jueves, 22 de octubre de 2009

LAS TRABAS A LA TROVA, Feliberto Pérez Del Sol.


Sakenaff, Santa Clara, Villa Clara, 17 de septiembre del 2009 (FDC). En Cuba, los artistas relacionados con la más universal de las artes que quieran radiar o televisar su obra, deben acatar ciertos designios. Han de proyectar una idea en sus textos, donde se muestren serviles al régimen, de lo contrario sus voces e imágenes desaparecen de estos medios.

Otro método usado por los enrolados en el medio sonoro, que le ha dado cierto espacio a algunos, es proyectar una figura no hostil a los gobernantes. Este novedoso medio de salvación a la censura reinante, consiste en no atacar directamente a los de “arriba”, se evita así el ostracismo que esto conlleva.

Sería injusto etiquetar a todos los músicos cubanos con uno de estos calificativos antes expuestos. Pues varios son los juglares que de manera estoica continúan su peregrinar por llevar el arte deseado, a un público ávido de lírica reflexiva, sin caer en las adulonerías amistosas con el sistema político.

Seguramente desean los encomiados y oponentes que se le muestre algún caso, donde se perciba el accionar de uno u otro bando, como el arte tiene que ser positivo, el ejemplo es Pedro Luís Ferrer. Coterráneo, antes de fragmentarse la provincia de Las Villas y si lo permite colega, por su blog Marimbular.

Ferrer se saturó, de salir en la pantalla chica, así como por receptores de onda media y frecuencia modulada, en los años 80 del pasado siglo. Durante aquella década sus guarachas, hoy auto denominadas por el propio autor de “Changüitas”, hicieron furor en todo el archipiélago cubano con éxitos como “Artilleras”, “Pijirigua”, “Yemayá”, “Espuma y Arena”.

Todos estos hit llevaban consigo grandes dosis de poesía española, que mezcladas con elementos africanos yorubas, se convirtieron en el ajiaco cultural preconcebido por el etnólogo Don Fernando Ortiz. Pero hubo algo más, sus contenidos fueron pro militaristas y hasta un Fidel antes que Jesús y la ciencia, sin embargo no practicó la doble moral.

La caída del Muro de Berlín y según Fukuyama, el fin de la historia, hizo que el cantautor nacido en Yagüajay, enfilara sus cuerdas todas a otros temas de mayor compromiso con los isleños. Surgieron entonces canciones como “Marucha la Jinetera”, “Todos por lo Mismo”, “100% Cubano” y la archi conocida “Abuelo Paco”, ninguna llegó a los oídos de sus fans por vía oficial.

Realidades existentes sólo, según la prensa oficial, en países no socialistas salieron de los labios de Pedro Luís. La prostitución retratada en “Marucha...”, a la que violaron cuando apenas despuntaba. Al igual con el homosexualismo, al plantear: “…lo discriminan por ser así, mejor se fijan en los burgueses, que mientras hablan de restringir comen y beben como los reyes”.

Todo lo esbozado anteriormente parecía encasillar a Pedro Luís Ferrer en una especie de oportunista, siempre vendido al mejor postor. Contó el poeta una vez, que en aquellas canciones, la de los 80, se sentía plenamente identificado, ya que eran las que correspondían a aquellos tiempos y que hoy, no las escribiría, ni mucho menos entonaría.

Ferrer ha pagado caro con su postura anticomercial y sobretodo contestaría, en lo referente a conciertos, grabaciones y publicidad. Pero el artista comprometido con la contemporaneidad vivida, no vaciló en hacer lo correcto para sí. Actitud esta admirada por la legión de seguidores que colman cada presentación suya.

Alejado de forma voluntaria o impuesta, de los pulpos nacionales que dominan los estudios de grabación, se suma a su obra un disco más. Este se denominará “Tangible” y al igual que anteriores fotogramas suyos como “Caliente”, “Rústico” y “Natural”, que fueron grabados en su propio y modesto estudio, los gastos son mínimos y las decisiones no tienen que ser consultadas.

Todavía el panorama cultural cubano sigue sin sacudirse de varias trabas impuestas hace medio siglo, algunos son los intérpretes lanzados al borde del escenario, solo por no servir de bufones a la corte castrista. Para suerte de muchos estos enfilan el verdadero rumbo de un arte, que cuanto más lo marginan, con mayor ímpetu crece.

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