La Ceiba, Camajuaní, Villa Clara, 26 de octubre del 2009 (FDC). Ramón el hijo de Mongo Oliva leyó la carta abierta del actor Armando Tomey y como todo buen cubano se preguntó: ¿Será apócrifa o el artista tomó su computadora y escribió algunas realidades de su gremio? Como todo sector en Cuba tiene infinidad de problemas y vale la pena detenerse en dos tópicos del publicitado documento.
En la misiva de Tomey se advierte una contraposición, entre lo que denomina “socialismo de viejo tipo” como el cubano y el “de nuevo tipo” o del “Siglo XXI”, como el que con sus matices y diferencias han rebautizado, Hugo Chávez, Rafael Correa y Evo Morales. Quienes pretenden construirlo en sus respectivos países, este es un tema polémico, digno de debate.
En primer lugar, por las connotaciones que tienen en Cuba y una corriente de pensamiento que comienza articularse entre funcionarios “travestí”, con aspiraciones reformistas en el seno de sus hogares. Sobretodo entre los cooperantes internacionalistas, que han viajado a las experiencias del “socialismo de nuevo tipo”, se escuchan murmullos: “si aquí fuera como allá”.
Hacen alusión, a los mercados que se ven en esas sociedades, donde hay artículos de consumo de todo tipo y precios moderados muy diferentes a la red de tiendas en pesos convertibles antillanas. Manifiestan que en esos lugares existe la propiedad privada y la libertad de expresión, aunque coexisten grandes desigualdades, pero los ciudadanos son libres.
Esta vertiente ideológica añora cambios en el país, pero los circunscriben a un modelo que no renuncie a ciertos “logros del socialismo de viejo tipo”. No se sabe como nombrarlo a estas alturas, pero pone énfasis en una apertura económica y desdeña otras libertades, como si unas no tuvieran relación estrecha con las otras.
El modelo cubano de gobierno es estalinista, hijo legítimo del viejo bolchevismo, nacido y potenciado en el apogeo de la Guerra Fría, con el santo y seña de su progenitor. O sea basarse en su carisma y poder, una formula muy difícil de aplicar en pleno siglo XXI. Por supuesto las nuevas formulas socialistas aparentan ser mucho menos dañinas y crueles.
Socialismo de viejo tipo o de nuevo rostro es la máscara de ciertas izquierdas irresponsables, que en el marco de las problemáticas democracias latinoamericanas alzan sus voces desentonadas, para ofertar un menú de políticas erróneas a los problemas de la región. Son las nuevas formas que adopta el fantasma del comunismo…. que un día recorrió Europa.
La sociedad cubana de manera explícita e implícita ansia transformaciones. Cualquier país donde el ciudadano tenga alguna autonomía y el estado no se comporte, como ese ogro, al decir de Octavio Paz, consigue parecerle no el paraíso, porque ya se lo vendieron, pero para el cubano que todavía lo padece, puede ser al menos un paso de avance.
Como bien manifiesta Ramón “El cubanólogo de La Ceiba”, los cubanos no se deben conformar con esto, el horizonte siempre es mucho más que una tienda con artículos de consumo. Aunque se necesita de ellos para poder vivir y no sobrevivir como hasta ahora. Una vez cayeron en las garras de la utopía, no escuchen sus nuevos cantos, repetir el error sería imperdonable.
Armando Tomey, usted está en el derecho de ser o no ser disidente, pero estos al igual que usted no creen en dogmas políticos o religiosos, tienen ideas y creencias que defienden. Aunque tal vez usted no lo perciba, precisamente por las brechas que opositores pacíficos han abierto al sistema, es que ha podido decir lo que piensa y todavía no está en “Villa Maristas”.
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