La Chirusa, Santa Clara, Villa Clara, 18 de junio del 2009 (FDC). El terror es un sentimiento de autoprotección de los seres humanos ante un contexto hostil que los rodee y que por instantes cause daños físicos y en otros estos sean letales. Para tener ese desasosiego antes de cualquier cosa hay que ser un ser vivo conciente.
Como sistema político el castrismo se caracteriza por tener a sus gobernados aterrorizados, cual única manera de ejercer el poder. El miedo a ser reprimido, es uno de los afectos más recurrentes dentro de todos aquellos sujetos psicológicos, que por desgracia conviven dentro del archipiélago cubano.
Nadie al interior de Cuba osa siquiera simular que se defeca del miedo, ante la peregrina idea de pasar a la categoría de ciudadano marcado por los órganos represivos del régimen. Esto ocurre desde los altos cargos tras los hermanos Fidel y Raúl Castro Ruz hasta los cubanos de mayor pobreza y humildad.
Es un pensamiento de muy mal gusto, el imaginarse de frente y públicamente ante el aparato de control social del comunismo de la más grande isla del mar Caribe. Porque las historias que corren respecto al sufrimientos de las victimas en 50 años de ejercicio del poder fidelista, tiene ejemplo hartos elocuentes.
Los habitantes de la isla crean sofisticados mecanismos de simulación de adhesión política a la tiranía, que compiten con las más creativas de las mentalidades humanas. La palabra de orden es sobrevivir a toda costa y por eso la mentira conductual pasa a un primer plano, cuestión reconocida por los gobernantes cual “doble moral”.
Solo unos pocos han logrado rebasar el miedo ambiente, que se respira a cada paso en Cuba y eso son los opositores pacíficos. Unos seres humanos con virtudes y defectos, pero caracterizados por proyectarles a la masa amorfa de todos los cubanos, que es posible enfrentar al terror de estado abiertamente.
Como disidentes públicos al castrismo entronizado durante media década de abusos y atropellos, ellos sin quererlo se transforman en un punto referencial para enfrentarse al totalitarismo. Y resultan admirados por la inmensa mayoría del pueblo todavía amedrentado, que los convierte en iconos vivientes a venerar.
Estas actuales circunstancias extraordinarias, político-ideológico-económico y sociales por las que atraviesa el gobierno de La Habana, donde quienes detentan el poder se fraccionan ante la solución para salir de la crisis. Ejemplo de eso, es la caída en desgracia de importantes dirigentes castro-fidelistas como Carlos Lage Dávila.
La subida a las altas cúspides gubernamentales de personeros identificados como castro-raulistas, que apoyan la ortodoxia y fundamentalismo de los hermanos Castro. Los recién llegados a estos puestos de confianza mantienen un discurso intolerante, pues de cambiarlo sus cabezas también rodarían como las de sus antecesores.
Una nueva característica se ha agregado a las mentalidades de los represores de oficio, los cuales ante el nivel generalizado de protesta y crítica oral a aspectos del régimen, comienzan a tener miedo. Debido a que hasta los militares y militantes del Partido Comunista de Cuba critican notoriamente aspectos de la Revolución Cubana.
Comenta un sociólogo empírico y estudioso de la realidad cubana de hoy día, el jubilado octogenario don Matías Cantero, que esto mismo ocurrió previo al derrumbe de las dictaduras de Gerardo Machado en 1933 y Fulgencio Batista en 1958. Porque los represores se mimetizaron en dos grupos, los que no deseaban mancharse sus manos y quienes acentuaron la punición.
Ambos conjuntos represivos se percatan que el estado esta a punto de caer y reaccionan según sus rasgos psicológicos de personalidad. Aquellos con matices optimistas ante el futuro son cuidadosos de no golpear u ofender, mientras que los pesimistas arrecian su labor, porque de todas maneras les van a pasar la cuenta. Ellos solo usan el mecanismo del miedo transferido.
