Parroquia, Santa Clara, Villa Clara, 23 de julio del 2009 (FDC). En la Cuba Republicana existía un respeto absoluto por determinadas cosas, entre ellas los cementerios, los símbolos patrios y la familia. Fue el propio pueblo el que condenó la ofensa al monumento de José Marti en La Habana por parte de marines yanquis, en la década del 50.
Las grandes transformaciones sociales, a partir del primero de enero del 59, influyeron sobre toda la formación social posterior. La escuela comenzó a cambiar, vinieron nuevos maestros con otra concepción de lo que sería la formación de la juventud. Nuevas leyes aparecieron a sustituir a las antiguas y comenzó la desaparición de la base social anterior.
En la transformación económica, lo que antes era considerado normal, es decir los negocios y la propiedad privada, se convirtió en algo fuera de la ley y punible. Así, la sociedad empezó un lento cambio, con la tendencia a eliminar muchas concepciones, hasta ese momento firmes baluartes de la misma y que preservaban la moral.
Quedaron atrás las tradiciones y el respeto social, el cual prácticamente ha desaparecido. A tal extremo que en un artículo aparecido en el semanario Vanguardia de Villa Clara, del sábado 27 de junio titulado “Misterios”. Pone de manifiesto la desaparición y el maltrato a lápidas y monumentos en la ciudad de Marta Abreu.
Un caso es la losa sobre la tumba de Manuel Serafín Pichardo, poeta e hijo predilecto de esta ciudad, que en el segundo lustro de la década del 80 del pasado siglo XX, desapareció. En el parque de la audiencia uno de los pedestales que soporta la estatua de José Miguel Gómez se esfumó una lámina de bronce, la cual reproducía hechos de la historia independentista.
La inscripción que recordaba a la maestra y patriota Carmen Gutiérrez, recibió los brochazos de un pintor y la que identifico el lugar de nacimiento de Eduardo Machado, patriota villaclareño se evaporó al construirse un parque, debido al mal estado de su casa natal. Igual suerte corrió la tarja en la morada donde vivió la maestra Nicolasa, sita en las calles Maceo y Candelaria.
Agrega además, que en los últimos años parece que el bronce despierta una codicia y los inescrupulosos roban cuantas tarjas desprotegidas encuentran de ese metal y de aluminio para venderlas. A esto podemos añadir el vandalismo en los cementerios, lugares considerados sagrados en toda la historia de la Cuba Republicana.
Algunos argumentan, que es la situación económica de crisis la que compulsa a estos hechos denigrantes, pero en la república también había pobres además de muy pobres y no se producían estos robos. Cuando aquello se decía con orgullo: “Pobre pero honrado”, mientras hoy se dice: “Hay que resolver (robar) para vivir”.
Se llega a la conclusión, de que estos hechos no están implicados solo por problemas económicos, sino que la nueva moral anda muy mal. Y eso, que todos estos conciudadanos, que el diario considera “inescrupulosos”, se formaron en la nueva ética oficialista, al grito en sus primeros años de escuela de: “Pioneros por el comunismo, seremos como el Che”.
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