El Condado, Santa Clara, Villa Clara, 15 de octubre del 2009 (FDC). Parte de la política de adoctrinamiento ideológico que desarrollan los grupos de Orientación Revolucionaria, están las dedicadas a la preparación económica. Esta es tarea fundamental del Partido Comunista de Cuba (PCC), cuyo objetivo es familiarizar a la militancia y a los trabajadores en general, en los lineamientos económicos de la máxima dirección política.
Desde que la Revolución se definió socialista y el partido se proclamó el heredero del Partido Revolucionario Cubano de José Martí, además del único autorizado a funcionar en Cuba. De inmediato se dió a la tarea, como lo hicieron sus homólogos de la desaparecida Cortina de Hierro europea, de concientizar a los obreros.
Comenzaron a impartirse clases sobre los principios económicos marxistas. Cazadores de conciencia fueron desplegados en los centros de trabajo y de estudio. Había que crear la necesidad de que el proletariado, ganara en conciencia de clase, para que se convirtiera en la fuerza de choque de la Dictadura del Proletariado.
La obra esencial de Carlos Marx “El Capital”, que resume el contenido económico de esta doctrina. Se convirtió en el manual de estudio obligatorio de todo aquel, que estaba en el aparato del estado, en cualquiera de las estructuras del partido y de los que aspiraban alcanzar un puesto en la elite gobernante.
Cientos de manuales surgieron alrededor de los volúmenes de este clásico tratado. Ellos reforzaban los conceptos que expresaban: .. La plusvalía, propiedad privada, centralización del capital, crisis cíclicas de súper-producción, depauperación de la clase obrera y otros temas, los cuales justificaban su sistema totalitario.
Los vaivenes de la política oficial unido a continuos descalabros en el campo de la economía, minaron el entusiasmo inicial. La teoría se divorciaba cada día más de la práctica, los encargados según los principios leninistas de llevar adelante la revolución proletaria, eran los más afectados por las aberraciones del sistema.
Continuaban los males de la estructura económica heredada del pasado, lejos de resolverse se agudizaron. Cuba seguía como monocultvista, además de monoproductora. La aplicación de una nefasta política de nacionalizaciones, unido a la colectivización de la agricultura frenó el desarrollo del país, los percapitas de consumo disminuyeron y el nivel de vida descendió
Cuando se produjo la caída del Campo Socialista Europeo y el derribo del Muro de Berlín, ya los preceptos económicos marxistas habían perdido terreno. Nadie creía en la superioridad económica del socialismo sobre el capitalismo, de que en el sistema actual el obrero no producía plusvalía, sino plusproducto.
El período especial echó por tierra, lo que quedaba de esas concepciones económicas. La dirección del país abandonó el dogma ortodoxo de la misma y como tabla de salvación aplicó algunas tibias políticas de mercado, se abrió a la inversión extranjera, autorizo negocios por cuenta propia y los mercados paralelos a precios diferenciados o por divisas convertibles.
Desde que la Revolución se definió socialista y el partido se proclamó el heredero del Partido Revolucionario Cubano de José Martí, además del único autorizado a funcionar en Cuba. De inmediato se dió a la tarea, como lo hicieron sus homólogos de la desaparecida Cortina de Hierro europea, de concientizar a los obreros.
Comenzaron a impartirse clases sobre los principios económicos marxistas. Cazadores de conciencia fueron desplegados en los centros de trabajo y de estudio. Había que crear la necesidad de que el proletariado, ganara en conciencia de clase, para que se convirtiera en la fuerza de choque de la Dictadura del Proletariado.
La obra esencial de Carlos Marx “El Capital”, que resume el contenido económico de esta doctrina. Se convirtió en el manual de estudio obligatorio de todo aquel, que estaba en el aparato del estado, en cualquiera de las estructuras del partido y de los que aspiraban alcanzar un puesto en la elite gobernante.
Cientos de manuales surgieron alrededor de los volúmenes de este clásico tratado. Ellos reforzaban los conceptos que expresaban: .. La plusvalía, propiedad privada, centralización del capital, crisis cíclicas de súper-producción, depauperación de la clase obrera y otros temas, los cuales justificaban su sistema totalitario.
Los vaivenes de la política oficial unido a continuos descalabros en el campo de la economía, minaron el entusiasmo inicial. La teoría se divorciaba cada día más de la práctica, los encargados según los principios leninistas de llevar adelante la revolución proletaria, eran los más afectados por las aberraciones del sistema.
Continuaban los males de la estructura económica heredada del pasado, lejos de resolverse se agudizaron. Cuba seguía como monocultvista, además de monoproductora. La aplicación de una nefasta política de nacionalizaciones, unido a la colectivización de la agricultura frenó el desarrollo del país, los percapitas de consumo disminuyeron y el nivel de vida descendió
Cuando se produjo la caída del Campo Socialista Europeo y el derribo del Muro de Berlín, ya los preceptos económicos marxistas habían perdido terreno. Nadie creía en la superioridad económica del socialismo sobre el capitalismo, de que en el sistema actual el obrero no producía plusvalía, sino plusproducto.
El período especial echó por tierra, lo que quedaba de esas concepciones económicas. La dirección del país abandonó el dogma ortodoxo de la misma y como tabla de salvación aplicó algunas tibias políticas de mercado, se abrió a la inversión extranjera, autorizo negocios por cuenta propia y los mercados paralelos a precios diferenciados o por divisas convertibles.
Salvo raras excepciones, conformada por la elite que dirige el país y los elementos comprometidos de la Policía Política, nadie cree en las verdades económicas del leninismo. El país, durante estos casi 50 años, ha sufrido las consecuencias del “dirigismo” en la esfera económica, el colectivismo y la estatización.
Mintieron los agoreros del sistema al decir que Cuba no era invulnerable a las crisis. La situación actual demuestra lo contrario, el pueblo siente la inminencia de un nuevo Período Especial, se vislumbra el cierre de fábricas, miles de trabajadores interruptos, una espiral en los precios debido a la escasez, la sombra del hambre reaparece.
Al cabo de estos 50 años, se evidencia, que la educación económica recibida por este pueblo ha sido pura ficción. La dura realidad pone al desnudo la falacia de una doctrina esclavizadora del ser humano, cuyos exponentes falsifican las conclusiones de la historia, la práctica ha demostrado que el socialismo económico es una utopía.
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