Como sistema político el castrismo se caracteriza por tener a sus gobernados aterrorizados, cual única manera de ejercer el poder. El miedo a ser reprimido, es uno de los afectos más recurrentes dentro de todos aquellos sujetos psicológicos, que por desgracia conviven dentro del archipiélago cubano.
Nadie al interior de Cuba osa siquiera simular que se defeca del miedo, ante la peregrina idea de pasar a la categoría de ciudadano marcado por los órganos represivos del régimen. Esto ocurre desde los altos cargos tras los hermanos Fidel y Raúl Castro Ruz hasta los cubanos de mayor pobreza y humildad.
Es un pensamiento de muy mal gusto, el imaginarse de frente y públicamente ante el aparato de control social del comunismo de la más grande isla del mar Caribe. Porque las historias que corren respecto al sufrimientos de las victimas en 50 años de ejercicio del poder fidelista, tiene ejemplo hartos elocuentes.
Los habitantes de la isla crean sofisticados mecanismos de simulación de adhesión política a la tiranía, que compiten con las más creativas de las mentalidades humanas. La palabra de orden es sobrevivir a toda costa y por eso la mentira conductual pasa a un primer plano, cuestión reconocida por los gobernantes cual “doble moral”.
Solo unos pocos han logrado rebasar el miedo ambiente, que se respira a cada paso en Cuba y eso son los opositores pacíficos. Unos seres humanos con virtudes y defectos, pero caracterizados por proyectarles a la masa amorfa de todos los cubanos, que es posible enfrentar al terror de estado abiertamente.
Como disidentes públicos al castrismo entronizado durante media década de abusos y atropellos, ellos sin quererlo se transforman en un punto referencial para enfrentarse al totalitarismo. Y resultan admirados por la inmensa mayoría del pueblo todavía amedrentado, que los convierte en iconos vivientes a venerar.
Estas actuales circunstancias extraordinarias, político-ideológico-económico y sociales por las que atraviesa el gobierno de La Habana, donde quienes detentan el poder se fraccionan ante la solución para salir de la crisis. Ejemplo de eso, es la caída en desgracia de importantes dirigentes castro-fidelistas como Carlos Lage Dávila.
La subida a las altas cúspides gubernamentales de personeros identificados como castro-raulistas, que apoyan la ortodoxia y fundamentalismo de los hermanos Castro. Los recién llegados a estos puestos de confianza mantienen un discurso intolerante, pues de cambiarlo sus cabezas también rodarían como las de sus antecesores.
Una nueva característica se ha agregado a las mentalidades de los represores de oficio, los cuales ante el nivel generalizado de protesta y crítica oral a aspectos del régimen, comienzan a tener miedo. Debido a que hasta los militares y militantes del Partido Comunista de Cuba critican notoriamente aspectos de la Revolución Cubana.
Comenta un sociólogo empírico y estudioso de la realidad cubana de hoy día, el jubilado octogenario don Matías Cantero, que esto mismo ocurrió previo al derrumbe de las dictaduras de Gerardo Machado en 1933 y Fulgencio Batista en 1958. Porque los represores se mimetizaron en dos grupos, los que no deseaban mancharse sus manos y quienes acentuaron la punición.
Ambos conjuntos represivos se percatan que el estado esta a punto de caer y reaccionan según sus rasgos psicológicos de personalidad. Aquellos con matices optimistas ante el futuro son cuidadosos de no golpear u ofender, mientras que los pesimistas arrecian su labor, porque de todas maneras les van a pasar la cuenta. Ellos solo usan el mecanismo del miedo transferido.
Y tu chivaton, no tienes miedo transferido , sino que te encargas con tu inteligencia de transferirselo a otros usando la sicologia que te enseñaron , tu eres al mayor actor que he conocido . So descarao , hipocrita, no tienes miedo de que te quiten esa revista .
ResponderEliminarCoco tu eres el Rey del Terror que le metistes un bastonazo a uno por pensar distinto a ti despues inventastes una historia . Te las pintas de pacifico porque no te tirastes al piso como las payasadas esas que tu haces o te cruzastes de brazo para demostrar que eras un pacifico de verdad .
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