Santa Catalina, Santa Clara, Villa Clara, 29 de octubre del 2009(FDC). En julio de 1994, escribió el Arzobispo de La Habana, Jaime Ortega Alamino, presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba, sobre el desastre del Remolcador “13 de Marzo”, en la carta habla: “…los acontecimientos violentos y trágicos que produjeron el naufragio…donde perdieron la vida tantos hermanos nuestros…”
Y alegó: “…son, según los relatos de los sobrevivientes, de una crudeza que apenas puede imaginarse. El hundimiento de la embarcación que llevaba también mujeres y niños, y las dificultades del rescate de los sobrevivientes no parecen ser de ningún modo fortuitos y esto añade al dolor un sentimiento de estupor y un reclamo de esclarecimiento de los hechos…”
Pedía el Arzobispo: “…depuración de responsabilidades”. Ingenuidad en verdad constituye esta petición, pues bien saben los cubanos cual es la mano tenebrosa que da órdenes como estas, que no constituyen hechos aislados, recuérdese los incidentes espeluznantes de la lancha de recreo “Río Canima”, en Matanzas y el derribo de los aviones de “Hermanos al Rescate”.
Monseñor Ortega Alamino señalaba además: “¿Qué puede llevar al ser humano a lanzarse a aventuras tan riesgosas, sino…desesperación y desesperanza?, ¿Qué puede llevar a otros seres humanos a oponerse con fuerza inusitada a sus hermanos, sino una mentalidad violenta? Aún cuando los modos de pensar y de obrar sean diferentes, ¿no queda espacio para la cordura?”.
Y añadió: “¿Seremos incapaces de tener un corazón misericordioso conociendo y viviendo todos las mismas dificultades? ¿A dónde nos puede llevar esta pendiente peligrosa de la violencia? Sería sabiduría personal o inspiración del Espíritu Santo, este llamado de la conciencia nacional, a la cordura, al amor y a la tolerancia, que como siempre fueron desoídos.
De todos es conocido, que entonces comenzaron las golpizas, que sufren los diferentes grupos de opositores pacíficos, quienes tienen el valor de reclamar sus derechos y libertades, reconocidos en la Carta Magna de las Naciones Unidas y de la cual Cuba es signataria. Los atacantes parapoliciales son turbas violentas manejadas por la Policía Política del país.
Estos últimos, obligan mediante coacción a los trabajadores sencillos, estudiantes, miembros del Partido Comunista de Cuba y de otras organizaciones progubernamentales, a participar en la mayoría de los casos en contra de su voluntad, por el miedo que genera este sistema. Para así dar a entender a la opinión publica internacional, que es el pueblo enardecido.
Con fecha del 24 de agosto de 1994, los Obispos de Cuba, hicieron un llamamiento “A todos nuestros fieles cristianos y a todo nuestro pueblo cubano”, donde dijeron: “Nos preocupa mucho la carga de agresividad y de odio que anida en el corazón de la gente, incluso a veces con derramamiento de sangre de civiles y militares…”
Apenados y dolidos afirmaron: “…deploramos profundamente, como un presagio preocupante, porque el odio siempre engendra odio y nos duele que exista odio entre cubanos”. Reiteraron además su invitación al diálogo para el bien común, tanto para la sociedad cubana como para las relaciones con los Estados Unidos, donde prevalezca la cordura en las negociaciones.
En Cuba hay un solo partido, una sola prensa, una sola radio, una sola televisión y todos responden a los intereses oficiales del gobierno. Un diálogo debe tener en cuenta la diversidad de medios y personas, la pluralidad hay que tenerla presente, cuando se quiere llegar a un consenso, aspecto este que los Castro, no están dispuestos a aceptar.
Todos estos hechos prueban que el Estado totalitario de Cuba, ha entronizado la violencia en el país desde los inicios de su asunción al poder. Para ello no ha escatimado medios, desde las escuelas y los órganos de difusión masiva a su servicio, hasta las diferentes organizaciones de masas que responden a sus intereses.
