Santa Catalina, Santa Clara, Villa Clara, 1ro de octubre del 2009 (FDC). Planteaba Pio XI, en su Encíclica “Divini Illius Magistri”que:”El niño no es una criatura del Estado, quienes lo crían y dirigen tienen el derecho, junto con el alto deber, de educarlo y prepararlo para que cumpla todas sus obligaciones”.Proyecto imposible de realizar en las actuales condiciones de la escuela cubana.
El desastre educacional de los últimos años en el país ha dotado a este de analfabetos con títulos. Por este motivo, algunos padres han recurrido a los repasadores particulares, pues ellos tienen: “la grave obligación de disponer y exigir todo lo necesario para que sus hijos progresen en la formación… profana”. (cf. Ídem. Nro7).
Una sociedad cívica saludable tiene este derecho garantizado, así como el ámbito educacional de la Iglesia a establecer y dirigir escuelas de cualquier orden y grado, porque según Martí: “Todo pueblo necesita ser religioso…. Un pueblo irreligioso morirá, porque nada en él alimenta la virtud”. (Obras Completas. tomo 19).
La escuela católica a la par que se abre como conviene a las condiciones del progreso actual, educa a sus alumnos para conseguir con eficiencia el bien de la sociedad terrena. La realidad cubana es muy distinta, los alumnos están desmotivados, por lo que no hay esfuerzo ni responsabilidad en los estudios, lo que repercute en la pérdida de valores.
Esta realidad social cubana producto del tratamiento arbitrario de las autoridades, tanto políticas como educacionales, hizo exclamar a Juan Pablo II en su visita a la isla: “Experiencias no siempre aceptadas y a veces traumáticas son la separación de los hijos y la sustitución del papel de los padres a causa de los estudios”.
Continuaba su predicación sobre el tema, al decir: “…se realizan lejos del hogar en la edad de la adolescencia, en situaciones que dan por tristes resultados la proliferación de la promiscuidad, el empobrecimiento ético, la vulgaridad, las relaciones prematrimoniales a temprana edad y el recurso fácil al aborto”.
El Santo Padre en la homilía celebrada en la ciudad de Santa Clara, el 22 de enero de 1998, concluía el aspecto educacional así: “Todo esto deja huellas profundas y negativas en la juventud, que esta llamada a encarnar los valores morales auténticos para la consolidación de una sociedad mejor”.
Los derechos de la familia y de la Iglesia no implican disminuir los derechos del Estado en materia de educación ciudadana. Solo significa reconocer la iniciativa de los sujetos y órganos sociales a los que corresponde ser instancias de derechos y deberes en la sociedad, respecto a los cuales el Estado debe ejercer una labor subsidiaria responsable.
También el pontífice en Santa Clara dijo: “La familia, la escuela y la iglesia deben formar una comunidad educativa, donde los hijos de Cuba puedan crecer en humanidad. No tengan miedo, ábranse las familias y las escuelas a los valores del Evangelio de Jesucristo, que nunca son un peligro para ningún proyecto social”.
En la Carta Pastoral,” No hay Patria sin virtud”, conmemorativa del 150 aniversario de la muerte del Siervo de Dios, padre Félix Varela, el Cardenal Jaime Ortega Alamino, Arzobispo de La Habana, dijo:”Para las familias católicas, que se ven forzadas a aceptar para sus hijos el único modelo de educación existente, es causa de disgusto.”
Y continuó expresando que también es causa de disgusto:”…que los domingos en que no hay salida de la beca los muchachos y muchachas se quedan sin la celebración de la misa dominical, o también que tengan que vivir los días de la Semana Santa sin participar en los oficios sagrados, incluso…los de Pascua de Resurrección”.
“Afortunadamente el día de Navidad lo pasan ahora con sus familias, gracias a la petición hecha por el Papa, Juan Pablo II, en ocasión de su visita a Cuba”, aunque a veces la dirección de estos centros trasladan este feriado según les convenga.”La ausencia de la escuela católica en Cuba es siempre una espina en el corazón de la Iglesia".
