Santa Catalina, Santa Clara, Villa Clara, 8 de octubre del 2009 (SDC). El hombre esta hecho para la comunicación, cada día se convoca aun parlamento social en el que participen todos, activa o pasivamente. La libertad por la que cada uno puede expresar sus sentimientos y opiniones necesarias para la formación recta y exacta de la opinión pública, la libertad de opinión y el derecho a informase y a informar son inseparables.
Esta mutua comunicación, que ante todo debe ajustarse a la ley primordial de la sinceridad de la honradez y de la verdad, fomenta una mayor igualdad entre los hombres e influye en la formación de opiniones al enriquecer la cultura, difundirla, trasmitirla y potenciar sistemas de enseñanzas. La falta o insuficiencia de medios de comunicación son signo de subdesarrollo de un país.
Entre los grandes logros de nuestro tiempo está el progreso tecnológico y el avance conseguido en las comunicaciones. Ahora los valores espirituales pueden ser afirmados y difundidos hasta los confines de la tierra. Si tenemos sentido de la dignidad y la necesidad de la palabra, debemos apasionarnos por el colosal fenómeno de los modernos medios de comunicación.
La alta finalidad de los medios de comunicación la expresó bellamente el periodista español Olegario González de Cardenal en el diario de Ávila, en carta a un reportero amigo donde le decía: “¿Habrá alguien capaz, dispuesto a educar hacia la verdad, la esperanza, la justicia y la solidaridad, en una palabra hacia la humanidad verdadera?”.
Seguidamente expresó: “Yo creo que un periódico tiene esa misión....La historia reciente de la libertad en Occidente va unida a los grandes periódicos…Cuando el furor ciego del poder o del dinero asfixian las conciencias, establecen una verdad artificial, o cierran el ancho horizonte de la vida humana”.
“Tiene que haber hombres e instituciones que sean pregoneros de la verdad común y de la común esperanza frente a intereses, dominaciones, chantajes y coacciones…Quien sana la memoria y alumbra la inteligencia, engendra esperanza. Una de las mejores obras espirituales de misericordia es ayudar a los hombres a razonar lo que pasa”.
Continuó su carta con la necesidad de advertirles: “Por qué les pasa y cómo no les pasará nada si, descubriendo las causas, asumen las responsabilidades…Un periodista es un analista de situaciones. Su diagnóstico es la medicina que él ofrece a los lectores que encontrarán así en él un guía, un médico y un amigo”.
Efectivamente, los mas nobles ideales pueden y de hecho son alimentados, sostenidos y estimulados por los medios de comunicación social, que constituyen un enorme patrimonio espiritual con una aportación muy positiva a la convivencia humana. Una alta valoración del entramado científico, técnico, profesional, cultural y social del fenómeno comunicativo.
Ahí que estar con ojo avizor y comprobar que con frecuencia se esfuerzan la naturaleza y fines de los medios de comunicación para conseguir con ellos otros desenlaces, contiéndase lo que es un medio de servicio informativo en un medio deponer sobre in destinatario a quien no se respeta y hasta se infravalora.
Los receptores tienen el derecho y el deber de exigir que se corrija rápida y claramente las noticias falsas o deformadas, de señalar las posibles omisiones y de protestar cuantas veces los medios de información social hayas desnaturalizados los hechos mismos al sacarlos de su contexto o al darles mayor o menor importancias de la que tienen.
Plegarse a la acción de unos medios de comunicación social que distorsionan la opinión pública al servicio de intereses políticos, económicos o de otra naturaleza conduce a la pérdida de credibilidad, lo que daña la libertad social. Es por eso, tan necesario guardar una ética periodística para que no se afecte y caiga en detrimento la comunicación social.
Esta mutua comunicación, que ante todo debe ajustarse a la ley primordial de la sinceridad de la honradez y de la verdad, fomenta una mayor igualdad entre los hombres e influye en la formación de opiniones al enriquecer la cultura, difundirla, trasmitirla y potenciar sistemas de enseñanzas. La falta o insuficiencia de medios de comunicación son signo de subdesarrollo de un país.
Entre los grandes logros de nuestro tiempo está el progreso tecnológico y el avance conseguido en las comunicaciones. Ahora los valores espirituales pueden ser afirmados y difundidos hasta los confines de la tierra. Si tenemos sentido de la dignidad y la necesidad de la palabra, debemos apasionarnos por el colosal fenómeno de los modernos medios de comunicación.
La alta finalidad de los medios de comunicación la expresó bellamente el periodista español Olegario González de Cardenal en el diario de Ávila, en carta a un reportero amigo donde le decía: “¿Habrá alguien capaz, dispuesto a educar hacia la verdad, la esperanza, la justicia y la solidaridad, en una palabra hacia la humanidad verdadera?”.
Seguidamente expresó: “Yo creo que un periódico tiene esa misión....La historia reciente de la libertad en Occidente va unida a los grandes periódicos…Cuando el furor ciego del poder o del dinero asfixian las conciencias, establecen una verdad artificial, o cierran el ancho horizonte de la vida humana”.
“Tiene que haber hombres e instituciones que sean pregoneros de la verdad común y de la común esperanza frente a intereses, dominaciones, chantajes y coacciones…Quien sana la memoria y alumbra la inteligencia, engendra esperanza. Una de las mejores obras espirituales de misericordia es ayudar a los hombres a razonar lo que pasa”.
Continuó su carta con la necesidad de advertirles: “Por qué les pasa y cómo no les pasará nada si, descubriendo las causas, asumen las responsabilidades…Un periodista es un analista de situaciones. Su diagnóstico es la medicina que él ofrece a los lectores que encontrarán así en él un guía, un médico y un amigo”.
Efectivamente, los mas nobles ideales pueden y de hecho son alimentados, sostenidos y estimulados por los medios de comunicación social, que constituyen un enorme patrimonio espiritual con una aportación muy positiva a la convivencia humana. Una alta valoración del entramado científico, técnico, profesional, cultural y social del fenómeno comunicativo.
Ahí que estar con ojo avizor y comprobar que con frecuencia se esfuerzan la naturaleza y fines de los medios de comunicación para conseguir con ellos otros desenlaces, contiéndase lo que es un medio de servicio informativo en un medio deponer sobre in destinatario a quien no se respeta y hasta se infravalora.
Los receptores tienen el derecho y el deber de exigir que se corrija rápida y claramente las noticias falsas o deformadas, de señalar las posibles omisiones y de protestar cuantas veces los medios de información social hayas desnaturalizados los hechos mismos al sacarlos de su contexto o al darles mayor o menor importancias de la que tienen.
Plegarse a la acción de unos medios de comunicación social que distorsionan la opinión pública al servicio de intereses políticos, económicos o de otra naturaleza conduce a la pérdida de credibilidad, lo que daña la libertad social. Es por eso, tan necesario guardar una ética periodística para que no se afecte y caiga en detrimento la comunicación social.
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