MIEDO Y NECESIDAD DE CAMBIO, Clara Pérez Gómez.

Camajuaní, Villa Clara, 31 de julio del 2009. (FDC). Hoy en Cuba apatía, desinterés, pasividad, acomodo, resignación e intereses personales, se complementan en un solo sentimiento. Este es el miedo que siente el cubano, porque no sabe que etapa del régimen que le han impuesto es la que vive.

Este pueblo nunca fue cobarde, su inseguridad actual en el orden político-social es derivada de los terrores que le ha inducido este gobierno. Desde su llegada al poder los Castros tomaron medidas de restricciones con sanciones drásticas, que han cambiado según los intereses gubernamentales.

La campaña mediática y de relaciones públicas nombrada por el oficialismo “Batalla de Ideas”, trató de convencer a los cubanos de mejoras futuras, pero en la práctica, lejos de lograr la tranquilidad ciudadana, creó un gran desconcierto. Esta perdida batalla, aumento la desconfianza en quienes controlan el poder, por parte de los gobernados.

Suspicacia en todo y en todos, es lo que prevalece en esta isla. Muchos saben que el que aun levanta la mano por esto que ya no tiene denominación, es porque recibe beneficios personales, tanto materiales como económicos. Por lo que aun asustados, son capaces de cualquier cosa por no perder y sobre todo mantener su bienestar.

No hay funcionarios con suficiente moral para exigir orden y respeto, es por todos sabido que trabajan para sacarle provecho de cualquier índole a sus cargos y responsabilidades. Precisamente por eso, es que no son capaces de conseguir asistencia considerable a ninguna convocatoria de actos o reuniones políticas.

Tanto es así, que hubo quien dijo, que el 1ro de mayo en el municipio Camajuaní, fue un desafío a la Central de Trabajadores de Cuba por la inasistencia que primó. Por eso el gobierno de esta localidad para no pasar por la misma vergüenza, si le quedara alguna, solo efectuó en celebración del pasado “26 de Julio”, una gala por invitación en el teatro de dicha municipalidad.

Los que todavía aquí viven, temen a lo que va a pasar con sus familias, amigos, vecinos e incomprensiblemente con los que ahora detentan el poder en este archipiélago. Ellos se encuentran en un gran conflicto ante el cambio necesario que ven acercarse a pasos acelerados y sus necesidades de una prosperidad futura.

Pero todos o casi todos se abstienen de comentar en voz alta lo que sienten, se esconden para decir lo que vieron, oyeron, compraron o comieron. Temen ser aprendidos o apaleados como han visto hacerles o han sido convocados para hacerlo a quienes ellos llaman “locos”, porque no conciben la valentía de los públicos disidentes.

Estos mal llamados “dementes”, luchadores pacíficos por la democracia en este país se mantienen firmes, saben que de ellos depende el destierro de esos miedos. Aun cuando hay quienes se esconden para saludarlos en plena vía pública, los opositores sienten que al hacerlo le dan una muestra de solidaridad, porque no hay mal que dure 100 años… ni cuerpo que lo resista.