jueves, 29 de octubre de 2009

LO DISCULPARÁ, Guillermo Fariñas Hernández.


La Chirusa, Santa Clara, Villa Clara, 17 de septiembre del 2009 (FDC). La avenida Paseo de la Paz es la que hace de frontera entre los circuitos de distribución eléctrica # 19 y # 6. Ellos están predeterminados por la Empresa de Distribución Eléctrica de Villa Clara, para ejecutar los inesperados, molestos y sistemáticos apagones.

Este es el límite del también conocido como “El Circuito Negro de Santa Clara”, pues posee a la mayor concentración de residentes en Santa Clara de la raza negra, se encuentra en la barriada nombrada oficialmente “Raúl Sancho”, la que popularmente es conocida simplemente cual “El Condado”.

Existe un hombre que reside en el privilegiado Circuito # 6 o “El Circuito del Cardiocentro”, un lugar donde bajo ningún concepto se puede apagar la corriente eléctrica. Pero que además es habitado por familias de la raza blanca en su inmensa mayoría. Los residentes en el # 19 perciben en las noches de cortes de la electricidad las envidiadas luces en el vecino circuito # 6.

Allí tiene su casa el viejo Marcial, un ex luchador clandestino contra Fulgencio Batista desde la edad de 16 años, después devenido uno de los mejores oficiales represivos, en el Ministerio del Interior castrista. Ayudó a limpiar de guerrilleros la Sierra del Escambray, además con varias "misiones internacionalistas” en países como Argelia, Angola, Etiopia, Mozambique y Nicaragua.

El ex - capitán Marcial, como había que llamarlo para no tener problemas con él en la barriada “La Chirusa,” donde aun vive, fue un auténtico azote para los jóvenes que no aceptaban comportarse cual genuinos “Hombres Nuevos,” de la trasnochada teoría guevarista. Muchos han perdido la cuenta de la cantidad de convecinos, que envió tras las rejas.

Se oye un marginal refrán que reza: “A todo puerco le llega su 31 de Diciembre”, le ocurrió a este hombre, un día cualquiera de 1990, tras la Causa # 1 de 1989, contra el General de División Arnaldo Ochoa Sánchez, quien fue degradado y fusilado. Mientras a los represores de oficio como Marcial, los expulsaron del organismo represivo, que hasta ese momento había sido la razón de sus vidas.

Ahí fue cuando Marcial comprendió en carne propia, que toda Revolución tiene una esencia saturniana. Como todas las revoluciones en la historia, la cubana también se comió a sus hijos. Sigmund Freud en su teoría psicoanalítica plantea que ante un contexto adverso, todo sujeto social crea mecanismos de defensa de autocompensación psíquica.

En el caso específico de Marcial, este antiguo oficial del Departamento de la Seguridad del Estado del Ministerio del Interior, escogió a la religión como modo de salirse del duro mundo que lo rodea. Todas las mañanas cruza el pestilente río Bélico y se introduce en la Parroquia de Santa Ana, en pleno corazón de esa barriada caracterizada por la marginalidad.

Para el defenestrado Santa Ana, se ha convertido en su segundo hogar. Allí precisamente aprendió a amar al prójimo como lo practican los auténticos cristianos e incluso cuando sus antiguos colegas de la Seguridad del Estado trataron de usarlo como informante dentro de su empobrecida comunidad católica, él se negó públicamente a hacerlo.

Ahora anciano, enfermo y viudo, pero con la premura de hacerle el mayor bien a sus semejantes, Marcial día a día cruza la artificial frontera desde el casi siempre alumbrado Circuito # 6. Para tratar de ver y memorizar cada detalle de la pobreza material y espiritual de los “condaderos”. Él no puede contar con sus hijos, porque los dos partieron a vivir en Estados Unidos de América.

Cuando se niega a asistir a las reuniones de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana (ACRC) y prefiere hacer de “Buen Samaritano”, lo hace por una cuestión de principios. Con esa actitud trata de orar porque Dios lo perdone algún día, ante cada una de las arbitrariedades por él cometidas en nombre de la construcción del comunismo.

Aunque Marcial recibe bastante dinero vía “Wester Union” de sus vástagos y pudiera tener una ancianidad rodeado por la pacotilla consumista. Él determinó cada día huir de la zona donde vive con comodidades para estar entre la pobreza de la isla y convivir con aquellos coterráneos más menesterosos, dice que si Dios puede leer dentro de las almas humanas, a su muerte lo disculpará.

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