Un día de los primeros años de la década del 60 del pasado siglo XX, venía un ómnibus que decía por todos lados “Socialismo” y un hombre barbudo con traje militar de verde olivo que representaba a Cuba, pidió suplicante montarse gratis en aquel medio de transporte. En aquel bus iban otros personajes como pasajeros, que representaban a Alemania Oriental, Albania, Bulgaria, China, Checoslovaquia, Hungría, Polonia, Rumania y Yugoslavia.
El vehículo lo manejaba una persona con la cabeza muy grande y pequeño de estatura, que se representaba a algo denominado Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. A los muchos kilómetros de pronto el ómnibus se detuvo y el chofer les informó a todos los pasajeros:
- No podemos continuar porque la economía entre nosotros está muy mala y tenemos falta de combustible.
Tras comunicarles esto, el chofer fue el primero en bajarse del medio de transporte y casi todos lo siguieron y se bajaron junto con él. Sin embargo el último que se había montado se aferró a su asiento y comenzó a gritar a toda voz a los transeúntes que lo miraban y a los que ya se habían bajado del vehículo:
-Esta guagua tiene que continuar, no me pueden dejar aquí solo y yo no tengo Licencia de Conducción”.
Mientras aquel despotricaba, la gran parte de los que se desmontaron se subieron en otra guagua que rezaba por todos sus costados “Capitalismo”. Entonces el barbudo les gritó:
-¡Ustedes son unos traidores…… porque me han dejado aquí solo!
El conductor del ómnibus le espetó en la cara al gritón protestante:
- Quien menos tiene derecho a exigir nada eres tu barbudo, porque eres el único que venía montado gratis y sin pagar ni el pasaje de tu asiento.
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