Santa Catalina, Santa Clara, Villa Clara, 15 de octubre del 2009 (FDC). Enrique Pérez Serante, Arzobispo de Santiago de Cuba, en la carta “Vivamos en paz”, con fecha 21 de noviembre de 1960, advirtió: “En los últimos meses, en distintas poblaciones (del país) una representación genuina de los nuevos católicos, que han recibido un llamamiento que no puede ser divino, al raro apostolado de intervenir en los actos internos de nuestros templos”.
Prosigue: “…para regularlos a su manera, llegando en su afán reformador a impedir violentamente la lectura de documentos eclesiásticos…que siempre se han leído en las iglesias católicas de todo el mundo…estos hechos bochornosos e insólitos han culminado el domingo, día 13, en batalla campal al finalizar la Misa, protestamos enérgicamente y con toda dignidad de este proceder agresivo e injusto”.
En nota de prensa, con fecha 22 de noviembre de 1991, los Obispos de Cuba alertaron sobre las consecuencias violentas, que traerán los llamados “actos de repudio”, en los cuales además de palabras insultantes, ha habido golpes y otras acciones agresivas y concluyen con un llamado a amarse unos a otros: “Todo se puede con la fuerza del amor, sin amor todo está perdido...”
Afirmaban además: “Del amor brota la reconciliación, la comprensión, la capacidad de diálogo y la paz”. Todos estos consejos evangélicos, han sido desoídos por los dirigentes del gobierno comunista, creídos de que en el poder residen la fuerza y la razón, con la subvaloración y el desprecio a todos los que se les opongan.
Al aumentar la escalada de violencia la Conferencia Episcopal Cubana, el día 2 de octubre de 1992, clamó ante la participación de las “Brigadas de Respuesta Rápida” en las celebraciones religiosas porque: “…algún tipo de agente del orden han tratado de reducir por la fuerza a la obediencia a personas allí presentes, que intentaban levantar su voz para quejarse o protestar”.
Llamamiento que continuaba así: “Dejamos, pues, constancia también de nuestra total repulsa a que dentro de nuestras iglesias sean tratados con violencia, por cualquier tipo de fuerza organizada, quienes intentan expresarse de algún modo”. Asimismo, en varias ocasiones se les impidió participar en diferentes solemnidades religiosas, a opositores pacíficos.
“Es necesario hacer notar además, que la presencia en las celebraciones religiosas de agentes del orden en ropa civil, portando armas o instrumentos contundentes, es realmente una profanación…resulta ofensiva a toda la tradición cristiana y al respeto que merece el templo como lugar sagrado”, continuaron los Obispos.
Y concluía el Episcopado cubano: “…esto lejos de contribuir al orden, genera nerviosismo y agresividad que amenazan con estallar en cualquier situación…”. Al no resolverse la realidad imperante, escribieron, el 8 de septiembre de 1993, la Carta Pastoral “El Amor todo lo espera”, en la que los Obispos cubanos plantean disímiles aspectos molestos al régimen.
Como fueron: “…que debería erradicarse algunas políticas irritantes, lo cual produciría un alivio indiscutible y una fuente de esperanza en el alma nacional” y mencionaban algunas de ellas como:
Prosigue: “…para regularlos a su manera, llegando en su afán reformador a impedir violentamente la lectura de documentos eclesiásticos…que siempre se han leído en las iglesias católicas de todo el mundo…estos hechos bochornosos e insólitos han culminado el domingo, día 13, en batalla campal al finalizar la Misa, protestamos enérgicamente y con toda dignidad de este proceder agresivo e injusto”.
En nota de prensa, con fecha 22 de noviembre de 1991, los Obispos de Cuba alertaron sobre las consecuencias violentas, que traerán los llamados “actos de repudio”, en los cuales además de palabras insultantes, ha habido golpes y otras acciones agresivas y concluyen con un llamado a amarse unos a otros: “Todo se puede con la fuerza del amor, sin amor todo está perdido...”
Afirmaban además: “Del amor brota la reconciliación, la comprensión, la capacidad de diálogo y la paz”. Todos estos consejos evangélicos, han sido desoídos por los dirigentes del gobierno comunista, creídos de que en el poder residen la fuerza y la razón, con la subvaloración y el desprecio a todos los que se les opongan.
Al aumentar la escalada de violencia la Conferencia Episcopal Cubana, el día 2 de octubre de 1992, clamó ante la participación de las “Brigadas de Respuesta Rápida” en las celebraciones religiosas porque: “…algún tipo de agente del orden han tratado de reducir por la fuerza a la obediencia a personas allí presentes, que intentaban levantar su voz para quejarse o protestar”.
Llamamiento que continuaba así: “Dejamos, pues, constancia también de nuestra total repulsa a que dentro de nuestras iglesias sean tratados con violencia, por cualquier tipo de fuerza organizada, quienes intentan expresarse de algún modo”. Asimismo, en varias ocasiones se les impidió participar en diferentes solemnidades religiosas, a opositores pacíficos.
“Es necesario hacer notar además, que la presencia en las celebraciones religiosas de agentes del orden en ropa civil, portando armas o instrumentos contundentes, es realmente una profanación…resulta ofensiva a toda la tradición cristiana y al respeto que merece el templo como lugar sagrado”, continuaron los Obispos.
Y concluía el Episcopado cubano: “…esto lejos de contribuir al orden, genera nerviosismo y agresividad que amenazan con estallar en cualquier situación…”. Al no resolverse la realidad imperante, escribieron, el 8 de septiembre de 1993, la Carta Pastoral “El Amor todo lo espera”, en la que los Obispos cubanos plantean disímiles aspectos molestos al régimen.
Como fueron: “…que debería erradicarse algunas políticas irritantes, lo cual produciría un alivio indiscutible y una fuente de esperanza en el alma nacional” y mencionaban algunas de ellas como:
1-El carácter excluyente y omnipresente de la ideología oficial, que conlleva la identificación de términos que no pueden ser unívocos tales como: “Patria y socialismo, Estado y gobierno, autoridad y poder, legalidad y moralidad, cubano y revolucionario. Este papel centralista y abarcador de la ideología produce una sensación de cansancio ante las repetidas orientaciones y consignas.” Hay palabras tan sagradas que cuando se les manipula, pierden toda la fuerza que hay en su significado.
2-Las limitaciones impuestas, no sólo al ejercicio de ciertas libertades, lo cual podría ser admisible coyunturalmente, sino a la Libertad misma…”. Cuesta trabajo creer, todas las limitaciones y prohibiciones civiles y democráticas de las que están privados los cubanos en su vida cotidiana.
3-El excesivo control de los Órganos de la Seguridad del Estado que llega a veces, incluso, hasta la vida estrictamente privada de las personas. Así se explica ese miedo que no se sabe bien a qué cosa es, pero se siente…”. Este miedo está motivado porque aquí todo es ilegal, pues no hay un Estado de Derecho, aquí todos son culpables, hasta que prueben su inocencia.
4-El alto número de prisioneros por acciones que podrían despenalizarse unas y reconsiderarse otras, de modo que se pusiera en libertad a muchos que cumplen condenas por motivos económicos, políticos u otros similares”.Al escribirse esta pastoral todavía no se habían encarcelado los 75 periodistas independientes.
5-La discriminación por razón de ideas filosóficas, políticas o de credo religioso, cuya efectiva eliminación favorecería la participación de todos los cubanos sin distinción en la vida del país”.de permitir este aspecto se instauraría la democracia, haciéndose realidad las ideas del Apóstol, cuando dijo que quería:”una República con todos y para el bien de todos”.
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