jueves, 17 de diciembre de 2009

LEYENDA SANTACLAREÑA ¿MITO O REALIDAD? Feliberto Pérez Del Sol.

Sakenaf, Santa Clara, Villa Clara, 3 de diciembre del 2009 (FDC). Existen numerosas formas para conseguir que no desaparezcan las memorias culturales de los pueblos. Estas últimas, pueden mantenerse vivas gracias al continuo convivir con ellas, a una publicidad donde se les recuerden ó a la difusión de las mismas, por la vía oral.

Desde tiempos inmemoriales, el modo más tradicional de conservar cualquier hecho, sea éste de carácter histórico, religioso o tan común como un simple nacimiento, fue la narración. Para ello, sólo era necesario, que alguien contara una historia de lo ocurrido y además existiese otro interesado en prestarle atención.

De esta manera llegaron hasta nuestros días, viejos relatos con sucesos acaecidos en parajes tan distantes, donde ni siquiera se conocía la palabra escrita. Se conservaron así, desde infinidades de descoloridas leyendas pertenecientes a otras épocas, hasta tradiciones que mostraron como vivían y cuales eran los gustos favoritos de antaño.

Para beneplácito de los santaclareños una de aquellas fábulas, la existencia de un güije, en una posa del río “Cubanicay”, se publicó el 21 de marzo de 1894. El semanario “El Mosaico” fue el encargado de difundir el sensacional suceso, al decir entre otras cosas: “…lo vio un soldado del regimiento de Alfonso XIII, quien se desmayó…”.

Investigadores de esta ciudad, demostraron que existió un dibujo, igualmente impreso del mencionado espectro. Esta vez en el número, del 22 de abril del propio año, el referido boletín lo mostró como un híbrido entre humanoide y ave, con el físico del primero, así como por la cabeza y alas del segundo, además, cola y pelaje lo emparentaban con los simios.

Llamó la atención a los lugareños de la villa, que esta especie de duende descrito en la pintura no concordara con los rasgos físicos normales en ellos. Pues para estos hombres de campo, hartos de oír sobre apariciones, en las anteriores visiones de este singular fantasma, el mismo se mostraba con la típica forma de un negrito ó indio de pequeña estatura.

Para esas fechas, Cuba era aún propiedad española, pero ya coexistían símbolos de cubania, por eso hoy, algunos entendidos consideran la imagen como una creación atractiva. Así, lo concibieron como algo con que identificarse, cual ángel, por su confianza, ave al observarle los alones extendidos y similar a un filósofo, o sea una figura a la que no abominar.

Tal vez, este mito carezca actualmente de seguidores, así mismo, puede que cuente con un considerable número de simpatizantes. Lo realmente ocurrido es que aquella historia nunca fue del todo ignorada, al contrario, contribuyó a enriquecer mucho más, las ya fantásticas páginas del folclor nacional y sobretodo lugareñeras.

Resulta potencialmente verdadero, en los tiempos que corren, ver ó escuchar hablar a alguien sobre la rareza antes mencionada. A no ser una persona de edad bastante avanzada, que no haya sido influenciada por la doctrina materialista ó algún resistido a conservar mitologías con las cuales se sienta plenamente identificado, a pesar de la máxima: “ver para creer”.

Estos idealistas afirman, que a veces se da una mezcla de hechos verdaderos con otros puramente falsos, pero siempre parten de situaciones verídicas. De hecho plantean que leyenda es para ellos, una narración tradicional ó colección de tradiciones relacionadas entre si, de hechos imaginarios, pero considerados reales.

Y concluyen, si la leyenda se situó en un lugar con una época específica y partieron de hechos aparentemente reales, aunque estén realzados, ¿por qué no aceptarlos? O habrá de negársele a cretenses, celtas o escandinavos, el mítico Minos, la hermosa heroína Deirdre o el monstruo marino Kraken, solo por ser hasta ahora científicamente improbables.

En fin, a modo de sinopsis y sin ánimos de exaltar en apasionados debates, respecto a la probable objetividad del tema, algo debe quedar claro. Las remembranzas de los pueblos, es menester obligado de quienes deseen conservarlas, aunque para ello deban hacer la triple función de practicarlas, publicarlas y el más cómodo de los casos……contarlas.

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