La Ceiba, Camajuaní, Villa Clara, 1ro de octubre del 2009 (FDC). La noticia de la muerte de Juan Carlos fue de esos golpes que por absurdos abren grietas, es esa zona de desastre que nos hacen pensar que Nietzsche, como filósofo tenía algo de oscura razón. La muerte, como un país desolado deja una mescla de desesperanza y rabia.
Era un joven que poseía una rara proyección. Hijo de un matrimonio disfuncional, desde temprana edad y en un medio hostil, tuvo por norma buscarse la vida en sus incursiones en el mercado negro, donde con su esfuerzo y espíritu emprendedor progresó para asombro de muchos.
Junto con sus habilidades para el negocio y la inversión, desarrolló una extraordinaria sensibilidad para la poesía, que de manera autodidacta cultivaba. Solo pudo estudiar hasta el 12 grado, pues el “periodo especial” lo privo como a muchos jóvenes cubanos, de alcanzar la universidad y desarrollar sus habilidades literarias.
Como escritor no tuvo la misma suerte que en los negocios, aunque no le faltó voluntad y constancia. Pero las percepciones de los burócratas de los Talleres Literarios chocaban con su sinceridad y pasión por decir la verdad, como proponía Heberto Padilla y lo catalogaban de un contestatario, que para colmo ni estudió filología.
Lo de la poesía se convirtió en una catarsis, para desalojar a los demonios que habitaban su memoria y el corazón, solo leía sus poemas a amigos íntimos y a familiares. Pero la otra vocación la impulsó, hasta diversificar sus negocios de vendedor de jabones y detergente en el campo, se convirtió en inversionista de proyectos artesanales.
Esa transformación y ampliación del capital lo llevó al comercio de las antenas parabólicas y los “bancos de películas”, al punto de llegar a tener seis mensajeros que distribuían en todo el municipio y en zonas aledañas los materiales audiovisuales. Negocio que unido a la venta de DVD lo lanzó al estrellato local.
Ignoraba el agencioso Juan Carlos, que debido a esta iniciativa el D T I (Dirección Técnica de Investigaciones) le tenía abierto un expediente por Peligrosidad Social Pre Delictiva. De la noche a la mañana comenzaron los registros sorpresivos, las citaciones policiales y las flamantes Actas de Advertencia, que lo convirtió en objetivo predilecto del Jefe de Sector policial.
Bajo este acoso no podía vivir y tomó la decisión más transcendental de su vida, se iría fuera del país. Como todo joven cubano el sueño americano y sus posibilidades de obtención se convirtió en el horizonte de realización personal, después sacaría a esposa e hijo, pero él tenía que ponerse en tierra de libertad.
Una noche calurosa del verano de 2005, junto con otros jóvenes se lanzo lleno de sueños a conquistar, lo que le era negado en su propia tierra, por la costa norte de la provincia de Matanzas. A los dos días, de la travesía se perdieron en el mar y jamás se supo de ellos.
Por eso agosto, puede ser también el mes más cruel para refutar a Eliot. Su madre encontró entre sus papeles un libro de poema que Juan Carlos escribía por eso días, como premonición de lo que sería su destino, el poemario se titula “Las Coordenadas de la Patria” y tiene un poema muy alegórico, que se reproduce a continuación:
Ahora que mi país es un mar inalcanzable
Ahora que mi país es un mar inalcanzable,
y la vida parece una ruta empedrada
donde tropiezo una y otra vez
con la desesperanza y el polvo.
Yo que soñaba con tener una patria
un horizonte de cristal fino
donde dios colgara la esperanza
de un frondoso árbol,
y cuidar del cielo de mi comarca
como quien custodia un recién nacido.
Y descubro que mi país
es un mar inalcanzable,
y soy simplemente un hombre
en esta cartografía imprecisa
que algunas veces
parece una mentira o un sueño.
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