jueves, 19 de noviembre de 2009

LA LIBERTAD ECONÓMICA, Ramón Jiménez Arencibia.


El Condado, Santa Clara, Villa Clara. 22 de octubre del 2009. (FDC). Declaraba un turista europeo, al preguntársele sus impresiones sobre su reciente visita a Cuba, lo siguiente: “La imposibilidad de expresar lo que se piensa, es la causa esencial del atraso económico del país’’ y agregó: “la falta de institucionalidad, de tolerancia, de violaciones a la democracia, condicionan la no existencia de libertades económicas”.

Estas opiniones expresadas por un turista extranjero del Viejo Continente, confirman como la verdad se abre paso. Los cientos de manuales editados para justificar la existencia de un sistema irracional y toda la campaña que desarrolla la izquierda, para defender el último reducto del estalinismo, están condenados al fracaso.

Las estadísticas sobre crecimientos económicos no reflejan la realidad objetiva. No toda la opinión pública de los países democráticos del mundo, posee un conocimiento exhaustivo, del estado actual de la economía cubana, del daño sistemático que ocasiona a las ya pésimas condiciones de vida de su población, la caduca dirección política.

Al nativo de éste país insisten en mantenerlo alejado del conocimiento de los datos macroeconómicos. Del estado de su balanza de pagos, déficit comercial y financiero, de la caída de los precios de los productos básicos de exportación y la subida de éstos en las importaciones.

No se puede culpar por más tiempo al embargo económico-financiero y comercial, que el gobierno de Estados Unidos de América ejerce contra la isla. Por la situación imperante en el país, que son las consecuencias que acarrea la falta de fuentes de financiamientos y de la imposibilidad de obtener créditos blandos.

De correcta se puede calificar la definición hecha por el visitante de marras, como conclusión de su viaje a la república bananera socialista. El control político del castrismo condiciona la centralización, esto es, la subordinación de todos los aspectos de la vida económica al liderazgo del Partido Comunista de Cuba (PCC).

Hay un hecho cierto, las generaciones nacidas después del triunfo de la Revolución, conocen una “historia mal contada”. Les han enseñado que los males de Cuba fueron heredados por el estado del régimen semicolonial y de los gobiernos corruptos que existieron, hasta el año 1958, en este país.

Desde luego la economía cubana, antes del año l959 del siglo pasado, era subdesarrollada. Presentaba serios problemas estructurales, insuficiente crecimiento económico, monoproductora de azúcar y de productos semielaborados, un por ciento considerable de su Producto Interno Bruto (PIB) se generaba en la rama azucarera, existían serios problemas de empleo y subempleo.

El gobierno castrista prometió resolver las dificultades existentes, los posteriores acontecimientos fueron diferentes. Violentada la libertad se impuso al pueblo cubano un sistema totalitario, el “Centralismo Democrático”, el cual determinaba el sometimiento de toda la vida nacional a la elite vitalicia gobernante, con cerca de 50 años en el poder.

Sobre la base de la planificación se encuentra organizada la economía de esta nación. Aquí los más altos dirigentes del partido toman las decisiones y ordenan su implementación a los administradores de empresas. Las órdenes se establecen en los planes anuales, cuya aprobación radica en una supuesta participación popular.

Por lo menos el extranjero después de contactar con el pueblo de la más Grande de las Antillas, pudo llegar a esa conclusión. Donde que el pensamiento crítico, la independencia de criterios y la libre búsqueda de la verdad, es el único camino para alcanzar la libertad económica.



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