jueves, 5 de noviembre de 2009

NADA NUEVO BAJO EL SOL, Feliberto Pérez Del Sol.

Sakenaff, Santa Clara, Villa Clara, 15 de octubre del 2009 (FDC). “Nada nuevo bajo el sol” al igual que el famoso texto del cantautor español Víctor Manuel, así pudo calificarse el concierto realizado por el franco-español Manu Chao, la noche del 12 de octubre pasado. La propuesta contó además con la participación de varios trovadores locales.

El área recreativa aledaña al estadio de béisbol Augusto Cesar Sandino, en la ciudad de Santa Clara, fue la sede de esta actividad cultural, que el propio artista dedicó a Ernesto “Che” Guevara. Personaje este, qué según declaraciones suyas: “… es guía para toda la izquierda mundial y con él, se sienten identificados varias generaciones…”.

Para nadie fue un secreto la cantidad de jóvenes estudiantes convocados en sus centros de enseñazas, a la cita de marras. Camisetas blancas con idénticas imágenes del argentino, quien además fue director del matadero de seres humanos “La Cabaña”, demostraron que varios no acudieron de manera espontánea.

Este tipo de manifestación artística, auspiciada por el Ministerio de Cultura, Instituto Cubano de la Música y el Consejo Nacional de las Artes Plásticas, como casi todas, poseyó un gran matiz virtualmente político. Asimismo, muchos de los allí presentes optaron por disfrutar de la muestra y de las altas dosis de alcohol que allí ingirieron.

Un mural, obra del dibujante polaco Jacek Wozniak, quien además ilustró el disco de Manu “Siberie M´etait Contte”, presidió el escenario. El mismo mostraba al Che bastante rojo e igual de solo, como en el año 1967 y por demás con un número 42 bien cerca del rostro, que para muchos simbolizaban los términos despectivos al carnero y el pato, en la “charada” local.

Pasadas las 9: 00 p.m. comenzó el maratónico desfile de invitados. Al decir del semanario villaclareño “Vanguardia” los trovadores Marchena, Roly, Alain Garrido, Diego Gutiérrez entre otros fueron los propiciadores del concierto, cada uno de los anfitriones cantó una canción per capita, a los cerca de los 3000 congregados a la gala.

Corría la hora 22, cuando el encargado de clausurar el recital apareció en escena e hizo estallar en aplausos una multitud bien conocedora de su obra. Che Guevara desde lo alto del cartel, no debe haber comprendido a este ser, que con ropaje, facha y andar “underground”, solo le mencionó, para asombro suyo, en una ocasión.

Igual de absorto quedaría el mítico aventurero de Rosario, él, que tanto habló de un “hombre nuevo”, revolucionario y social, si hubiera podido escuchar los textos de quien vino a cantarle. Jamás abordó el cantor, temas que rozaran con el gastado discurso antinorteamericano, practicado por la mayoría de los gobernantes cubanos.

Desde el primer acorde se vió claro, cuales eran las preferencias donde bebía este cantante de híbridos géneros musicales. La rumba franco-flamenca desbordó con sabor a emigrante andaluz unas veces, mientras otras se percibieron claras referencias al Ballenato Colombiano comercial, hasta tomar dosis del trecero mayor cubano, Francisco “Pancho” Amat.

Los fan más enérgicos alucinaron de placer, cuando de los labios del radicado en Barcelona se escucho decir: “Bienvenida Tijuana”. Canción todo un himno para los adictos a pasiones sin limites, pues su estribillo sexo, tequila y marihuana, brotó de cada difónica garganta, con tanta fuerza que el Conjunto Escultórico Ernesto Guevara debió estremecerse.

Cerca de una hora duro este aquelarre, donde las brujas idealizadas, con revivir el pueril ideal guevariano, se marcharon como mismo llegaron, “virtuales”. Sin embargo, quedó un deseo en la multitud de seguir el sueño de irreverencia, inconformidad y liberador de adrenalina vivido en esta calurosa jornada.

Pudo verse nuevamente el fracaso del gobierno comunista, al intentar manipular la cultura en beneficio propio. Olvidan estos señores, que cuando la vieja formula de texto y melodía no coincide, los espectadores de la audición descubren el timo ejercido sobre ellos en el gran circo y comprenden que no acaeció nada nuevo bajo el sol.






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