Parroquia, Santa Clara, Villa Clara, 10 de septiembre del 2009 (FDC). Muchos observadores de la realidad cubana se preguntan ¿Cómo los cubanos a través de sus vicisitudes históricas han podido resistir tantas calamidades? Algunos analistas nacionales que no son precisamente académicos, afirman que el cubano ha hecho una cultura del humor al reírse de sus propias desgracias.
En 22 de abril de 1898, aparecieron frente al litoral de San Lázaro en La Habana, los barcos de la escuadra americana encargados de establecer, como primera medida de la guerra hispano- yanqui el bloqueo de la isla. El gobierno español había advertido al pueblo que la aproximación a la costa de dicha escuadra, se anunciaría con tres cañonazos disparados desde el Castillo del Morro.
A las cinco de la tarde, sonaron los tres cañonazos y La Habana entera, en medio de un ensordecedor vocerío de entusiasmo y de esperanza en unos y reto en otros, acudió en masa al Castillo de la Punta e invadió los arrecifes de San Lázaro. Solo para contemplar el inusitado espectáculo que iba a ofrecerse.
La alarma cundió entre la población habanera, unos decían que el desembarco se verificaría aquella misma noche por el Mariel, otros que ya lo habían hecho por la bahía de Matanzas. Mientras algunos hablaban de un inminente bombardeo a la ciudad a las primeras horas del día. Cuentan las crónicas que los vendedores de catalejos hicieron su agosto con este negocio.
A pesar de la situación de guerra, los capitalinos cubanos en fin, tomaron el asunto con más risas y jaranas que la seriedad que la situación demandaba. Risas, chistes y comentarios cómicos dieron vida y aliento a uno de los periodos más pintorescos de nuestra historia. Observados con anteojos se podían apreciar los detalles de las unidades que bloqueaban el puerto.
Entre ellos el acorazado Iowa, se destacaba por su pronunciada anchura en sus bordas. Así, cuando se veía en la calle una mujer gruesa, los “pepillos” de la época no tenían reparo en gritarle “El Iowa”. Todos los días rumbas y décimas recorrían las calles y se cantaba: “En casa de Josefina- no se come más que harina-con melcochita sabrosa-que le vende Sinforosa”.
Varios fueron los barcos que burlaron el bloqueo al aprovechar las sombras de la noche. El vapor español “Monserrate” salió de la bahía con todas sus luces apagadas y arribó sin novedad a México. Después regresó para abastecer a los habaneros de víveres a su vuelta a Cuba, lo cual hizo por la bahía de Matanzas y mas tarde repitió la operación y recaló en Cienfuegos.
El general Blanco, entonces Capitán General de la Isla y a quien el destino reservaba para escribir aquel mensaje histórico al pueblo: “No siempre el valor acompaña a la fortuna”, había jurado a la multitud que se congregó en la Plaza de Armas, desde el balcón de palacio: “Voy luchar hasta verter mi última gota de sangre”. ¡Pero más tarde murió de anemia!
Las acciones bélicas mas trascendentes, fueron los cañonazos cruzados entre la batería de Santa Clara y uno de los acorazados americanos al entrar de forma furtiva la goleta Santiago al puerto, la cual arribó por fin al muelle indemne. El bombardeo a Matanzas por la escuadra norteamericana, produjo solamente la muerte de una acémila de la artillería española.
El teatro “Alambra” que se caracterizaba por la representación de temas actuales, presentó inmediatamente el cómico lírico titulado “El bombardeo del Mulo”, que duró en el cartel el resto del bloqueo a la capital. Aseguran los periódicos de ese tiempo se alcanzó una buena recaudación, que les permitió pasar aquellos cuatro meses históricos.
A pesar de la carencia de víveres que se experimentaba, rara vez ocurría el asalto a una bodega de barrio, lo que solamente aconteció, cuando en alguna de ellas se acaparaba maliciosamente algún saco de arroz, para venderlo después a buen precio. El maíz tierno abundaba y se comieron tamales o frituras de maíz los habaneros de entonces, por el de sus vidas.
Ahora también tenemos “bloqueo”. Este es usado por muchos, cuando no quieren trabajar, o desean guardar alguna pieza para la bolsa negra. Le espetan al cliente: “Eso que usted quiere no se puede” o “figúrese estamos bloqueados”. Los clientes o usuarios según el caso tienen que morir de un infarto o conformarse con la respuesta.
Pero al igual que en fecha pretérita el cubano de hoy, recurre por lo general a la chanza. Cuando cosas como esta le pasan, usualmente responden: ‘A cual bloqueo… al yanqui o al interno”. Y si ve que la cosa no tiene arreglo, apela a la famosa frase, que se ha hecho una leyenda en el país y que dice: ‘Mi mismo no cojas lucha…. que lo importante es ver el fin de la película”.
