Camajuaní, Villa Clara, 25 de junio del 2009 (FDC). En Cuba ya no existe disciplina laboral, derivada de las dificultades con que viven, los cubanos han perdido el interés de trabajar con y para su gobierno. No es holgazanería, se supone que un país donde se halle un régimen que lo controle todo, también se encargue de proporcionarles las condiciones mínimas de vida a sus obreros.
Para citar solo un ejemplo, tenemos que en este municipio se encuentran los mejores manantiales de agua dulce. Según octogenarios residentes aquí, el agua de “Lowatóng”, nombre del lugar donde están los pozos en esta región, llegaba a todos los hogares y hasta se exportaba para lejanas regiones de la república.
Hoy, los moradores de Camajuaní la reciben por zonas, en días alternos y sesiones compartidas en mañana y tarde. Este horario de distribución acuífera coincide con la entrada y salida a los centros de trabajos, por lo tanto cuando corresponde el turno llegan tarde o se van temprano de sus puestos laborales.
Cabe aclarar, que esta repartición no es del todo segura. Pues mucha de las veces falla por roturas, inclemencias del tiempo, falta de fluido eléctrico o simplemente porque el responsable de esta función padece las mismas dificultades de todos los nacionales y por tanto, prioriza sus necesidades individuales y familiares, para después ir al trabajo.
Aquí, el preciado líquido no llega normalmente al interior de las viviendas, aun cuando se lo sirvan deben robarlo y almacenarlo. Esto lo logran con la instalación de turbinas que adquieren los habitantes por medios propios, para lo que se han cortado en aceras y calles las tuberías que deben conducirlo de la acometida a sus domicilios.
Comienza el espectáculo cuando a las 8: 00 a.m. todavía no ha caído la primera gota que se espera desde la 6 de la mañana. Imagínese pleno horario de labor y todos los que debían ser beneficiados con el servicio parados en las calles y portales a la espera que ocurra el milagro, o sea, que arribe una gota de agua.
Se escucha entonces el angustioso grito en las gargantas de los impacientes necesitados de: “Llegó” y en un acto sincronizado corren todos a conectar sus maquinas en la electricidad. Hay que ser de los primeros en lograr el robo, porque son cientos y hasta miles de aparatos al unísono en la misma faena.
Mujeres y hombres arrodillados en las aceras succionan con exasperadas bocas las mangueras para ayudar a las maquinas en su labor. No saben los motivos por los que lo esperado por tanto tiempo no acaba de fluir con la debida fuerza y creen entonces que solo es cuestión de halar con firmeza y decisión los conductos plásticos.
Al fin, los más perseverantes vencen en el intento, mientras otros resignados esperan que los primeros cuales afortunados terminen. Estos se arriesgan a que corten el fluido eléctrico o se acabe el tiempo otorgado para recibir la limosna líquida. Que dicho sea de paso, hay que pagarla a puntuales inspectores de la Empresa de Acueductos y Alcantarillados.
Sin contar con los demás tropiezos a que se deben enfrentar todas estas personas en el transcurso del día, que se convierte en un asunto cotidiano durantes meses y años. Después de una de estas tensas mañanas a los humildes camajuanenses: ¿Quién les puede exigir que trabajen y que además lo hagan bien?
Para citar solo un ejemplo, tenemos que en este municipio se encuentran los mejores manantiales de agua dulce. Según octogenarios residentes aquí, el agua de “Lowatóng”, nombre del lugar donde están los pozos en esta región, llegaba a todos los hogares y hasta se exportaba para lejanas regiones de la república.
Hoy, los moradores de Camajuaní la reciben por zonas, en días alternos y sesiones compartidas en mañana y tarde. Este horario de distribución acuífera coincide con la entrada y salida a los centros de trabajos, por lo tanto cuando corresponde el turno llegan tarde o se van temprano de sus puestos laborales.
Cabe aclarar, que esta repartición no es del todo segura. Pues mucha de las veces falla por roturas, inclemencias del tiempo, falta de fluido eléctrico o simplemente porque el responsable de esta función padece las mismas dificultades de todos los nacionales y por tanto, prioriza sus necesidades individuales y familiares, para después ir al trabajo.
Aquí, el preciado líquido no llega normalmente al interior de las viviendas, aun cuando se lo sirvan deben robarlo y almacenarlo. Esto lo logran con la instalación de turbinas que adquieren los habitantes por medios propios, para lo que se han cortado en aceras y calles las tuberías que deben conducirlo de la acometida a sus domicilios.
Comienza el espectáculo cuando a las 8: 00 a.m. todavía no ha caído la primera gota que se espera desde la 6 de la mañana. Imagínese pleno horario de labor y todos los que debían ser beneficiados con el servicio parados en las calles y portales a la espera que ocurra el milagro, o sea, que arribe una gota de agua.
Se escucha entonces el angustioso grito en las gargantas de los impacientes necesitados de: “Llegó” y en un acto sincronizado corren todos a conectar sus maquinas en la electricidad. Hay que ser de los primeros en lograr el robo, porque son cientos y hasta miles de aparatos al unísono en la misma faena.
Mujeres y hombres arrodillados en las aceras succionan con exasperadas bocas las mangueras para ayudar a las maquinas en su labor. No saben los motivos por los que lo esperado por tanto tiempo no acaba de fluir con la debida fuerza y creen entonces que solo es cuestión de halar con firmeza y decisión los conductos plásticos.
Al fin, los más perseverantes vencen en el intento, mientras otros resignados esperan que los primeros cuales afortunados terminen. Estos se arriesgan a que corten el fluido eléctrico o se acabe el tiempo otorgado para recibir la limosna líquida. Que dicho sea de paso, hay que pagarla a puntuales inspectores de la Empresa de Acueductos y Alcantarillados.
Sin contar con los demás tropiezos a que se deben enfrentar todas estas personas en el transcurso del día, que se convierte en un asunto cotidiano durantes meses y años. Después de una de estas tensas mañanas a los humildes camajuanenses: ¿Quién les puede exigir que trabajen y que además lo hagan bien?
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