Sakenaf, Santa Clara, Villa Clara, 10 de diciembre de 2009 (FDC). La historia tiene la posibilidad de glorificar ó condenar a mujeres y hombres, depende esto de sus actos, así como de los tiempos que corran. O sea, alguien muy célebre, heroico y de buen proceder, tal vez, nunca lo olviden a no ser que pretendan minimizarle su accionar.
Al analizar la materia, se descubre a José Ramón Leocadio Bonachea Hernández, quien además de tener una cabal actitud, ante un cuestionado hecho nacional, hoy es hábilmente ignorado. Se pretende con este modus operandis, intentar restarle meritos al cubano que más tiempo estuvo en armas durante la guerra de independencia, de1868, conocida también como, de los Diez Años.
Nació, en el seno de una familia de clase media acomodada, un 9 de diciembre de 1845, formada por Gertrudis Hernández Godines y Juan Camilo Bonachea. Vivió en una amplia casa de la calle “Buenviaje” y fue un niño bautizado en la Iglesia Mayor de esta ciudad, por lo tanto, engroso las filas de la incondicional casta de “Pilongos”.
Muere la madre, cuando contaba el crío dos años, las tías abuelas paternas, conocidas como “beatas Bonachea”, lo llevan a vivir al espacioso hogar que poseen en la calle “El Carmen”. Bajo la protección de estas realizó sus primeros estudios, para los cuales contó con dos excelentes educadores de la época, Nicolaza Pedraza Bonachea y Miguel Gerónimo Gutiérrez.
El padre volvió a casarse y de esa unión, este, se emparentó con Ramón Pinto, un catalán rebelde que lo ganó para las conspiraciones, que en esos días se gestaban. Descubierta la ultima de estas, en 1854, Juan Camilo fue apresado y deportado a Cádiz, donde murió, en 1876, sin volver a ver nunca más a su hijo y a la patria forzosamente abandonada.
Se deslizó así, de traumática manera la niñez de Ramón Leocadio, para crecer entre maestros con ideas avanzadas y el ambiente convulso de un período de complots y ejecuciones. Partió a Puerto Príncipe, en 1865, a practicar en el bufete de Manuel Antonio Palacio, abogado amigo de la familia, allí pronto se identificó con la gloriosa generación de patriotas camagüeyanos.
Al analizar la materia, se descubre a José Ramón Leocadio Bonachea Hernández, quien además de tener una cabal actitud, ante un cuestionado hecho nacional, hoy es hábilmente ignorado. Se pretende con este modus operandis, intentar restarle meritos al cubano que más tiempo estuvo en armas durante la guerra de independencia, de1868, conocida también como, de los Diez Años.
Nació, en el seno de una familia de clase media acomodada, un 9 de diciembre de 1845, formada por Gertrudis Hernández Godines y Juan Camilo Bonachea. Vivió en una amplia casa de la calle “Buenviaje” y fue un niño bautizado en la Iglesia Mayor de esta ciudad, por lo tanto, engroso las filas de la incondicional casta de “Pilongos”.
Muere la madre, cuando contaba el crío dos años, las tías abuelas paternas, conocidas como “beatas Bonachea”, lo llevan a vivir al espacioso hogar que poseen en la calle “El Carmen”. Bajo la protección de estas realizó sus primeros estudios, para los cuales contó con dos excelentes educadores de la época, Nicolaza Pedraza Bonachea y Miguel Gerónimo Gutiérrez.
El padre volvió a casarse y de esa unión, este, se emparentó con Ramón Pinto, un catalán rebelde que lo ganó para las conspiraciones, que en esos días se gestaban. Descubierta la ultima de estas, en 1854, Juan Camilo fue apresado y deportado a Cádiz, donde murió, en 1876, sin volver a ver nunca más a su hijo y a la patria forzosamente abandonada.
Se deslizó así, de traumática manera la niñez de Ramón Leocadio, para crecer entre maestros con ideas avanzadas y el ambiente convulso de un período de complots y ejecuciones. Partió a Puerto Príncipe, en 1865, a practicar en el bufete de Manuel Antonio Palacio, abogado amigo de la familia, allí pronto se identificó con la gloriosa generación de patriotas camagüeyanos.
Conoció a directivos de la Logia “Tínima”, que aspiraban a la independencia de la Patria, como fueron Salvador Cisneros Betancourt, Ignacio Agramonte, Napoleón y Augusto Arango. Luego tomo parte en las reuniones de la Junta Revolucionaria Camagüeyana, hasta la incorporación al Ejercito Libertador, desde los inicios de la gesta de 1868.
