La Ceiba, Camajuaní, Villa Clara, 29 de octubre del 2009 (FDC). La resistencia cívica no violenta es un método de lucha que tiene sus expresiones paradigmáticas en Mahatma Gandhi y Martín Luther King Jr. El primero lo utilizó como instrumento para liberar su país del colonialismo inglés y el segundo como forma de reivindicación de los negros norteamericanos al reconocimiento de sus Derechos Civiles.
Al analizar las posibilidades de la resistencia cívica no violenta, como medio de lucha por la democratización de Cuba. Un primer elemento metodológico a examinar, es que la realidad cubana difiere notablemente de los contextos originales donde se generó, por lo tanto su implementación debe hacerse de forma creativa.
Una “recepción crítica” del espíritu de la filosofía de la no violencia, es tratar de no copiar fórmulas, que no se ajustan al imaginario insular. El régimen político cubano es un sistema totalitario en transición hacia un post-totalitarismo, donde el liderazgo mantiene una “vocación totalitaria” acentuada y ninguna voluntad de cambio.
En Cuba, no existe una sociedad civil alternativa oficialmente reconocida, en el mejor de los casos se encuentra en gestación. Las razones para utilizar la lucha cívica no violenta no tienen un fuerte componente, ni nacionalista-religioso como en la India, ni étnico como la experiencia de la lucha de los negros norteamericanos.
Al revisar la historia nacional, no existen antecedentes notables de utilización en otras épocas de este método, por lo que tiene un carácter inédito. Recuérdese que en la memoria colectiva gravita la cultura de la violencia, por lo que se debe, como proponía Martín Luther King: “…la creación de toda una serie de seminarios para aleccionar sobre la no violencia”.
Decía Gandhi: “… la desobediencia civil es un derecho inherente al ciudadano”, por lo tanto su legitimidad está determinada por su “responsabilidad moral” ante situaciones injustas. Es el momento en que el conformismo, esa forma de “cooperación voluntaria o forzosa”, como él la llamó, con la dominación se convierte en el no conformismo.
Como instrumento eficaz en la liberación, se debe incorporar o se incorpora en Cuba como variable en los métodos de lucha de los grupos pro-democráticos, que tienen como fundamento programático su adecuación contextual. Determinada por etapas, que atienden a parámetros de intensidad, alcance, dinámica, extensión u objetivos a corto, mediano y largo plazo.
Su efectividad dependerá en la medida que estos conjuntos pro-democráticos sean capaces de inducirla en la sociedad y los ciudadanos de a pie la interioricen y asuman sus prácticas. Un elemento que se debe subrayar, es evitar la radicalización extrema y la polarización que conduzca a enfrentamientos que exacerben al escenario nacional.
Reducir el movimiento pro-democrático al ámbito exclusivo de la resistencia cívica, que es un método y no un fin es un error estratégico, pues la visión de la lucha debe ser multidireccional. Las diferentes organizaciones tienen el derecho de elegir sus métodos y vías pacíficas para lograr la democratización del país.
Existe un vínculo estrecho o correlación dependiente entre la promoción y articulación de la Sociedad Civil y las prácticas de la resistencia cívica no violenta. Éste se encuentra interrelacionado y mutuamente condicionado, en una dinámica de conformación de espacios independientes o ámbitos de libertad, que se pueden describir como una relación dialéctica.
Donde los núcleos autónomos o grupos pro-democráticos en su accionar ante el poder totalitario, amplían su influencia en la sociedad. Crean segmentos emergentes, donde la resistencia cívica no violenta se convierte en el método dinámico de consolidación, ampliación y madurez de éstos núcleos autónomos, que representan agentes imprescindibles para el cambio.
Una metáfora capaz de expresar esta interrelación dinámica, entre la resistencia cívica no violenta y la sociedad civil. Indicaría que la sociedad civil alternativa, es el soporte institucional de la resistencia cívica no violenta y la resistencia cívica no violenta, es la insurrección mesurada de la sociedad civil.
Al analizar las posibilidades de la resistencia cívica no violenta, como medio de lucha por la democratización de Cuba. Un primer elemento metodológico a examinar, es que la realidad cubana difiere notablemente de los contextos originales donde se generó, por lo tanto su implementación debe hacerse de forma creativa.
Una “recepción crítica” del espíritu de la filosofía de la no violencia, es tratar de no copiar fórmulas, que no se ajustan al imaginario insular. El régimen político cubano es un sistema totalitario en transición hacia un post-totalitarismo, donde el liderazgo mantiene una “vocación totalitaria” acentuada y ninguna voluntad de cambio.
En Cuba, no existe una sociedad civil alternativa oficialmente reconocida, en el mejor de los casos se encuentra en gestación. Las razones para utilizar la lucha cívica no violenta no tienen un fuerte componente, ni nacionalista-religioso como en la India, ni étnico como la experiencia de la lucha de los negros norteamericanos.
Al revisar la historia nacional, no existen antecedentes notables de utilización en otras épocas de este método, por lo que tiene un carácter inédito. Recuérdese que en la memoria colectiva gravita la cultura de la violencia, por lo que se debe, como proponía Martín Luther King: “…la creación de toda una serie de seminarios para aleccionar sobre la no violencia”.
Decía Gandhi: “… la desobediencia civil es un derecho inherente al ciudadano”, por lo tanto su legitimidad está determinada por su “responsabilidad moral” ante situaciones injustas. Es el momento en que el conformismo, esa forma de “cooperación voluntaria o forzosa”, como él la llamó, con la dominación se convierte en el no conformismo.
Como instrumento eficaz en la liberación, se debe incorporar o se incorpora en Cuba como variable en los métodos de lucha de los grupos pro-democráticos, que tienen como fundamento programático su adecuación contextual. Determinada por etapas, que atienden a parámetros de intensidad, alcance, dinámica, extensión u objetivos a corto, mediano y largo plazo.
Su efectividad dependerá en la medida que estos conjuntos pro-democráticos sean capaces de inducirla en la sociedad y los ciudadanos de a pie la interioricen y asuman sus prácticas. Un elemento que se debe subrayar, es evitar la radicalización extrema y la polarización que conduzca a enfrentamientos que exacerben al escenario nacional.
Reducir el movimiento pro-democrático al ámbito exclusivo de la resistencia cívica, que es un método y no un fin es un error estratégico, pues la visión de la lucha debe ser multidireccional. Las diferentes organizaciones tienen el derecho de elegir sus métodos y vías pacíficas para lograr la democratización del país.
Existe un vínculo estrecho o correlación dependiente entre la promoción y articulación de la Sociedad Civil y las prácticas de la resistencia cívica no violenta. Éste se encuentra interrelacionado y mutuamente condicionado, en una dinámica de conformación de espacios independientes o ámbitos de libertad, que se pueden describir como una relación dialéctica.
Donde los núcleos autónomos o grupos pro-democráticos en su accionar ante el poder totalitario, amplían su influencia en la sociedad. Crean segmentos emergentes, donde la resistencia cívica no violenta se convierte en el método dinámico de consolidación, ampliación y madurez de éstos núcleos autónomos, que representan agentes imprescindibles para el cambio.
Una metáfora capaz de expresar esta interrelación dinámica, entre la resistencia cívica no violenta y la sociedad civil. Indicaría que la sociedad civil alternativa, es el soporte institucional de la resistencia cívica no violenta y la resistencia cívica no violenta, es la insurrección mesurada de la sociedad civil.
Excelente trabajo que citare en un articulo que estoy preparando. Si no le resulta inconveniente por supuesto. Desearia igualmente incluir el blog en mi blogroll. Gracias y saludos.
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