Ranchuelo, Villa Clara, l6 de julio del 2009 (FDC). Con en el desmembramiento del bloque comunista a inicios de la década de los 90 del pasado siglo XX, Cuba realizó cambios en la esfera económica. Surgieron las tiendas comercializadoras de divisas libremente convertibles, un nuevo objeto comenzó a jugar un papel trascendental dentro de la sociedad.
La diseminación de los comercios a todo lo largo y ancho del archipiélago incrementó la producción e importación de las jabas de nylon desechables. Que en un principio desempeñaron la función para la cual fueron creadas, envasar las mercancías que expendían las tiendas de la denominada moneda dura.
Dada la falta de los cartuchos de papel, no tardo mucho tiempo para que estos envases aparecieran como por arte de magia en las bodegas del país. Los dependientes de estas tiendas adquirieron las jabas a través del mercado sumergible y le adicionaban a la compra del usuario el valor que le fijaban al objeto, como forma de ingresar dinero a sus particulares bolsillos.
Más tarde, se desaparecieron de las expendedurías receptoras de pesos convertibles. E incomprensiblemente para la ciudadanía se ofertaron a precios de 0.50 centavos o uno y hasta dos pesos nacionales en las proximidades de panaderías, dulcerías, centros hospitalarios, terminales de ómnibus o trenes, parques, comercios agrícolas y otros lugares.
Personas de la tercera edad con una jubilación insuficiente son los revendedores ilegales de estos envoltorios. Los mismos resultaron diseminados con gran rapidez por las calles de la isla, al punto que los hombres siempre las llevan en los bolsillos de sus pantalones y las féminas dentro de sus carteras.
Los trabajadores agrícolas nunca los olvidan, es el medio para transportar los vegetales y viandas que necesita consumir sus familiares. Obreros que laboran en industrias de equipos pesados los emplean para trasladar tornillos, tuercas y otros útiles deficitarios en el mercado nacional, que hurtan para incrementar los ingresos personales.
En la esfera de la salud pública estos juegan un importante rol, motivo por el cual la voz populi expresa: “Sin jaba no hay consulta”. Los pacientes transportan quesos, jamones, pollos, carnes frescas, cervezas, rones, arroz, frijoles, meriendas y café que regalan a los médicos en cambio de una rápida y decorosa atención
También en cientos de hogares se emplean para empacar desperdicios y restos de alimentos en sustitución de los desaparecidos sacos de yute, cubos o tanquetas viejas. A la vez, en las reparaciones hidráulicas y eléctricas en hogares y automóviles, como cinta adhesiva para empalmar, ante el déficit de tapes.
Quienes se dedican al mercado ilícito las utilizan en el envase de detergentes, galletas, caramelos y otras confituras que venden a granel para procurar evadir la eficacia de los efectivos de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR) y otros agentes del orden público ante las infracciones que acarrea la añejada crisis económica a la isla.
Habitantes que no posen baños en sus casas recurren a ellas para evacuar las excretas en su interior. Luego son depositadas en las aceras de sus cuadras de residencias o lanzadas desde los balcones de los edificios, para que los trabajadores de las empresas de servicios comunales las trasladen hasta los vertederos.
Dicen que dada su probada fidelidad el perro es el mejor amigo del hombre, cosa que nadie se atrevería a juzgar. Igualmente las jabas de nylon son como billeteras o pañuelos de bolsillos imposibles de rechazar, ya que su variada utilidad les ha otorgado un puesto de privilegio en el medio social cubano actual.
La diseminación de los comercios a todo lo largo y ancho del archipiélago incrementó la producción e importación de las jabas de nylon desechables. Que en un principio desempeñaron la función para la cual fueron creadas, envasar las mercancías que expendían las tiendas de la denominada moneda dura.
Dada la falta de los cartuchos de papel, no tardo mucho tiempo para que estos envases aparecieran como por arte de magia en las bodegas del país. Los dependientes de estas tiendas adquirieron las jabas a través del mercado sumergible y le adicionaban a la compra del usuario el valor que le fijaban al objeto, como forma de ingresar dinero a sus particulares bolsillos.
Más tarde, se desaparecieron de las expendedurías receptoras de pesos convertibles. E incomprensiblemente para la ciudadanía se ofertaron a precios de 0.50 centavos o uno y hasta dos pesos nacionales en las proximidades de panaderías, dulcerías, centros hospitalarios, terminales de ómnibus o trenes, parques, comercios agrícolas y otros lugares.
Personas de la tercera edad con una jubilación insuficiente son los revendedores ilegales de estos envoltorios. Los mismos resultaron diseminados con gran rapidez por las calles de la isla, al punto que los hombres siempre las llevan en los bolsillos de sus pantalones y las féminas dentro de sus carteras.
Los trabajadores agrícolas nunca los olvidan, es el medio para transportar los vegetales y viandas que necesita consumir sus familiares. Obreros que laboran en industrias de equipos pesados los emplean para trasladar tornillos, tuercas y otros útiles deficitarios en el mercado nacional, que hurtan para incrementar los ingresos personales.
En la esfera de la salud pública estos juegan un importante rol, motivo por el cual la voz populi expresa: “Sin jaba no hay consulta”. Los pacientes transportan quesos, jamones, pollos, carnes frescas, cervezas, rones, arroz, frijoles, meriendas y café que regalan a los médicos en cambio de una rápida y decorosa atención
También en cientos de hogares se emplean para empacar desperdicios y restos de alimentos en sustitución de los desaparecidos sacos de yute, cubos o tanquetas viejas. A la vez, en las reparaciones hidráulicas y eléctricas en hogares y automóviles, como cinta adhesiva para empalmar, ante el déficit de tapes.
Quienes se dedican al mercado ilícito las utilizan en el envase de detergentes, galletas, caramelos y otras confituras que venden a granel para procurar evadir la eficacia de los efectivos de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR) y otros agentes del orden público ante las infracciones que acarrea la añejada crisis económica a la isla.
Habitantes que no posen baños en sus casas recurren a ellas para evacuar las excretas en su interior. Luego son depositadas en las aceras de sus cuadras de residencias o lanzadas desde los balcones de los edificios, para que los trabajadores de las empresas de servicios comunales las trasladen hasta los vertederos.
Dicen que dada su probada fidelidad el perro es el mejor amigo del hombre, cosa que nadie se atrevería a juzgar. Igualmente las jabas de nylon son como billeteras o pañuelos de bolsillos imposibles de rechazar, ya que su variada utilidad les ha otorgado un puesto de privilegio en el medio social cubano actual.
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