jueves, 29 de octubre de 2009

LA DE PLATA NO VALE, Jorge Luís Artiles Montiel.

Prisión El Cuncuní, Santa Clara, Villa Clara, 1ro de octubre del 2009 (FDC). El equipo de Estados Unidos de América ganó la 38 Copa Mundial de Béisbol. Un torneo escenificado en varias ciudades europeas y que su partido final se realizó a las nueve de la mañana, hora de Cuba, en tierra italiana, en el estadio “Steno Borbhese” y concluyó a las 12.05 p.m.

Los norteamericanos antes de comenzar el juego, bateaban para 305 de average con 36 jonrones, eran los segundos en pitcheo con 1.96 carreras limpias permitidas y decimoprimeros en defensa con 16 errores, solo cuatro más que los cometidos por sus rivales antillanos durante toda la lid deportiva.

En esta posición los estadounidenses intentaban retener la corona alcanzada en el año 2007, obtenida hace dos años en Taipei de China. Otra cuestión que llama poderosamente la atención que a la lucha final vuelven a jugar los mismos países, quienes se caracterizan por una histórica rivalidad.

Esta porfía va más allá de los ámbitos deportivos y asume matices del enfrentamiento político, que es propio de ambos estados, durante la nimiedad de 50 años. A pesar de los vaticinios esperanzadores de los pregoneros pro comunistas disfrazados de comentaristas deportivos, pues la selección de Cuba volvió a caer ante los odiados yanquis.

Peloteros cubanos hace rato no ganan un torneo de envergadura, como El Clásico Mundial, el Torneo Pre Olímpico y la Olimpiada. Según Héctor Rodríguez, narrador deportivo de la Televisión Cubana y diputado a La Asamblea Nacional Poder Popular, eso se debe a la poca participación en torneos internacionales, al bloqueo yanqui y a las deserciones de atletas.

Muchos seguidores y especialistas de este deporte opinan, que no existe una buena preparación técnica de los atletas desde la misma base. Incluso muchos de los jugadores que arriban al equipo grande traen deficiencias técnicas como no saber tocar la bola con hombres en bases o jugadas esenciales de corrido y bateo.

Otros expertos creen que también inciden en los resultados, la excesiva presión psicológica sobre los atletas por parte de los directivos del equipo. Además de los muchos factores extradeportivos que tensionan cada uno de los juegos de la selección, donde se pueden enumerar la constante presencia de personal de la Seguridad del Estado, que vigila a los potenciales desertores.

Y un asunto que es esencial, la omnipresente cercanía del propio Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, quien llama recurrentemente a su hijo, quien es oficialmente el médico del equipo. El líder de la Revolución Cubana interfiere constantemente con el cuerpo de dirección y con cada uno de los peloteros.

Algunos ex – jugadores de esa selección aseguran que el galeno Antonio Castro Soto de Valle, por ser vástago de la máxima autoridad política de la nación, tiene poderes por encima de aquel que ocupe el puesto de Director Técnico. Llamase Higinio Vélez, Rey Vicente Anglada, Pedro Jova, Jorge Fuentes o Esteban Lombillo.

Cual fenómeno social, el deporte en general y el béisbol en particular están bajo la influencia de la etapa post Guerra Fría. Los dirigentes deportivo-políticos cubanos no parecen haberse dado cuenta de esto y que ahora todo el deporte está profesionalizado en cualquiera de las latitudes de este mundo y por tanto la correlación de fuerzas cambió.

¿Dónde está aquel equipo Cuba que arrasaba con todo el mundo? Mientras exista la ideología absurda y burocrática de los altos dirigentes deportivos, que no se atreven a contradecir a sus jefes políticos, para no perder sus prebendas, no solo en béisbol, sino en cualquier disciplina deportiva no ganaran un torneo más, como ha quedado demostrado.

Ya lo ha afirmado hasta el mismísimo doctor Fidel Castro Ruz en sus comparecencias: “Nosotros podemos perder un partido de béisbol u otro deporte con cualquier equipo de este mundo, pero perder ante nuestro pueblo con un equipo yanqui, es una manera de debilitar a la Revolución, así que con los yanquis no se puede perder ni un juego de confrontación”.

Para cualquier país de este planeta, sea este desarrollado o subdesarrollado, el obtener la medalla de plata en un campeonato mundial representaría un sano orgullo. Solo para el gobierno cubano esto no es así, debido a que se perdió la presea de oro con Estados Unidos de América y esto es políticamente inadecuado.

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