jueves, 23 de julio de 2009

HONDURAS, LA OTRA OPCION, Joaquín Cabezas De León.

La Ceiba, Camajuaní, Villa Clara, 23 de julio del 2009 (FDC). El domingo 28 de junio, se produjo un hecho significativo, el presidente constitucional de Honduras José Manuel Zelaya Rosales fue depuesto por un golpe de estado. Se constituyó un gobierno de facto encabezado por el señor Roberto Micheletti presidente del Congreso Nacional Hondureño.

A más de 25 días del diferendo Celaya-Micheletti el mismo continúa sin solución y la crisis persiste por todo el país, parece oportuno hacer un análisis que prescinda de los elementos más candentes y epidérmico de la polémica. Es criterio de algunos observadores, buscar otras aristas que puedan esclarecer el complejo y confuso panorama que vive Honduras.

Existe la certeza que la solución a la problemática hondureña que por extensión puede y es de hecho un fenómeno latente en cualquier país de la que José Martí llamo Nuestra América, no la tienen ni los partidarios de los Celaya y menos los seguidores de los Micheletti, no pocos creen que la opción es otra.

En América Latina a finales de la década de los 80, se dan dos fenómenos paralelos. Por una parte un proceso de democratización que convirtió a las dictaduras militares de la doctrina de Seguridad Nacional en democracias emergentes. Los gobiernos recién llegados al poder fueron fehacientes promotores de la declaración Universal de los Derechos Humanos.

Junto a la aplicación de reformas económicas orientadas al mercado dentro de esquemas de políticas liberales, según el criterio de numerosos analistas y observadores, empleadas e instrumentadas sin la suficiente amplitud y profundidad. A medias y dentro del estado intervencionista, perneadas del espíritu del nacionalismo económico latinoamericano.

Estas políticas lograron imponer ciertos controles sobre los gastos estatales, redujeron la inflación, aumentaron las inversiones privadas y el crecimiento económico durante algunos años. No lograron las metas deseadas y la prosperidad anunciada nunca llegó, convirtiéndose en un factor desestabilizador de las jóvenes y frágiles democracias latinoamericanas.

Unos de los paradigmas del atraso de América Latina, para utilizar el concepto del escritor mexicano Enrique Krauze, si lo parafraseamos: “El populismo caudillista se benefició del desencanto de la población con las políticas de Libre Mercado y comenzó a confundir el juicio de los ciudadanos susceptibles a creer en los paraísos terrenales”.

Que recurrentemente prometen estas “izquierdas festivas” e irresponsables, sin un sentido crítico, que solo saben culpar de todos los males del universo al imperialismo y sus lacayos nacionales. Estos populistas que utilizan la democracia para acabar con sus instituciones, son como una suerte de nuevos “Mesías Redentores”.

Solo aspiran a perpetuarse en el poder, varios países latinoamericanos han caído bajo su control, con los Hugo Chávez, Evo Morales, Rafael Correa y el mencionado Zelaya son nuevos caudillos populistas con sus matices particulares. Ellos son hijos desafortunados de esa zona oscura de nuestra modernidad.

Gran parte de los politólogos no incluyen a Fidel y Raúl Castro en este selecto grupo de dirigentes de la extrema izquierda americana. Porque su historia y forma de gobernar aunque tiene algunos puntos de coincidencia con el populismo caudillista latinoamericano rebasan esa condición y se emparientan con líderes totalitarios del siglo XX, como Lenin, Mao, Stalin.

Estos nuevos líderes no tienen respuestas eficaces para los graves problemas del continente, dada su forma arcaica de gobernar, concentrar el poder, su estatismo y demagogia, solo engendra a largo plazo pobreza. Son círculos viciosos de nuestra historia que con aparentes discursos novedosos retornan viejos lemas envueltos en conceptos ambiguos.

Vacíos de contenido como el denominado “Socialismo del Siglo XXI”, que enarbolan en cada tribuna, cual magos que prefieren fabricar ilusiones, a tener un espíritu crítico y creador antes la dura realidad de nuestros pueblos. Un grupo de naciones que buscan desesperadamente su desarrollo económico para consolidar sus instituciones democráticas.

La respuesta de los demócratas latinoamericanos a los desafíos que imponen las realidades y la incursión del “populismo oportunista”. No es, ni puede ser el golpe de estado de los militares hondureños, tan anacrónico y contraproducente como los delirios libertadores de los populistas criollos de última hora.

Micheletti con su democracia de garrote y exclusión es la otra cara de esa zona oscura de nuestra modernidad, no tiene nada positivo que brindar a nuestros pueblos, solo querellas inútiles para defender intereses ilegítimos. Que son un excelente caldo de cultivo para darle aliento al fracasado discurso de los populistas.

Soluciones a estos graves problemas no existen en manuales, la clave es proseguir el debate como resorte para esa construcción permanente que es la democracia. Entendida como un acuerdo para legitimar, delimitar, racionalizar, encauzar el poder y poner frenos a nuestros desatinos políticos, que tanto ha costado.

Recuerdo una respuesta del político e intelectual venezolano Teodoro Petkoff, a la pregunta ¿De qué antivirus se le podría inocular al Chavismo? y Petkoff contestó: “De modo que el antivirus está en el reformismo avanzado. El antivirus está en lo que Europa pudo hacer después de la Segunda Guerra Mundial……”.

Y continuo: “ideando respuestas políticas y sociales a una crisis social sin precedentes. Tenemos el gran desafío de darle a la vía democrática el sólido sustento que dio Europa, cuando en una alianza tácita entre los dos grandes centros políticos –la socialdemocracia y el socialcristianismo pudo aislar progresivamente a los extremos y reducirlos a los márgenes de la sociedad.

Cuando los militares que ahora apoyan a Roberto Micheletti ejecutaron el cambio de presidente en la nación centroamericana. Sin proponérselo abrieron la Caja de Pandora a la irracionalidad y el caudillismo, al descartar las vías constitucionales y dejar a Honduras sin la expectativa de la otra opción.

1 comentario:

  1. interesante el comentario solo que hay un detalle que me hace pensar el autor no conoce la Constitución hondureña vigente desde 1982. Carta Magna que fue violada por Zelaya en unos cuantos articulos lo cual motivó su destitución.
    El Ejercito de Honduras solo cumplió una orden de manera equivocada. No debió sacar a Zelaya de Honduras. Debio arrestarlo y ponerlo a disposición de la Corte Suprema de Justicia para ser juzgado y castigado por los delitos cometidos.
    En Honduras no hubo un golpe de estado al estilo Fulgencio Batista, Pinochet y otros tantos dictadores militares, incluyendo los hermanos Castro en Cuba.
    No ha habido golpe de Estado ni Micheletti es un dictador, simplemente fue nombrado Presidente Provisional,siguiendo las leyes de la Constitución de la Republica de Honduras que establece que el presidente del Congreso Nacional sea el que asuma la presidencia de forma provisional en caso de destitución del presidente.
    El Tribunal Electoral no ha suspendido las elecciones y estas se realizaran como estaban previstas, por lo tanto dentro de unos meses el pueblo hondureño eligirá a su nuevo presidente. Eso no se había visto antes en la historia de America Latina.
    Creo que la opinión internacional ha emitido criterios y condenas apresuradamente sin conocer las leyes de la Republica de Honduras. Por favor no caigamos en esos mismos errores.
    Saludos Esperanza

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