No es obra la educación de un sistema, ni de un individuo, sino de la sociedad en su conjunto, de la familia en primer lugar, como célula fundamental de la sociedad, del poder que debe proteger y defender la libertad ciudadana y de las instituciones civiles y religiosas a las que se acuda según la elección de los padres.
El desastre educacional de los últimos años en el país ha dotado a este de analfabetos con títulos. Por este motivo, algunos padres han recurrido a los repasadores particulares, pues ellos tienen: “la grave obligación de disponer y exigir todo lo necesario para que sus hijos progresen en la formación… profana”. (cf. Ídem. Nro7).
Una sociedad cívica saludable tiene este derecho garantizado, así como el ámbito educacional de la Iglesia a establecer y dirigir escuelas de cualquier orden y grado, porque según Martí: “Todo pueblo necesita ser religioso…. Un pueblo irreligioso morirá, porque nada en él alimenta la virtud”. (Obras Completas. tomo 19).
La escuela católica a la par que se abre como conviene a las condiciones del progreso actual, educa a sus alumnos para conseguir con eficiencia el bien de la sociedad terrena. La realidad cubana es muy distinta, los alumnos están desmotivados, por lo que no hay esfuerzo ni responsabilidad en los estudios, lo que repercute en la pérdida de valores.
Esta realidad social cubana producto del tratamiento arbitrario de las autoridades, tanto políticas como educacionales, hizo exclamar a Juan Pablo II en su visita a la isla: “Experiencias no siempre aceptadas y a veces traumáticas son la separación de los hijos y la sustitución del papel de los padres a causa de los estudios”.
Continuaba su predicación sobre el tema, al decir: “…se realizan lejos del hogar en la edad de la adolescencia, en situaciones que dan por tristes resultados la proliferación de la promiscuidad, el empobrecimiento ético, la vulgaridad, las relaciones prematrimoniales a temprana edad y el recurso fácil al aborto”.
El Santo Padre en la homilía celebrada en la ciudad de Santa Clara, el 22 de enero de 1998, concluía el aspecto educacional así: “Todo esto deja huellas profundas y negativas en la juventud, que esta llamada a encarnar los valores morales auténticos para la consolidación de una sociedad mejor”.
Los derechos de la familia y de la Iglesia no implican disminuir los derechos del Estado en materia de educación ciudadana. Solo significa reconocer la iniciativa de los sujetos y órganos sociales a los que corresponde ser instancias de derechos y deberes en la sociedad, respecto a los cuales el Estado debe ejercer una labor subsidiaria responsable.
También el pontífice en Santa Clara dijo: “La familia, la escuela y la iglesia deben formar una comunidad educativa, donde los hijos de Cuba puedan crecer en humanidad. No tengan miedo, ábranse las familias y las escuelas a los valores del Evangelio de Jesucristo, que nunca son un peligro para ningún proyecto social”.
En la Carta Pastoral,” No hay Patria sin virtud”, conmemorativa del 150 aniversario de la muerte del Siervo de Dios, padre Félix Varela, el Cardenal Jaime Ortega Alamino, Arzobispo de La Habana, dijo:”Para las familias católicas, que se ven forzadas a aceptar para sus hijos el único modelo de educación existente, es causa de disgusto.”
Y continuó expresando que también es causa de disgusto:”…que los domingos en que no hay salida de la beca los muchachos y muchachas se quedan sin la celebración de la misa dominical, o también que tengan que vivir los días de la Semana Santa sin participar en los oficios sagrados, incluso…los de Pascua de Resurrección”.
“Afortunadamente el día de Navidad lo pasan ahora con sus familias, gracias a la petición hecha por el Papa, Juan Pablo II, en ocasión de su visita a Cuba”, aunque a veces la dirección de estos centros trasladan este feriado según les convenga.”La ausencia de la escuela católica en Cuba es siempre una espina en el corazón de la Iglesia".
No es obra la educación de un sistema, ni de un individuo, sino de la sociedad en su conjunto, de la familia en primer lugar, como célula fundamental de la sociedad, del poder que debe proteger y defender la libertad ciudadana y de las instituciones civiles y religiosas a las que se acuda según la elección de los padres.
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