Cultura según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (DRAE) se lee en su interpretación popular: “Conjunto de las manifestaciones en que se expresa la vida tradicional de un pueblo”. Así que los estudiosos de lo que pasa en este archipiélago, deben comprender que para el cubano de a pie, también se es culto, cuando las adversidades se toman como una broma.
En 22 de abril de 1898, aparecieron frente al litoral de San Lázaro en La Habana, los barcos de la escuadra americana encargados de establecer, como primera medida de la guerra hispano- yanqui el bloqueo de la isla. El gobierno español había advertido al pueblo que la aproximación a la costa de dicha escuadra, se anunciaría con tres cañonazos disparados desde el Castillo del Morro.
A las cinco de la tarde, sonaron los tres cañonazos y La Habana entera, en medio de un ensordecedor vocerío de entusiasmo y de esperanza en unos y reto en otros, acudió en masa al Castillo de la Punta e invadió los arrecifes de San Lázaro. Solo para contemplar el inusitado espectáculo que iba a ofrecerse.
La alarma cundió entre la población habanera, unos decían que el desembarco se verificaría aquella misma noche por el Mariel, otros que ya lo habían hecho por la bahía de Matanzas. Mientras algunos hablaban de un inminente bombardeo a la ciudad a las primeras horas del día. Cuentan las crónicas que los vendedores de catalejos hicieron su agosto con este negocio.
A pesar de la situación de guerra, los capitalinos cubanos en fin, tomaron el asunto con más risas y jaranas que la seriedad que la situación demandaba. Risas, chistes y comentarios cómicos dieron vida y aliento a uno de los periodos más pintorescos de nuestra historia. Observados con anteojos se podían apreciar los detalles de las unidades que bloqueaban el puerto.
Entre ellos el acorazado Iowa, se destacaba por su pronunciada anchura en sus bordas. Así, cuando se veía en la calle una mujer gruesa, los “pepillos” de la época no tenían reparo en gritarle “El Iowa”. Todos los días rumbas y décimas recorrían las calles y se cantaba: “En casa de Josefina- no se come más que harina-con melcochita sabrosa-que le vende Sinforosa”.
Varios fueron los barcos que burlaron el bloqueo al aprovechar las sombras de la noche. El vapor español “Monserrate” salió de la bahía con todas sus luces apagadas y arribó sin novedad a México. Después regresó para abastecer a los habaneros de víveres a su vuelta a Cuba, lo cual hizo por la bahía de Matanzas y mas tarde repitió la operación y recaló en Cienfuegos.
El general Blanco, entonces Capitán General de la Isla y a quien el destino reservaba para escribir aquel mensaje histórico al pueblo: “No siempre el valor acompaña a la fortuna”, había jurado a la multitud que se congregó en la Plaza de Armas, desde el balcón de palacio: “Voy luchar hasta verter mi última gota de sangre”. ¡Pero más tarde murió de anemia!
Las acciones bélicas mas trascendentes, fueron los cañonazos cruzados entre la batería de Santa Clara y uno de los acorazados americanos al entrar de forma furtiva la goleta Santiago al puerto, la cual arribó por fin al muelle indemne. El bombardeo a Matanzas por la escuadra norteamericana, produjo solamente la muerte de una acémila de la artillería española.
El teatro “Alambra” que se caracterizaba por la representación de temas actuales, presentó inmediatamente el cómico lírico titulado “El bombardeo del Mulo”, que duró en el cartel el resto del bloqueo a la capital. Aseguran los periódicos de ese tiempo se alcanzó una buena recaudación, que les permitió pasar aquellos cuatro meses históricos.
A pesar de la carencia de víveres que se experimentaba, rara vez ocurría el asalto a una bodega de barrio, lo que solamente aconteció, cuando en alguna de ellas se acaparaba maliciosamente algún saco de arroz, para venderlo después a buen precio. El maíz tierno abundaba y se comieron tamales o frituras de maíz los habaneros de entonces, por el de sus vidas.
Ahora también tenemos “bloqueo”. Este es usado por muchos, cuando no quieren trabajar, o desean guardar alguna pieza para la bolsa negra. Le espetan al cliente: “Eso que usted quiere no se puede” o “figúrese estamos bloqueados”. Los clientes o usuarios según el caso tienen que morir de un infarto o conformarse con la respuesta.
Pero al igual que en fecha pretérita el cubano de hoy, recurre por lo general a la chanza. Cuando cosas como esta le pasan, usualmente responden: ‘A cual bloqueo… al yanqui o al interno”. Y si ve que la cosa no tiene arreglo, apela a la famosa frase, que se ha hecho una leyenda en el país y que dice: ‘Mi mismo no cojas lucha…. que lo importante es ver el fin de la película”.
Cultura según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (DRAE) se lee en su interpretación popular: “Conjunto de las manifestaciones en que se expresa la vida tradicional de un pueblo”. Así que los estudiosos de lo que pasa en este archipiélago, deben comprender que para el cubano de a pie, también se es culto, cuando las adversidades se toman como una broma.
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