Con tal de subyugar a los cubanos por medio de la mentira y el terror, los dirigentes comunistas, recurrieron a la violencia, para que así prevalezca un solo criterio, el estatal, pero esto se les ha ido de las manos como tantas otras cosas. Ahora la violencia social se les ha generalizado, convirtiéndose el país y sus las calles en predios del terror.
Y alegó: “…son, según los relatos de los sobrevivientes, de una crudeza que apenas puede imaginarse. El hundimiento de la embarcación que llevaba también mujeres y niños, y las dificultades del rescate de los sobrevivientes no parecen ser de ningún modo fortuitos y esto añade al dolor un sentimiento de estupor y un reclamo de esclarecimiento de los hechos…”
Pedía el Arzobispo: “…depuración de responsabilidades”. Ingenuidad en verdad constituye esta petición, pues bien saben los cubanos cual es la mano tenebrosa que da órdenes como estas, que no constituyen hechos aislados, recuérdese los incidentes espeluznantes de la lancha de recreo “Río Canima”, en Matanzas y el derribo de los aviones de “Hermanos al Rescate”.
Monseñor Ortega Alamino señalaba además: “¿Qué puede llevar al ser humano a lanzarse a aventuras tan riesgosas, sino…desesperación y desesperanza?, ¿Qué puede llevar a otros seres humanos a oponerse con fuerza inusitada a sus hermanos, sino una mentalidad violenta? Aún cuando los modos de pensar y de obrar sean diferentes, ¿no queda espacio para la cordura?”.
Y añadió: “¿Seremos incapaces de tener un corazón misericordioso conociendo y viviendo todos las mismas dificultades? ¿A dónde nos puede llevar esta pendiente peligrosa de la violencia? Sería sabiduría personal o inspiración del Espíritu Santo, este llamado de la conciencia nacional, a la cordura, al amor y a la tolerancia, que como siempre fueron desoídos.
De todos es conocido, que entonces comenzaron las golpizas, que sufren los diferentes grupos de opositores pacíficos, quienes tienen el valor de reclamar sus derechos y libertades, reconocidos en la Carta Magna de las Naciones Unidas y de la cual Cuba es signataria. Los atacantes parapoliciales son turbas violentas manejadas por la Policía Política del país.
Estos últimos, obligan mediante coacción a los trabajadores sencillos, estudiantes, miembros del Partido Comunista de Cuba y de otras organizaciones progubernamentales, a participar en la mayoría de los casos en contra de su voluntad, por el miedo que genera este sistema. Para así dar a entender a la opinión publica internacional, que es el pueblo enardecido.
Con fecha del 24 de agosto de 1994, los Obispos de Cuba, hicieron un llamamiento “A todos nuestros fieles cristianos y a todo nuestro pueblo cubano”, donde dijeron: “Nos preocupa mucho la carga de agresividad y de odio que anida en el corazón de la gente, incluso a veces con derramamiento de sangre de civiles y militares…”
Apenados y dolidos afirmaron: “…deploramos profundamente, como un presagio preocupante, porque el odio siempre engendra odio y nos duele que exista odio entre cubanos”. Reiteraron además su invitación al diálogo para el bien común, tanto para la sociedad cubana como para las relaciones con los Estados Unidos, donde prevalezca la cordura en las negociaciones.
En Cuba hay un solo partido, una sola prensa, una sola radio, una sola televisión y todos responden a los intereses oficiales del gobierno. Un diálogo debe tener en cuenta la diversidad de medios y personas, la pluralidad hay que tenerla presente, cuando se quiere llegar a un consenso, aspecto este que los Castro, no están dispuestos a aceptar.
Todos estos hechos prueban que el Estado totalitario de Cuba, ha entronizado la violencia en el país desde los inicios de su asunción al poder. Para ello no ha escatimado medios, desde las escuelas y los órganos de difusión masiva a su servicio, hasta las diferentes organizaciones de masas que responden a sus intereses.
Con tal de subyugar a los cubanos por medio de la mentira y el terror, los dirigentes comunistas, recurrieron a la violencia, para que así prevalezca un solo criterio, el estatal, pero esto se les ha ido de las manos como tantas otras cosas. Ahora la violencia social se les ha generalizado, convirtiéndose el país y sus las calles en predios del terror.
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