jueves, 29 de octubre de 2009

LAS JINETERAS DESESPERADAS, Guillermo Fariñas Hernández.


La Chirusa, Santa Clara, Villa Clara, 1ro de octubre del 2009 (FDC). Las prostitutas más publicitadas dentro y fuera de Cuba son las denominadas “Jineteras”. Estas son mujeres que abiertamente en lugares públicos intercambian sus caricias sexuales por dinero libremente convertible y preferentemente con los ciudadanos extranjeros.

Ellas se les nombraron jineteras, porque a los turistas foráneos en el argot marginal de La Habana son los “Jinetes” y por deducción lógica, si alguna de ellas logra montarlo sexualmente, entonces son las jineteras del jinete. Es necesario acotar que esta denominación proviene de finales de los años 70, del pasado siglo XX, ahora se les dice a los turistas “Yuma” o “Pepe”.

Como todos los seres humanos este tipo especifico de meretriz posee un grupo de motivaciones, que finalmente son las que condicionan sus acciones conductuales. Nadie debe dejar de comprender que estas trabajadoras eróticas provienen en su inmensa mayoría de los sectores más necesitados materialmente de la sociedad cubana.

Eso si, sus motivos no son estáticos y estos cambian en la medida que estas cubanas se adentran en las interioridades del tráfico de sexo en la Mayor de las Antillas. Puede ser que el objetivo primario de cualquiera de estas prostitutas, las empuje a entregar sus cuerpos por una moneda a cambio, pero después aparecen otros derroteros.

Por lo general, la principal inspiración en ellas es poder satisfacer las necesidades más primarias del conjunto de seres queridos con los que conviven. Léase comer y vestir en correspondencia a las demandas de la época contemporánea, a esto se le pudiera añadir, que logre poseer una condiciones de vivienda relativamente aceptables.

Es algo generalizado, que la mayor parte de estas jineteras proceden de las provincias y en especial de las regiones orientales del país. Estos territorios son los que padecen con mayor rigor la prolongada crisis económica que enfrenta el gobierno castrista, además de haber recibido el impacto devastador de huracanes y sequías.

Cuando se encuentran prostitutas provenientes de las provincias occidentales o de la capital del archipiélago, es casi seguro que descienden de comunidades con un alto nivel de indigencia, marginalidad y precariedad material. La condicionante número uno para lanzarse al ejercicio del jineterismo, es la no poder satisfacerse materialmente.

Existen casos dentro de estas meretrices, donde las féminas han sido abandonadas a su suerte por el ex – esposo y tienen a uno o varios ancianos enfermos en el núcleo familiar. Estos las hace responsables de su alimentación y manutención, pues los subsidios que asegura el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social son risibles.

Tenemos otros casos, donde quienes las que ejercen el meretricio deben preocuparse por un pequeño vástago u hermano menor, que es portador de alguna discapacidad psíquico-físico-motora. Y la única salida que encuentran ante tanta carencia, es precisamente ofrecer a los visitantes de otras naciones su sexo.

Como actitud personal el jineterismo es una secuela social, de unos 20 años de problemas en la satisfacción de los recursos materiales vitales. Los cuales se acentuaron en la isla, tras el derrumbe de los subsidios enviados bajo tarifa ideológica, por el hoy desaparecido bloque socialista europeo y la Unión Soviética.

Claro, es verdad que muchas de las hijas de Cuba sufren precariedades materiales increíbles y no por eso acuden a ejercer la prostitución con los extranjeros. Estas posiciones individuales dependen de los valores morales inculcados en la educación, que lograron ejercer en conjunto la familia como las escuelas por donde pasaron.

Tras las ropas ajustadas a sus sensuales cuerpos y los colores chillones con los que se maquillan esas prostitutas, en las ciudades con mayor volumen turístico de la isla. Se esconden grandes sentimientos de consternación personal, para lograr poner un plato de comida a diario en sus casas. Todo esto las hace unas jineteras desesperadas.





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