El Condado, Santa Clara, Villa Clara, 9 de julio del 2009 (FDC). Juan XXIII, calificado por los historiadores como el más influyente Pontífice de la Iglesia Católica Apostólica Romana desde la edad media, dirigió la Carta Pastoral al clero, donde resumía lo fundamental de su programa de acción: “Paz y Unidad”, documento que ratifica el derecho del ciudadano a profesar la religión, tanto en forma pública como privada.
El texto conocido como “La Encíclica”, ha servido para el accionar diario de los feligreses, los cuales a partir de la misma, en diversas partes del mundo han proclamado que todo ser humano es persona, sujeto de derechos y deberes. Los cuales deben ser respetados y promovidos por las autoridades de cualquier estado.
Carlos Marx, creador de la doctrina marxista, cuyos fundamentos ideológicos sirven de base a la creación de los estados totalitarios, proclamó: “La Religión es el opio de los pueblos”. Este pronunciamiento sirvió para justificar un orden de cosas, en que se eliminó por un tiempo el concepto de piedad en el ser humano.
En la práctica, luego de llegar al poder, una de las metas de los partidos marxistas-leninistas es desarticular toda institución, en particular las religiosas. Pues estas por sus doctrinas ideológicas pueden representar una amenaza a sus poderes, los comunistas la caracterizan como una versión distorsionada de la realidad externa.
Vladimir Ilich Lenín, organizador de la dictadura mal llamada del proletariado, el sistema social que esclaviza al hombre convirtiéndole en una bestia parlante. Este interprete más cabal de Marx o Federico Engels, declaró: “Marxismo es materialismo, por lo tanto es el enemigo implacable de la religión”.
Los enemigos de la democracia y de los derechos humanos, desde los primeros momentos, se enfrentaron al contenido de éste documento. En sus párrafos fundamentales se recogió lo esencial de su pensamiento, que considera a la iglesia como interprete del derecho natural y guía de la humanidad.
Dios pertenece a todas las religiones, ya sean estas católicas, evangélicas, otros cristianos, religiones politeístas de origen africano, en fin a todos los que creen en la perfección humana. Lo usan como principio en la solidaridad de su doctrina sociopolítica. Se plantea que el hombre es el fin y la sociedad solo el medio.
“La sociedad sirve para servir al individuo, pero el individuo a su vez debe servir a la sociedad, como cumplimiento de deberes y expresión de solidaridad”. Este magistral documento plantea que la sociedad no está para disminuir la esfera de la libertad, iniciativa o responsabilidad personales, sino para protegerlos.
Hace énfasis en que el ciudadano tiene derecho de participar en la elección libre de los dirigentes políticos y a disfrutar de la propiedad privada. Ésta última, tuvo y tiene para el difunto Papa no solamente una función social, sino también un aspecto importante de su responsabilidad física que ayuda a desarrollar las naciones.
Apoyado en el Artículo 21 de la Carta Universal de los Derechos Humanos Juan XXIII, él enfatiza en su escrito, sobre el derecho del ciudadano a participar activamente en la vida pública. El cual contribuye así afirma: “En la consecución del bien común y un culto a la libertad y la dignidad personal.”
Aspectos en síntesis que recoge la Encíclica: “El derecho a honrar a Dios. La libre búsqueda de la verdad. A la manifestación y defensa de sus ideas, a cultivar cualquier arte o profesión, a ser informado de los sucesos públicos. Derecho a la elección del propio Estado, dé lo cual se deriva el derecho de reunión y asociación”.
Si vuelven a la lectura de la Encíclica, a través del tiempo podrán ver que lo allí planteado es una guía de acción permanente para los fieles. Donde se plantea el derecho de la propiedad privada, como afirmación de personalidad, iniciativa y responsabilidad, estos como elementos de estabilidad familiar y social.
El texto conocido como “La Encíclica”, ha servido para el accionar diario de los feligreses, los cuales a partir de la misma, en diversas partes del mundo han proclamado que todo ser humano es persona, sujeto de derechos y deberes. Los cuales deben ser respetados y promovidos por las autoridades de cualquier estado.
Carlos Marx, creador de la doctrina marxista, cuyos fundamentos ideológicos sirven de base a la creación de los estados totalitarios, proclamó: “La Religión es el opio de los pueblos”. Este pronunciamiento sirvió para justificar un orden de cosas, en que se eliminó por un tiempo el concepto de piedad en el ser humano.
En la práctica, luego de llegar al poder, una de las metas de los partidos marxistas-leninistas es desarticular toda institución, en particular las religiosas. Pues estas por sus doctrinas ideológicas pueden representar una amenaza a sus poderes, los comunistas la caracterizan como una versión distorsionada de la realidad externa.
Vladimir Ilich Lenín, organizador de la dictadura mal llamada del proletariado, el sistema social que esclaviza al hombre convirtiéndole en una bestia parlante. Este interprete más cabal de Marx o Federico Engels, declaró: “Marxismo es materialismo, por lo tanto es el enemigo implacable de la religión”.
Los enemigos de la democracia y de los derechos humanos, desde los primeros momentos, se enfrentaron al contenido de éste documento. En sus párrafos fundamentales se recogió lo esencial de su pensamiento, que considera a la iglesia como interprete del derecho natural y guía de la humanidad.
Dios pertenece a todas las religiones, ya sean estas católicas, evangélicas, otros cristianos, religiones politeístas de origen africano, en fin a todos los que creen en la perfección humana. Lo usan como principio en la solidaridad de su doctrina sociopolítica. Se plantea que el hombre es el fin y la sociedad solo el medio.
“La sociedad sirve para servir al individuo, pero el individuo a su vez debe servir a la sociedad, como cumplimiento de deberes y expresión de solidaridad”. Este magistral documento plantea que la sociedad no está para disminuir la esfera de la libertad, iniciativa o responsabilidad personales, sino para protegerlos.
Hace énfasis en que el ciudadano tiene derecho de participar en la elección libre de los dirigentes políticos y a disfrutar de la propiedad privada. Ésta última, tuvo y tiene para el difunto Papa no solamente una función social, sino también un aspecto importante de su responsabilidad física que ayuda a desarrollar las naciones.
Apoyado en el Artículo 21 de la Carta Universal de los Derechos Humanos Juan XXIII, él enfatiza en su escrito, sobre el derecho del ciudadano a participar activamente en la vida pública. El cual contribuye así afirma: “En la consecución del bien común y un culto a la libertad y la dignidad personal.”
Aspectos en síntesis que recoge la Encíclica: “El derecho a honrar a Dios. La libre búsqueda de la verdad. A la manifestación y defensa de sus ideas, a cultivar cualquier arte o profesión, a ser informado de los sucesos públicos. Derecho a la elección del propio Estado, dé lo cual se deriva el derecho de reunión y asociación”.
Si vuelven a la lectura de la Encíclica, a través del tiempo podrán ver que lo allí planteado es una guía de acción permanente para los fieles. Donde se plantea el derecho de la propiedad privada, como afirmación de personalidad, iniciativa y responsabilidad, estos como elementos de estabilidad familiar y social.
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