La Chirusa, Santa Clara, Villa Clara, 30 de julio del 2009 (FDC). Cuando Fidel Castro Ruz no quiso entrar en negociaciones con los Estados Unidos de América, tras la derrota de la potencia militar yanqui en Viet Nam. El Comandante en Jefe buscó un tonto útil para azuzar el antinorteamericanismo, este fue Salvador Allende.
Hoy día, trata de imponerse como el relevo de esa izquierda extremista latinoamericana, ese mal payaso que es Hugo Rafael Chávez Frías, el presidente de Venezuela. Quien bajo ningún concepto acepta una salida negociada a la situación de la República de Honduras, como si fuese el un ciudadano de la nación.
Todo parece indicar que el golpe de estado se lo dieron a él y no a José Manuel Zelaya Rosales. Algunos analistas de las actitudes histéricas del líder de eso denominado y aun no explicado “Socialismo del Siglo XXI”, creen que el extremismo necesita a Zelaya. Como una manera de mantener la tensión entre los países ricos y pobres.
Las posiciones y actitudes políticas de los estadistas como Luís Ignacio “Lula” Da Silva, Cristina Fernández de Kirchner, Michelle Bachelet o Tabaré Vázquez, presidentes de Brasil, Argentina, Chile y Uruguay respectivamente. No son muy bien vistas por los radicales izquierdistas latinoamericanos.
Estos últimos, por lo general tienden a la negociación versus la confrontación en los litigios internos o externos. Cuestión que no es beneficiosa para mantener encendida la eterna y conveniente llama contra el imperialismo, por lo que han acontecido no pocas polémicas agrias entre tendencias refrenadas y radicales de la izquierda política.
Lo que más repercutió ante la opinión pública internacional resultó sin dudas, la realización de criticas a Lula Da Silva por firmar un multimillonario convenio comercial con Estados Unidos de América. Pues Brasil se transformaba de pronto en un gran productor de alcohol de maíz, para ser usado como combustible.
Una cuestión que disminuía por si sola, el alto nivel de chantaje energético al mundo que hace Chávez Frías a través de sus grandes reservas de petróleo. La capacidad de maniobrabilidad política de los “petrochavez” en el entorno americano, dejó de poseer una efectividad seria tras estas negociaciones.
Esos ataques verbales, ofensivos de un modo sistemático al mediador por antonomasia en la región, el premio Nóbel por la Paz y primer mandatario de Costa Rica Oscar Arias Sánchez. Pueden indicar que los pro-socialistas latinoamericanos necesitan de un conflicto bélico, para así poder desviar la atención sobre sus fracasos económicos.
Con la inmiscuísión en los asuntos internos de los hondureños y el acompañamiento del Ministro Popular de Relaciones Exteriores chavista a la frontera de Nicaragua con la patria de Francisco Morazán del depuesto Zelaya Rosales. Se abre otro capitulo de enfrentamientos entre aquellos que desean la paz y los que necesitan la guerra.
Zelaya Rosales, no es una persona totalmente confiable por su procedencia social, como tampoco lo era Salvador Allende, en el momento histórico que gobernó a Chile. Esta falta de confiabilidad es intrínseca a ellos, según los cánones de la trasnochada filosofía marxista-leninista, que profesan los extremistas de izquierda ubicados desde el río Bravo a la Patagonia.
Dentro de las filas de los seguidores de Chávez, Evo Morales, Rafael Correa, Daniel Ortega y otros desfasados ideológicos, deben comenzar a leer historia. Porque Zelaya Rosales puede estar en su reclamación, solo hasta octubre del 2009. Pero si es ultimado, supuestamente por sus adversarios el fuego de la guerra civil no se apagaría fácilmente en Honduras.
Salvador Allende fue usado para avivar la casi eterna confrontación entre izquierda y derecha en América Latina y ante la inminencia de un nuevo país comunista en este hemisferio sufrió un golpe de estado militar. Se atrincheró en el Palacio de la Moneda y al intentar rendirse lo ultimaron oficiales cubanos. Que ande con cuidado Zelaya… porque se necesita otro Allende.
