religiosas, esperaban con ansiedad el inicio de estas actividades carnavalescas, donde cada región aportaba algo característico de la zona, lo que la diferenciaba del resto de las comunidades.
Ejemplo, las parrandas de los municipios Camajuaní, Remedios, Vueltas y las eternas rivalidades fraternales entre los Chivos y Sapos, Gallos y Gavilanes o Ñañacos y Jutíos, son otras manifestaciones culturales, donde se distingue lo majestuoso, lo bello que refleja el esplendor de las carrozas y los trabajos de plaza, que obtienen reconocimiento internacional.
Es innegable, que después del año l959, esta actividad en su desarrollo y forma de manifestarse, ha sufrido cambios muy profundos, en consonancia con las transformaciones políticas ocurridas. Con la Revolución Socialista dejaron de verse en las carrozas, las reinas, estrellas y luceros carnavalescos.
Con anterioridad, al comenzar estas conmemoraciones, se iniciaba un proceso de selección de las aspirantes a reinas. De todos los centros de trabajo y de estudio salían las muchachas patrocinadas por los empresarios privados, claro, cuando éstos existían y el estado no tenia que hacer erogaciones.
Un gran colorido y esplendor se reunía en el desfile de las comparsas y carrozas. Se podía observar serpentinas, confetis, pitos, caretas, marchas y saltos de los muñecones, los cuales hacían más felices a los que accedían a presenciar los paseos con regocijos. Cualquier ciudadano medio y hasta pobre disfrutaba de todo ello.
Hoy, es diferente, las atribulaciones y nostalgias que abaten a los cubanos dejan sus huellas en éstos espectáculos. Paulatinamente desaparecieron, las reinas, las estrellas y los luceros. Ya ni hay muñecones, para que hagan reír a los niños y se perdieron las serpentinas, las mascaras y el disfrute de esa gran libertad.
Todo comenzó cuando el estado representativo del poder totalitario regularizó los mismos. El gobierno del doctor Fidel Castro sitúa los presupuestos y la crisis económica que perdura por 50 años en la isla, imposibilita el desarrollo feliz de la actividad. También los cambios de fechas que rompieron las tradiciones y lo esencial de su contenido.
Festejos populares donde predomina el estado de embriaguez, las riñas y lesionados, sustituyen estas tradiciones en la actualidad. Con el 26 de julio, fecha que marca el asalto al Cuartel Moncada, dan inicio las festividades carnavalescas y no como se concibió en un principio esta genuina expresión de la diversidad cultural.
No existe para algunos estudiosos la ciencia de clases, como afirman los teóricos Marxistas -Leninistas, aunque esta forme parte de la superestructura de la sociedad. La misma es universal, ni es capitalista, ni proletaria y cuando sus múltiples manifestaciones se expresan en las más variadas facetas, rompen las ataduras que pretenden aprisionarla.
Antes y después de la Revolución Cubana, los artistas, escritores, orquestas, grupos musicales, cuerpos de ballet, bailes típicos, pintores, escultores y toda la gama de géneros culturales, han recogido lo mejor de las tradiciones autóctonas de cada país. Porque la cultura une al género humano.
Cuando se busca la definición de “carnaval” en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, encontramos que dice: “Fiestas en que se disfrutaban de gran libertad. Tales fueron los bacanales griegos y los saturnales romanos. La iglesia regularizó y toleró dichas diversiones, fijándoles como fecha primero el año nuevo y luego el principio de la cuaresma”.
En éstas fiestas la población se preparaba en forma febril. Hombres y mujeres, sin distinciones de razas, ni de creencias religiosas, esperaban con ansiedad el inicio de estas actividades carnavalescas, donde cada región aportaba algo característico de la zona, lo que la diferenciaba del resto de las comunidades.
Ejemplo, las parrandas de los municipios Camajuaní, Remedios, Vueltas y las eternas rivalidades fraternales entre los Chivos y Sapos, Gallos y Gavilanes o Ñañacos y Jutíos, son otras manifestaciones culturales, donde se distingue lo majestuoso, lo bello que refleja el esplendor de las carrozas y los trabajos de plaza, que obtienen reconocimiento internacional.
Es innegable, que después del año l959, esta actividad en su desarrollo y forma de manifestarse, ha sufrido cambios muy profundos, en consonancia con las transformaciones políticas ocurridas. Con la Revolución Socialista dejaron de verse en las carrozas, las reinas, estrellas y luceros carnavalescos.
Con anterioridad, al comenzar estas conmemoraciones, se iniciaba un proceso de selección de las aspirantes a reinas. De todos los centros de trabajo y de estudio salían las muchachas patrocinadas por los empresarios privados, claro, cuando éstos existían y el estado no tenia que hacer erogaciones.
Un gran colorido y esplendor se reunía en el desfile de las comparsas y carrozas. Se podía observar serpentinas, confetis, pitos, caretas, marchas y saltos de los muñecones, los cuales hacían más felices a los que accedían a presenciar los paseos con regocijos. Cualquier ciudadano medio y hasta pobre disfrutaba de todo ello.
Hoy, es diferente, las atribulaciones y nostalgias que abaten a los cubanos dejan sus huellas en éstos espectáculos. Paulatinamente desaparecieron, las reinas, las estrellas y los luceros. Ya ni hay muñecones, para que hagan reír a los niños y se perdieron las serpentinas, las mascaras y el disfrute de esa gran libertad.
Todo comenzó cuando el estado representativo del poder totalitario regularizó los mismos. El gobierno del doctor Fidel Castro sitúa los presupuestos y la crisis económica que perdura por 50 años en la isla, imposibilita el desarrollo feliz de la actividad. También los cambios de fechas que rompieron las tradiciones y lo esencial de su contenido.
Festejos populares donde predomina el estado de embriaguez, las riñas y lesionados, sustituyen estas tradiciones en la actualidad. Con el 26 de julio, fecha que marca el asalto al Cuartel Moncada, dan inicio las festividades carnavalescas y no como se concibió en un principio esta genuina expresión de la diversidad cultural.
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