LA TERCERA ESTRELLA, Guillermo Fariñas Hernández.

La Chirusa, Santa Clara, Villa Clara, 23 de julio del 2009 (FDC). La inmensa mayoría de la ciudadanía cubana sabe que los deportistas de alto rendimiento son vigilados meticulosamente. Pues para el decadente régimen totalitario en el poder la superioridad de la Revolución Cubana en las competencias deportivas, se ha transformado en una necesidad de estado.

Lo que casi nadie conoce en el seno del hambreado pueblo de la isla, es a la persona que se encarga de instrumentar y garantizar con malsana minuciosidad el contraespionaje sobre los atletas. Este es uno de los tantos “huecos negros” del irrespeto y la desinformación en que los gobernantes mantienen sumidos a sus gobernados.

Esta responsabilidad en el supercargado aparato represivo del castrismo la posee un hasta hace poco teniente coronel de Seguridad del Estado nombrado José Luís Rabel. Quien es oriundo de esta provincia de Villa Clara y durante mucho tiempo ejerció como miembro del Departamento de Enfrentamiento a la Actividad Subversiva Enemiga.

Que es una dependencia subordinada a la Dirección General de Contra Inteligencia (DGCI) del siempre inefable Ministerio del Interior MININT). Rabel recién graduado de la Escuela Superior de Contrainteligencia “Hermanos Martínez” fue uno de los discípulos de excelencia, del jefe de aquel momento, el hoy coronel destacado en La Habana, Raúl Fernández Mederos.

Su momento estelar le llegó a Rabel, en el año 1995, cuando desmanteló a casi todo el equipo de Villa Clara de béisbol. Una selección que ese momento era el team a derrotar en el deporte nacional, porque bajo la dirección de Pedro Jova había conquistado varios campeonatos nacionales de manera consecutiva.

Sus acusaciones contra los sancionados deportistas fueron risibles, de no ser por las nefastas implicaciones personales que les trajeron a esos atletas. José Luís Rabel los inculpó por sostener llamadas telefónicas con Rolando Arrojo, un estelar lanzador de los equipos Villa Clara y Cuba, que había decidido exiliarse para jugar en las Grandes Ligas de los Estados Unidos de América.

A partir de ahí, fue el especialista en “antisubversión deportiva” a nivel de todo el archipiélago, aunque los celos profesionales de sus colegas radicados en la capital no lo dejaban salir del interior del país. Ya a finales de los años 90, pasado siglo XX, tuvo un encuentro de trabajo con un familiar muy cercano a Fidel Castro Ruz y se abrieron para él, las puertas de La Habana.

Como parte de la Policía Política compartió y supervisó una breve estancia vacacional en la Cayería Norte de Villa Clara, de uno de los hijos predilectos del Comandante en Jefe. Aseguró el asueto del galeno de la selección nacional de pelota, el médico especialista en Ortopedia y Traumatología Antonio Castro Soto De Valle.

Esa amistad ha trascendido y perdurado en el tiempo e incluso por indicación de la familia Castro al jefe de la DGCI, general de división Rafael Calderín Tamayo tuvo órdenes precisas. A este alto oficial se le indicó colocarlo frente al Departamento “Honor y Dignidad”, que atiende la actividad exterior e interior del Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación (INDER).

José Luís, tiene varias tareas entre sus objetivos de trabajo, debido a que su departamento con rango nacional interactúa tanto con la DGCI como con la Dirección General de Inteligencia (DGI). Su razón de ser como represor de oficio es impedir las constantes deserciones que se producen casi semanales por parte de deportistas nacionales.

Una cuestión que no ha podido garantizar y muchos de los oficiales de los cuerpos represivos que con envidia han observado su meteorito ascenso, están a la espera de su indicada defenestración. Sin embargo, hasta ahora nada de eso ha ocurrido con Rabel y sus rivales-colegas celebran cada vez que un atleta deserta, porque lo último que ellos pierden son las esperanzas.

Aquellos que hacen cola sentados y necesitan de su próxima destitución sufrieron una gran frustración, el pasado día 6 de junio del 2009. Pues José Luís Rabel resultó ascendido al grado de coronel del Ministerio del Interior y sus charreteras con el trío de estrellas se las colocó personalmente el propio actual presidente Raúl Castro Ruz.

Dentro del Ministerio del Interior en general y la Seguridad del Estado en particular hay hasta apuestas respecto a la caída o subida de Rabel. No son pocos los que sueñan con verlo regresar derrotado a su modesta vivienda, sita en la calle Juan Bruno Zayas # 8 entre las arterias Marta Abreu y Padre Chao, de la capital de Villa Clara.

A pesar de las recurrentes y publicitas fugas de excelentes deportistas del patio, que toda la población cubana domina de inmediato. Quienes en verdad mandan en este país creen que Rabel es merecedor de cargos y grados, para los que no tiene talento ni meritos históricos, como si poseen otros con graduaciones de mayor o teniente coronel.

Se necesita reflexionar que la sociedad criolla es un sistema político sui generis, donde el verdadero poder está en un proyecto de dinastía familiar. Y José Luís Rabel es amigo íntimo de uno de los príncipes herederos y todavía el viejo rey no ha muerto, mientras que quien gobierna es el regente, que es el tío.

Que el mundo vea que la agresividad del imperialismo llega hasta la esfera deportiva, es el real objetivo de la existencia de Rabel y su “surrealista” departamento. Al castrismo le es necesario hacer el papel de víctima y por eso pone invariablemente chequeo sobre todos los deportistas. El advenedizo está a la sombra de uno de los posibles sucesores, por ello le cayó la tercera estrella.