Hoy día, trata de imponerse como el relevo de esa izquierda extremista latinoamericana, ese mal payaso que es Hugo Rafael Chávez Frías, el presidente de Venezuela. Quien bajo ningún concepto acepta una salida negociada a la situación de la República de Honduras, como si fuese el un ciudadano de la nación.
Todo parece indicar que el golpe de estado se lo dieron a él y no a José Manuel Zelaya Rosales. Algunos analistas de las actitudes histéricas del líder de eso denominado y aun no explicado “Socialismo del Siglo XXI”, creen que el extremismo necesita a Zelaya. Como una manera de mantener la tensión entre los países ricos y pobres.
Las posiciones y actitudes políticas de los estadistas como Luís Ignacio “Lula” Da Silva, Cristina Fernández de Kirchner, Michelle Bachelet o Tabaré Vázquez, presidentes de Brasil, Argentina, Chile y Uruguay respectivamente. No son muy bien vistas por los radicales izquierdistas latinoamericanos.
Estos últimos, por lo general tienden a la negociación versus la confrontación en los litigios internos o externos. Cuestión que no es beneficiosa para mantener encendida la eterna y conveniente llama contra el imperialismo, por lo que han acontecido no pocas polémicas agrias entre tendencias refrenadas y radicales de la izquierda política.
Lo que más repercutió ante la opinión pública internacional resultó sin dudas, la realización de criticas a Lula Da Silva por firmar un multimillonario convenio comercial con Estados Unidos de América. Pues Brasil se transformaba de pronto en un gran productor de alcohol de maíz, para ser usado como combustible.
Una cuestión que disminuía por si sola, el alto nivel de chantaje energético al mundo que hace Chávez Frías a través de sus grandes reservas de petróleo. La capacidad de maniobrabilidad política de los “petrochavez” en el entorno americano, dejó de poseer una efectividad seria tras estas negociaciones.
Esos ataques verbales, ofensivos de un modo sistemático al mediador por antonomasia en la región, el premio Nóbel por la Paz y primer mandatario de Costa Rica Oscar Arias Sánchez. Pueden indicar que los pro-socialistas latinoamericanos necesitan de un conflicto bélico, para así poder desviar la atención sobre sus fracasos económicos.
Con la inmiscuísión en los asuntos internos de los hondureños y el acompañamiento del Ministro Popular de Relaciones Exteriores chavista a la frontera de Nicaragua con la patria de Francisco Morazán del depuesto Zelaya Rosales. Se abre otro capitulo de enfrentamientos entre aquellos que desean la paz y los que necesitan la guerra.
Zelaya Rosales, no es una persona totalmente confiable por su procedencia social, como tampoco lo era Salvador Allende, en el momento histórico que gobernó a Chile. Esta falta de confiabilidad es intrínseca a ellos, según los cánones de la trasnochada filosofía marxista-leninista, que profesan los extremistas de izquierda ubicados desde el río Bravo a la Patagonia.
Dentro de las filas de los seguidores de Chávez, Evo Morales, Rafael Correa, Daniel Ortega y otros desfasados ideológicos, deben comenzar a leer historia. Porque Zelaya Rosales puede estar en su reclamación, solo hasta octubre del 2009. Pero si es ultimado, supuestamente por sus adversarios el fuego de la guerra civil no se apagaría fácilmente en Honduras.
Salvador Allende fue usado para avivar la casi eterna confrontación entre izquierda y derecha en América Latina y ante la inminencia de un nuevo país comunista en este hemisferio sufrió un golpe de estado militar. Se atrincheró en el Palacio de la Moneda y al intentar rendirse lo ultimaron oficiales cubanos. Que ande con cuidado Zelaya… porque se necesita otro Allende.
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