Camajuaní, Villa Clara, 17 de septiembre del 2009 (FDC). El 19 de marzo siempre, desde que los camajuanences más longevos tienen memoria, se celebró en este pueblo la fiesta de su Santo Patrono, San José. Tradición que aun se mantiene sobre todo en su iglesia a pesar de todas las trabas gubernamentales.
Las tradiciones son como la existencia de un lugar, con el dulce y alegre recuerdo de lo que pasó y en este caso, la espera de la fecha con nuevos acontecimientos. Pero al parecer la falta de cultura y sensibilidad que prevalece en la élite gobernante de este vecindario, hace que no perciba lo que esto significa.
Esta conmemoración traía aparejado los tan admirados paseos de carrozas de sus barrios, “San José” (Sapos) y “Santa Teresa” (Chivos). Las denominadas “Parrandas de Camajuaní”, reconocidas más allá del archipiélago por su maravilloso trabajo artístico, de lo que ellos disfrutan y se enorgullecen.
Al acordarse por el gobierno, la celebración de las fiestas populares o carnavales en los meses de julio a septiembre, en pleno verano en la isla y época idónea para vacacionar, hizo que se perdiera la tradición. Para tratar que no desaparecieran las raíces culturales de esta parroquia, se concertó la nombrada “Semana de la Cultura de Camajuaní”.
En este poblado desde entonces, se acostumbra cerrar las actividades de estos siete días, en la fecha antes mencionada y con sus ritos habituales, lo que incluye en estos últimos años la procesión de su Sagrado Protector. Estos festejos son más agradecidos por sus moradores, que los de la etapa veraniega.
Tanto es así, que todavía hay quien en esta época viaja desde el exilio o de cualquier otro lugar del país para ayudar a su barrio y participar en las disputas parranderas. De aquí, que para hacer saber que en algún lugar determinado hay gran concentración de personas, ellos evoquen esta fecha.
Las directivas de cada rivalidad, sus fanáticos y trabajadores siempre se encargaron de las alternativas para el financiamiento y desenvolvimiento de su labor, a tener en cuenta que esta era competitiva. Verbenas, matinés bailables, venta de artículos y fiambres, entre otras, conformaban estas iniciativas.
Como todo en esta isla tiene un único dueño, quienes defienden sus intereses a gusto o por necesidad, tomaron el mando de estas diligencias y aparecieron las trabas. Porque lo “mejor” que posee este mandato, es que asigna a cualquiera para dirigir según su conveniencia, sepa o no lo que debe hacerse.
Esta falta de actitud para llevar a cabo las acciones, trajo como consecuencias disgustos y falta de interés, entre los que con tanta entrega hacen estas obras de arte para el disfrute de sus coterráneos y de los muchos foráneos que vienen a admirarlas. Entonces se empezó a perder calidad en sus representaciones.
Ya este año, unida a la crisis económica reinante y el siempre culpable bloqueo imperialista, en marzo no se pudo trabajar a este fin, según las autoridades competentes. Quienes alegaron no tener presupuesto para el sufragio de dicha labor y se comprometieron, a realizar la contratación artística en la próxima etapa carnavalesca.
Agosto, es el mes escogido para estos festejos en este terruño, había gran expectativa entre los apasionados a estos encuentros. Veían acercarse la fecha y ninguno de los oponentes comenzaba sus trajines al respecto, por lo que empezaron a sospechar que este año, se quedarían si el gran espectáculo.
No les faltó razón, el 28 de ese mismo mes, en el concierto por la clausura del verano, escucharon de nuevo en boca de su máximo dirigente popular, las mismas disculpas y la promesa de su realización el próximo marzo. Clara demostración de que deben dejar de abarcarlo todo y darle libertad de proceder a los entendidos en esta faena.
Las tradiciones son como la existencia de un lugar, con el dulce y alegre recuerdo de lo que pasó y en este caso, la espera de la fecha con nuevos acontecimientos. Pero al parecer la falta de cultura y sensibilidad que prevalece en la élite gobernante de este vecindario, hace que no perciba lo que esto significa.
Esta conmemoración traía aparejado los tan admirados paseos de carrozas de sus barrios, “San José” (Sapos) y “Santa Teresa” (Chivos). Las denominadas “Parrandas de Camajuaní”, reconocidas más allá del archipiélago por su maravilloso trabajo artístico, de lo que ellos disfrutan y se enorgullecen.
Al acordarse por el gobierno, la celebración de las fiestas populares o carnavales en los meses de julio a septiembre, en pleno verano en la isla y época idónea para vacacionar, hizo que se perdiera la tradición. Para tratar que no desaparecieran las raíces culturales de esta parroquia, se concertó la nombrada “Semana de la Cultura de Camajuaní”.
En este poblado desde entonces, se acostumbra cerrar las actividades de estos siete días, en la fecha antes mencionada y con sus ritos habituales, lo que incluye en estos últimos años la procesión de su Sagrado Protector. Estos festejos son más agradecidos por sus moradores, que los de la etapa veraniega.
Tanto es así, que todavía hay quien en esta época viaja desde el exilio o de cualquier otro lugar del país para ayudar a su barrio y participar en las disputas parranderas. De aquí, que para hacer saber que en algún lugar determinado hay gran concentración de personas, ellos evoquen esta fecha.
Las directivas de cada rivalidad, sus fanáticos y trabajadores siempre se encargaron de las alternativas para el financiamiento y desenvolvimiento de su labor, a tener en cuenta que esta era competitiva. Verbenas, matinés bailables, venta de artículos y fiambres, entre otras, conformaban estas iniciativas.
Como todo en esta isla tiene un único dueño, quienes defienden sus intereses a gusto o por necesidad, tomaron el mando de estas diligencias y aparecieron las trabas. Porque lo “mejor” que posee este mandato, es que asigna a cualquiera para dirigir según su conveniencia, sepa o no lo que debe hacerse.
Esta falta de actitud para llevar a cabo las acciones, trajo como consecuencias disgustos y falta de interés, entre los que con tanta entrega hacen estas obras de arte para el disfrute de sus coterráneos y de los muchos foráneos que vienen a admirarlas. Entonces se empezó a perder calidad en sus representaciones.
Ya este año, unida a la crisis económica reinante y el siempre culpable bloqueo imperialista, en marzo no se pudo trabajar a este fin, según las autoridades competentes. Quienes alegaron no tener presupuesto para el sufragio de dicha labor y se comprometieron, a realizar la contratación artística en la próxima etapa carnavalesca.
Agosto, es el mes escogido para estos festejos en este terruño, había gran expectativa entre los apasionados a estos encuentros. Veían acercarse la fecha y ninguno de los oponentes comenzaba sus trajines al respecto, por lo que empezaron a sospechar que este año, se quedarían si el gran espectáculo.
No les faltó razón, el 28 de ese mismo mes, en el concierto por la clausura del verano, escucharon de nuevo en boca de su máximo dirigente popular, las mismas disculpas y la promesa de su realización el próximo marzo. Clara demostración de que deben dejar de abarcarlo todo y darle libertad de proceder a los entendidos en esta faena.
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