jueves, 25 de junio de 2009

UN TRÍO DE AGRAVIOS, Félix Reyes Gutiérrez.


Ranchuelo, Villa Clara, 25 de junio del 2009 (FDC). Es un castigo para los pobladores cubanos penetrar en las tiendas expendedoras de pesos convertibles, con el sistema de climatización apagado como medida de ahorro energético, pues sales entripado en sudor. Otros maltratos van desde el precio y la calidad de la mercancía hasta la propia atención al cliente.

Estas laceraciones se producen en los comercios pertenecientes a las cadenas ARTEX, Caracol, Meridiano, Habaguanex, Panamericanas y hasta TRD Caribe, esta última perteneciente al Sistema Empresarial de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y regentadas hasta hace unos dos años por el actual presidente de la República de Cuba, Raúl Castro Ruz.

El primer obstáculo con que tropieza el usuario de la isla cuando llega a un establecimiento dolarizado, es que en la mayoría de los casos los trabajadores del lugar no le brindan saludo alguno. Llámese portero, dependiente, jefe de piso, económico y hasta el propio administrador, lo mismo sucede al abandonar el recinto.

Lo contrario acontece si el personal es foráneo. Los trabajadores de la expendeduría trasmiten continuos buenos días o buenas tardes, manipulan los carritos y cargan las jabas de nylon con los productos del ciudadano extranjero. Aunque a la hora que el visitante efectúa el pago, estos tienen que abrir bien los ojos ante la inminente estafa.

Un segundo traumatismo lo constituye el precio de venta de las mercancías expuestas en los estantes y góndolas, ya sean estas del área de peletería, confecciones, útiles del hogar, perfumería o bodeguita. Las cuales presentan en la mayoría de los casos una diferencia entre el precio de costo y venta por encima de un 200 %.

Pantalones jeans cuyo coste de adquisición en tienda es de 7.00 pesos convertibles (CUC), se expenden a un valor por encima de los 15.00 CUC. Vestidos suministrados por los proveedores a 8.00 CUC se vende en cualesquiera de los comercios de la denominada moneda dura cubana en aproximadamente 20.00 CUC.

Ingerir una botella de ron Habana Club, Varadero, Mulata o Santero y cervezas de las marcas Cristal, Mayabe o Bucanero, te precisan desembolsar casi el triple del valor con que se obtuvo el líquido. Lo mismo hay que pagar si fumas cigarrillos con las estampillas Popular, Monterrey, H.Upman o Hollywood.

Otra dificultad que presentan estos negocios propiedad del gobierno, a las que el ciudadano de a pie tiene que asistir obligatoriamente para abastecerse de los productos de primera necesidad. Como son aceites, jabones, pasta dental, detergentes, vestimenta y calzado, es el rápido deterioro de los productos por su caducidad.

Perfumes y desodorantes suministrados por la Corporación Suchel, después de un período de tiempo en los almacenes y exhibidores de las tiendas pierden su fragancia y más de uno huele a alcohol. Disímiles champús que ponen el cabello duro, otros generan caspa, pastas alimenticias como los espaguetis y macarrones en ocasiones presentan gorgojos.

Después de dos o tres meses de haber logrado una camisa, blusa, pulóver, toalla, sabanas, tenis o calzado de vestir, sean del sexo masculino o femenino, se rompen y tienen que comenzar a guardar los centavos poco a poco para obtener uno de estos artículos nuevamente. El pírrico salario promedio de 400 pesos nacionales equivalente a 16. 00 CUC de un cubano de a pie, fuerza a ello.

Proceso nebuloso ocurre con los equipos electrodomésticos, pues estos de sufrir averías en el período de garantía tienes obligatoriamente que ingresarlo en un taller de reparación. Los compradores que reclaman la devolución del dinero, necesitan quejarse repetitivamente y casi hasta el cansancio a la máxima directiva, para que les devuelvan el mismo.

Una canción cubana muy popular dice: “Uno, dos y tres que paso más chévere” y las carreras de atletismo se inician tras las palabras en sus marcas, listo y fuera. El béisbol, nuestro deporte nacional, incluye una jugada denominada tripley play, lo mismo ocurre con cientos de cubanos al arribar a las tiendas convertilizadas, expensos cuando menos a un trío de agravios.

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