jueves, 3 de diciembre de 2009

DEJA QUE YO TE CUENTE, Ramón Jiménez Arencibia.

El Condado, Santa Clara, Villa Clara, l9 de noviembre del 2009 (FDC). El humorismo, que se manifiesta en pocos programas de la televisión cubana, despierta la simpatía de la población. Parecía que el humor, característica de los hombres y mujeres de esta tierra, había desaparecido, por la dureza de estos tiempos. A través del mismo se expresan críticas veladas al sistema

Muchos de estos artistas, burlan la férrea censura, exponiéndose a las peores represalias, se olvidan del libreto y dan rienda suelta a sus sentimientos. Por la actuación individual de algunos de estos cómicos, en ocasiones los programas se han suspendidos por dirección del Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT).

Otras veces, los personajes encargados de hacer reír al público y que en su actuación inventan chistes picarescos, son sancionados individualmente. Algunos no regresan más a sus programas habituales, otros con mejor suerte son reubicados en cabaret u otros centros recreativos, donde no tengan relación directa con gran cantidad de público.

Pero lo más importante, no es el hecho de los chistes en si mismos. La cadena que durante 50 años, ha mantenido atado al pueblo de José Martí, Antonio Maceo, Carlos Manuel de Céspedes e Ignacio Agramante, comienzan sus eslabones a ceder, frente al empuje arrollador de los patriotas del siglo XXI.

Largo ha sido el camino recorrido, cientos de mártires, miles de encarcelados, perseguidos, exiliados, es el precio que se ha pagado y aún hay que pagar. Las manifestaciones espontáneas de descontento, que en los últimos tiempos ocurren, entre los intelectuales, es el preludio de posiciones más consecuentes de este sector.

Todos recordaran las conclusiones que fueron hechas por Fidel Castro Ruz, en el Primer Congreso Nacional de Cultura En sus palabras trazó el papel de ese núcleo de la sociedad, la de ser portavoz y fiel exponente en sus creaciones de la Dictadura del Proletariado y defensores del Marxismo-Leninismo.

La esencia del discurso, estuvo cargada de amenazas y de intolerancia. La tolerancia como afirma Carlos Alberto Montaner, en una de sus conferencias: “Es el clima idóneo, para la aparición de la verdad. Negarse a ella, cerrarles las puertas, es impedir que la sociedad pueda examinar sus problemas libremente”.

Discursos como este pronunciados por el “Papá” de todos los revolucionarios latinoamericanos, como lo llama el presidente de Venezuela, Hugo Rafael Chávez Frías, solo sirvió para establecer la más atroz censura. El pensamiento libre quedó amordazado, los intelectuales y artistas, perdieron su libertad de creación.

Vino el proceso al poeta, escritor y dramaturgo Heberto Padilla, victima de los métodos estalinistas de represión. Como en la desaparecida Unión Soviética lo obligaron a retractarse públicamente de lo que había escrito y con ello advertirle a este sector creativo de la sociedad, que no tienen derecho a pensar libremente.

Años de dura y cruel represión caracterizó toda aquella etapa. Las instituciones sociales, partidos políticos, periódicos, organizaciones sindicales, profesionales, así como sectores de la economía fueron absorbidos por el estado. Prevalecía una máxima totalitaria, que rezaba así: “Si no estás conmigo…. eres mi enemigo”, este es el rasgo distintivo del castrismo.

Hay una frase popular que afirma: “no hay mal que dure 100 años, ni cuerpo que lo resista”. Ya las voces de protesta no vienen sólo de los disidentes y bravos defensores del cumplimiento de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Contra la asfixiante y dura realidad se levantan nuevas voces versus la opresión.

Del chiste contagioso, las verdades dichas a medias, el doble sentido, este pueblo comprende mejor el lenguaje de sus artistas. Todo indica como afirma un cubano de a pie: “…. esta ola es indetenible con Armando Tomey y Luís Alberto García, este sector se perfila como promotor del cambio, o sino como dice un `popular programa humorístico: “Deja que yo te cuente”.


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