Sakenaff, Santa Clara, Villa Clara, 2 de julio del 2009 (FDC). Muchas facetas de la vida diaria suelen ser llenadas con actos denominados de esparcimiento, como es el caso de la lectura. Esta te traslada a conflictos bélicos que ocurrieron cientos de años atrás y hace que conozcas las vidas de poetas lejanos o la noticia acaecida minutos atrás.
La práctica de leer, no siempre fue la que contó con más adeptos, pues en un principio estuvo encaminada sobretodo a temas de orden dogmático-religioso. El teatro junto a las actividades físicas dominaron el gusto y las mentes con mayor rapidez, ya que estas tuvieron un marcado carácter popular.
Pasó bastante tiempo para que los medios de información llenaran el espacio que hoy ocupan, pues solo una pequeña elite tenía acceso a ellos. El desconocimiento de las letras por parte de muchos fue uno de los grandes frenos, para que la comunicación se propagara, debido a los altos costes de impresión y transporte.
Santa Clara, como todos los grandes centros urbanos de este archipiélago, gozó un día de su primer medio de prensa, en aquel entonces solo existía la prensa plana. Este hecho ocurrió, el 3 de diciembre de 1831, llamándosele al órgano “El Eco de Villa Clara”, gracias al empuje de Don Manuel de Sed y Colón, su primer director.
El Eco tuvo una información, que de acuerdo al periodismo practicado en la época, era considerada variada, poseía tiradas alternas y talleres propios. Desde la imprenta de la calle San Cristóbal todos los martes, jueves y sábados salieron ejemplares cargados de temas nacionales e internacionales, anuncios de compraventa y hechos locales.
Otros periódicos de la localidad fueron “La Publicidad” y “El Villareño”, fundados por el poeta Antonio Vidaurreta y el periodista Armando Machado, respectivamente. El primero considerado el decano de la prensa local, creado en 1904 y circuló hasta mediados de los años 60 del pasado siglo XX.
El segundo ya mencionado, tenía mayor peso editorial y circulación por la antigua provincia de Las Villas con respecto al primero, surgió en los años 40 y fue intervenido, el 8 de agosto de 1962, por el actual gobierno socialista, presidido por el Dr. Fidel Castro, quien lo suplantó al día siguiente por el actual semanario Vanguardia.
Cuando se abre un libro o periódico, quienes lo hacen, intentan sumergirse a través de sus párrafos en una historia que tal vez desconozcan. Esta puede atraerlos creándose así uno de los vínculos más recíprocos, pues el goce crece mientras más los lectores se introducen e identifican con los detalles de ella.
En varias ocasiones hemos escuchado, con total acierto que al leer se aumentan los conocimientos y estos jamás pueden ser dañinos. Aun sin reflejar el punto de vista oficial, al entrar al basto mundo que regala la literatura, la misma no debe ser sectaria, pues en todas sus formas ofrece grandes dosis de sabiduría.
Sobre el ejercicio de leer han escrito las ventajas, todas llevan consigo grandes cargas filosóficas, que han incidido en el desarrollo cultural de la humanidad. Aunque algunos gobiernos despóticos supriman tipos de lecturas, José Martí, el más universal de todos los cubanos les dice: “Las letras solo pueden ser enlutadas en un país sin libertad”.
A pesar de ser considerado un hobby, el acto de hojear un texto impreso ha adquirido nuevas formas de interpretación. Los militares que rigen el destino civil de la Cuba de hoy, no profesan uno de los axiomas que más pregonan públicamente: “Ser culto es la única forma de ser libre”.
La práctica de leer, no siempre fue la que contó con más adeptos, pues en un principio estuvo encaminada sobretodo a temas de orden dogmático-religioso. El teatro junto a las actividades físicas dominaron el gusto y las mentes con mayor rapidez, ya que estas tuvieron un marcado carácter popular.
Pasó bastante tiempo para que los medios de información llenaran el espacio que hoy ocupan, pues solo una pequeña elite tenía acceso a ellos. El desconocimiento de las letras por parte de muchos fue uno de los grandes frenos, para que la comunicación se propagara, debido a los altos costes de impresión y transporte.
Santa Clara, como todos los grandes centros urbanos de este archipiélago, gozó un día de su primer medio de prensa, en aquel entonces solo existía la prensa plana. Este hecho ocurrió, el 3 de diciembre de 1831, llamándosele al órgano “El Eco de Villa Clara”, gracias al empuje de Don Manuel de Sed y Colón, su primer director.
El Eco tuvo una información, que de acuerdo al periodismo practicado en la época, era considerada variada, poseía tiradas alternas y talleres propios. Desde la imprenta de la calle San Cristóbal todos los martes, jueves y sábados salieron ejemplares cargados de temas nacionales e internacionales, anuncios de compraventa y hechos locales.
Otros periódicos de la localidad fueron “La Publicidad” y “El Villareño”, fundados por el poeta Antonio Vidaurreta y el periodista Armando Machado, respectivamente. El primero considerado el decano de la prensa local, creado en 1904 y circuló hasta mediados de los años 60 del pasado siglo XX.
El segundo ya mencionado, tenía mayor peso editorial y circulación por la antigua provincia de Las Villas con respecto al primero, surgió en los años 40 y fue intervenido, el 8 de agosto de 1962, por el actual gobierno socialista, presidido por el Dr. Fidel Castro, quien lo suplantó al día siguiente por el actual semanario Vanguardia.
Cuando se abre un libro o periódico, quienes lo hacen, intentan sumergirse a través de sus párrafos en una historia que tal vez desconozcan. Esta puede atraerlos creándose así uno de los vínculos más recíprocos, pues el goce crece mientras más los lectores se introducen e identifican con los detalles de ella.
En varias ocasiones hemos escuchado, con total acierto que al leer se aumentan los conocimientos y estos jamás pueden ser dañinos. Aun sin reflejar el punto de vista oficial, al entrar al basto mundo que regala la literatura, la misma no debe ser sectaria, pues en todas sus formas ofrece grandes dosis de sabiduría.
Sobre el ejercicio de leer han escrito las ventajas, todas llevan consigo grandes cargas filosóficas, que han incidido en el desarrollo cultural de la humanidad. Aunque algunos gobiernos despóticos supriman tipos de lecturas, José Martí, el más universal de todos los cubanos les dice: “Las letras solo pueden ser enlutadas en un país sin libertad”.
A pesar de ser considerado un hobby, el acto de hojear un texto impreso ha adquirido nuevas formas de interpretación. Los militares que rigen el destino civil de la Cuba de hoy, no profesan uno de los axiomas que más pregonan públicamente: “Ser culto es la única forma de ser libre”.
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