La Chirusa, Santa Clara, Villa Clara, 10 de septiembre del 2009 (FDC). Ya se hicieron efectivas las medidas anunciadas, hace unos meses, respecto a Cuba por el presidente de los Estados Unidos de América, Barack Obama. Las cuales tienden a extender la mano al adversario por la nimiedad de 50 años.
A grosso modo, estas decisiones tomadas por el primer afronorteamericano en ser inquilino de la Casa Blanca contemplan distender las muy tensas relaciones históricas entre ambos países. Su objetivo tras la retórica de los discursos y malabares detrás de las bambalinas del poder ejecutivo en ambos gobiernos, es tratar de debilitar al adversario.
Se firmó ya y por tanto es ley, que todos los cubanos-americanos pueden viajar a la isla cuando lo deseen y por el periodo de tiempo que les apetezca. Además los descendientes o nacidos en Cuba tienen derecho a enviar remesas familiares por un monto ilimitado a sus parientes, incluso hasta el grado de primos y tíos.
También las empresas estadounidenses del ramo de la informática y las telecomunicaciones podrán hacer negocios con las autoridades comunistas cubanas. O sea, de desearlo los hermanos Fidel y Raúl Castro podrían instalar uno o varios cables submarinos para tener acceso a Internet por banda ancha, con que hasta ahora han pretextado el aislamiento informativo a los nacionales.
Es una cuestión bien clara, que los máximos dirigentes castristas no ven con una buena óptica un relajamiento de las tensiones entre ellos y los poderosos vecinos del norte. Pues, si los vínculos gubernamentales algún día se normalizaran, el pretexto de mantener a ultranza al totalitarismo ante una inminente invasión yanqui, no tendría razón de ser.
Por su parte, la administración norteamericana necesita en esta etapa de crisis económica y auge del izquierdismo populista en América Latina, proyectar una imagen de tolerancia y buena convivencia con sus vecinos geográficos. Todo se basa en inculcar en las mentes de los otros ciudadanos del mundo, que Norteamérica es capaz de dominar sin aplicar medidas de fuerza.
Muchos cubanos comprenden que estas decisiones tienen en su trasfondo, el objetivo de quitarles las justificaciones a los fidelistas recalcitrantes. Y que a mediano o largo plazo repercutirán sobre la conducta, así como las posiciones ideológicas de los desinformados hijos de la mayor isla del mar Caribe.
También traerá el surgimiento de una clase media alta y hasta rica, que no tendrán ningún tipo de dependencia y compromiso con el paternalista estado castrista. Porque si los familiares allá en la tierra de Abraham Lincoln tienen solvencia económica, sus consanguíneos aquí pudieran transformarse en “macetas intocables”, una categoría demasiado peligrosa para el castrismo.
Estas disposiciones benefician a todo el pueblo cubano en general, puesto que amortiguan la dependencia de los ciudadanos del archipiélago respecto al estado comunista. Una cuestión que hace y hará a los avasallados cubanos un poco más libres cada día, algo que enfrenta a cada paso el régimen del partido único.
Fuera deshonesto por parte de un preocupado segmento de demócratas de esta isla, no plantearle a ese estadista que sin dudas es Obama, que debe tener mucho cuidado con la manipulación que pudieran hacer de estas aperturas el envejecido gobierno nacional. Debido a que los Castro están en una situación política desesperada, pero cuentan con una respetable experiencia de estado.
Otro tema, que por igual angustia a los que buscan la democracia para Cuba, es que Obama no ha sido capaz de estructurar una asistencia material que ayude a los disidentes pacíficos dentro del país. Ese tema todavía le queda como una asignatura pendiente al equipo gubernamental obamista, aunque se espera, sea pronto resuelto para el bien y la libertad de Cuba.
Quienes son patriotas cubanos comprenden que Barack Obama está al mando de la nación más poderosa del mundo y por tanto la problemática cubana le es secundaria. Pero como líder demócrata elegido democráticamente, tiene el deber moral de ocuparse de Cuba, para que no resulte embaucado por los despiadados tiranos, es un deber decirle: ¡Cuidado… estimado Obama!