Sus actividades militares más significativas, las desarrollo entre los pueblos Morón y Ciego de Ávila, además de la parte oriental de la provincia Las Villas. Importantes combates sostuvo en ese territorio, que le hicieron ganar prestigio al frente de la tropa, así de igual se mostró cuando, el 4 de noviembre de 1868, a las órdenes de Augusto Arango, asaltaron el cuartel de Guaímaro.
Tras el asalto y reorganizarse las tropas, fue designado teniente de las fuerzas cubanas y participó en el ataque a Puerto Príncipe, dirigido por el Mayor Ignacio Agramonte. Después de la muerte de este, se puso a las órdenes de Máximo Gómez, para llevar la guerra a occidente, al fracasar esta, volvió a Camagüey y peleó en “El Naranjo”, “Chambas”, “Jatibonico” y “Marroquín”.
Para 1875, contrae nupcias con Victoria Sarduy, madre de sus cuatro hijos, tres años más tarde es Coronel del Ejercito Libertador. Al producirse el vergonzoso Pacto del Zanjón, el 10 de febrero de 1878 y dar por concluida la guerra, este valiente santaclareño no entregó las armas, ni lo firmó, continuó su lucha por Remedios, Sancti Spíritus, Trinidad, Ciego de Ávila y Morón.
Dejó claro su inconformidad con la paz sin libertad conseguida en el Zanjón y a pesar de la enérgica protesta de “Baraguá”, realizada por el general Antonio Maceo, el 15 de marzo de 1878, Bonachea prosiguió. No aceptó más paz que ver a su patria libre de la ignominia española, por eso fue, junto a un centenar de cubanos, el único oficial que no capituló.
Se mantuvo en pie de guerra, hasta el 15 de abril de 1879, al razonar la dificultad de continuar las hostilidades contra España. Este hecho, muy poco divulgado hoy, es conocido como “Protesta del Jarao”, pues este día y lugar firmó la referida acta, en la estación ferroviaria de Jarao, en Hornos de Cal, localidad situada a unos 20 kilómetros al suroeste de Sancti Spíritus.
Partió a Jamaica, donde se mantuvo activo a favor de la independencia de Cuba, reclutó hombres y preparó una expedición. Esta fue desaprobada por Antonio Maceo y José Martí, quienes consideraban, que las posibilidades de éxito eran nulas, aun así, las ansias de libertad para su tierra, le hicieron partir junto a otros cubanos desde la isla vecina, el 29 de noviembre de 1884.
El 2 de diciembre, tras desembarcar por playa “Las Coloradas”, es abordada la embarcación “El Remolcador” y apresados los 15 tripulantes. Cinco fueron condenados a muerte, Bonachea entre ellos, quien fuera fusilado, el 7 de marzo de 1885, en el castillo “El Morro” de Santiago de Cuba, de este funesto modo cercenaron, aquella mañana, los fusiles del oprobio al patriota indomable.
Contaba al morir solo 39 años, querido y respetado por su valor, fue el último gran guerrero de aquella contienda, además hizo que la misma luciera hoy el apelativo “de los Diez Años”. Cualquier lector que sepa sumar, verá que esta hubiese durado, nueve años y cuatro meses, hasta el Pacto del Zanjón ó nueve años con siete meses al abandonarla el General Antonio Maceo.
Sin acusar de injusta a la historia, solo debe primar el deseo de contribuir a conocerla mejor. Los tiempos que corren y quienes cuentan los hechos, pretenden reducir a patriotas como aquel, portador de la más pura estirpe irreverente villareña y guía, que practicó el ideal martiano: “La muerte no es verdad… cuando se ha cumplido bien la obra de la vida”.
Felicitaciones a Perez del Sol por su detallado articulo sobre mi bisabuelo, el Gen. Ramon Leocadio Nonachea. Tanto el Titan, como el Apostol, trataron de convencerlo de que no habia llegado la hora para la expedicion que le costo la vida. Pude conocer a mi bisabuela Victoria Sarduy--que muchas lecciones de Historia me dio--y a mi abuelo, el unico varon de los 4 que alcanzo el grado de Cap. de Artilleria bajoel Gen. Calixto Garcia, y lucho junto al hijo del Apostol. Expreso mi agradecimiento porque el autor ofrece datos exactos.
ResponderEliminarRamon Leocadio Bonachea IV.
Gracias, Sr. Perez Del Sol, por este fascinante articulo sobre mi bisabuelo, General Ramon Leocadio Bonachea. Hace mas de 55 anos que vivo en Nueva York y nunca supe que habia un monumento en Santa Clara.
ResponderEliminarMi padre era hijo de la hija mayor del General Bonachea, America Ana Bonachea Sarduy y del General Sabas Raimundo Sanchez Valdivia, hermano del General Serafin Sanchez Valdivia.
Charles E. Sanchez, New York