Se plantea por la Administración Central del Estado y por el propio Ministerio de la Agricultura, que la creación de la delegación municipal del referido ministerio, descentralizaría la gestión y brindaría una autonomía a nivel de base, necesaria para agilizar la toma de decisiones. Lo que sería muy positivo para el referido sistema en general.
Al parecer, lo propuesto por la instancia superior, en el municipio de Camajuani hasta el momento no ha dado resultado. La creación de la mencionada entidad, se ha convertido en un obstáculo permanente para el desempeño de la actividad agropecuaria, con estrategias erróneas que parecen diseñadas más a frenar el desarrollo agrícola que a estimularlo.
Está plagado de irregularidades el proceso de entrega de tierras en usufructo, no es transparente y además lento, lo que desestimuló a muchos campesinos a tomar nuevas parcelas. Así mismo, las condiciones eran muy impositivas, pues pretenden que los usufructuarios entreguen al estado la inmensa mayoría de sus cosechas.
El gobierno en cambio, no dota de los insumos básicos al campesinado para afrontar la labranza de las fincas y cuando compra las producciones, los precios no se ajustan a la realidad del costo. Otro grave problema que enfrenta el campesinado en sus transacciones con el estado, es la demora en los pagos.
En la comercialización existe infinidad de equívocos, donde la mentalidad estatista y los dogmas predominan, pues perjudican a productores y consumidores. En el municipio de Camajuaní la delegación de la agricultura eliminó las ferias agrícolas de los domingos, a las cuales concurrían los campesinos particulares a vender sus producciones.
Estas decisiones la toman desde percepciones simplistas, el primer argumento utilizado fue ¿Cómo realizar ferias, mientras en las provincias orientales por los efectos de los ciclones existían grandes problemas de abastecimiento? Se penalizaba a los consumidores de una región por los daños del huracán que paso por otra.
Otros de las explicaciones que dieron para suprimir las ferias, fue que en el municipio, la entrega por parte del campesino a la Empresa de Acopio, organismo estatal que hace de comercializadora, era insuficiente y no cumplían los planes convenidos. Estos se los imponen de manera coercitiva y en ocasiones no se escucha el criterio del productor.
Un fenómeno que prevalece en la mentalidad de las autoridades que dirigen el sector agrícola, es la represión y los falsos criterios con la figura imprescindible del vendedor que actúa entre el campesino y los consumidores. Elemento necesario en el proceso de comercialización y eslabón que juega un rol que el productor en ninguna parte del mundo desempeña.
Una muestra de la incapacidad de las estructuras estatales para dar respuesta óptima a las señales que emite el mercado, en los pico de las cosechas, debido a que los productos abundan en unas zonas, mientras en otras están en déficit, sin poderse trasladar para beneficio de los consumidores. Se niega la autorización a los campesinos a vender en otras provincias.
Los mecanismos en el sector agrícola están diseñados para asfixiar al productor privado, sin tener presente que más del 80 % del consumo agrícola del municipio proviene de esa forma de propiedad. Hasta que no se libere a la agricultura en su producción y comercialización, no se resolverán los grandes problemas de abastecimiento que persisten en el país.
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