A grosso modo, estas decisiones tomadas por el primer afronorteamericano en ser inquilino de la Casa Blanca contemplan distender las muy tensas relaciones históricas entre ambos países. Su objetivo tras la retórica de los discursos y malabares detrás de las bambalinas del poder ejecutivo en ambos gobiernos, es tratar de debilitar al adversario.
Se firmó ya y por tanto es ley, que todos los cubanos-americanos pueden viajar a la isla cuando lo deseen y por el periodo de tiempo que les apetezca. Además los descendientes o nacidos en Cuba tienen derecho a enviar remesas familiares por un monto ilimitado a sus parientes, incluso hasta el grado de primos y tíos.
También las empresas estadounidenses del ramo de la informática y las telecomunicaciones podrán hacer negocios con las autoridades comunistas cubanas. O sea, de desearlo los hermanos Fidel y Raúl Castro podrían instalar uno o varios cables submarinos para tener acceso a Internet por banda ancha, con que hasta ahora han pretextado el aislamiento informativo a los nacionales.
Es una cuestión bien clara, que los máximos dirigentes castristas no ven con una buena óptica un relajamiento de las tensiones entre ellos y los poderosos vecinos del norte. Pues, si los vínculos gubernamentales algún día se normalizaran, el pretexto de mantener a ultranza al totalitarismo ante una inminente invasión yanqui, no tendría razón de ser.
Por su parte, la administración norteamericana necesita en esta etapa de crisis económica y auge del izquierdismo populista en América Latina, proyectar una imagen de tolerancia y buena convivencia con sus vecinos geográficos. Todo se basa en inculcar en las mentes de los otros ciudadanos del mundo, que Norteamérica es capaz de dominar sin aplicar medidas de fuerza.
Muchos cubanos comprenden que estas decisiones tienen en su trasfondo, el objetivo de quitarles las justificaciones a los fidelistas recalcitrantes. Y que a mediano o largo plazo repercutirán sobre la conducta, así como las posiciones ideológicas de los desinformados hijos de la mayor isla del mar Caribe.
También traerá el surgimiento de una clase media alta y hasta rica, que no tendrán ningún tipo de dependencia y compromiso con el paternalista estado castrista. Porque si los familiares allá en la tierra de Abraham Lincoln tienen solvencia económica, sus consanguíneos aquí pudieran transformarse en “macetas intocables”, una categoría demasiado peligrosa para el castrismo.
Estas disposiciones benefician a todo el pueblo cubano en general, puesto que amortiguan la dependencia de los ciudadanos del archipiélago respecto al estado comunista. Una cuestión que hace y hará a los avasallados cubanos un poco más libres cada día, algo que enfrenta a cada paso el régimen del partido único.
Fuera deshonesto por parte de un preocupado segmento de demócratas de esta isla, no plantearle a ese estadista que sin dudas es Obama, que debe tener mucho cuidado con la manipulación que pudieran hacer de estas aperturas el envejecido gobierno nacional. Debido a que los Castro están en una situación política desesperada, pero cuentan con una respetable experiencia de estado.
Otro tema, que por igual angustia a los que buscan la democracia para Cuba, es que Obama no ha sido capaz de estructurar una asistencia material que ayude a los disidentes pacíficos dentro del país. Ese tema todavía le queda como una asignatura pendiente al equipo gubernamental obamista, aunque se espera, sea pronto resuelto para el bien y la libertad de Cuba.
Quienes son patriotas cubanos comprenden que Barack Obama está al mando de la nación más poderosa del mundo y por tanto la problemática cubana le es secundaria. Pero como líder demócrata elegido democráticamente, tiene el deber moral de ocuparse de Cuba, para que no resulte embaucado por los despiadados tiranos, es un deber decirle: ¡Cuidado… estimado Obama!
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