Ranchuelo, Villa Clara, 26 de noviembre del 2009 (FDC). Las proteínas son compuestos orgánicos constituidos por aminoácidos, que intervienen en funciones vitales del organismo, como el metabolismo, la contracción muscular o la respuesta inmunológica. Un producto restringido para los cubanos de a pie, desde hace 50 años, a pesar de constituir el componente principal de las células.
Los seres humanos necesitan incluir en su dieta diaria a ocho aminoácidos fundamentales, para mantenerse sanos. Son ellos: la leucina, isoleucina, lisina, metionina, fenilalanina, treonina, triptófano y valina, quienes se encuentran localizados en las semillas vegetales.
Como las plantas suelen ser pobres en lisina y triptófano. Los especialistas en nutrición, aconsejan que las personas de uno y otro sexo, así como los chicos complementen la dieta con proteínas, que se hallan presentes en las carnes, huevos y leche, productos que contienen todos los aminoácidos.
Si bien, el término proteína, que se deriva del griego proteios, significa primero, para los criollos consumir un pedazo de carne, un vaso de leche o unos granos resulta en extremo difícil. El gobierno provee a la ciudadanía, media libra de picadillo de res con soya, per cápita, cada 30 días. Además de 8 onzas de mortadella, seis de pescado o pollo y diez de granos en igual período.
Solo a los abuelos se les concedió una dieta, desde los primeros años del triunfo de la Revolución Castrista, aun tienen el privilegio de recibir una libra de carne de res mensualmente. Igual sucede con los habitantes que padecen trastornos incurables e infantes que no han arribado a los siete años de edad.
A los chicos hasta los siete años de edad reciben una bolsa con un litro de leche diariamente. La misma cantidad de yogurt es suministrada hasta los catorce años, durante días alternos. Mientras los huevos son abastecidos a la población, a razón de diez unidades persona mensualmente. A los más pequeños se les priva el consumo de mortadella, picadillo, pescado y pollo.
Está a merced de la suerte adquirir proteínas provenientes de las plantas, ya que en la generalidad de las ocasiones al frecuentar los mercados, estos están desabastecidos de granos. Gracias a la ilícita y perseguida “Bolsa negra”, la población ingiere algunos frijoles negros, colorados y blancos. Pero ello no ocurre en todas las épocas del año.
En días pasados, se escuchó un murmullo en la intercepción de las calles Coronel Acebo y Jerónimo Caballero de este poblado. Eran decenas de personas que se disputaban los primeros puestos en la cola de la carnicería “El Caney”, para comprar picadillo de res con soya racionado y ternillas de ganado vacuno.
A las tres de la tarde, arribó el camión que portaba los mencionados productos. Personas sudorosas que esperaban en la cola, se acercaron al vehículo y cooperaron en la descarga de los cárnicos. El intenso olor de las mercancías atrajo la presencia de caninos, cuya delgadez y fetidez, también contribuyó a los comentarios de los asistentes.
El expendio dio inició en medio del empuja-empuja de los presentes. Momento benéfico que aprovecharon los dependientes, para manipular las balanzas a su favor. Las féminas envueltas dentro del humo de los cigarrillos que exhalaban los hombres, pronunciaron obscenidades y los primeros compradores se marcharon apresurados hacia sus hogares, por largo tiempo discurrido.
Se escondían los últimos rayos del Astro Rey, cuando de pronto en medio del tumulto un señor de tez blanca y más de 60 años, que peinaba canas, gritó: “No es fácil, tantas horas de espera, controversias con la gente, olor a “rayo encendido” y la compra que llevas a casa, no es más que picadillo de pellejo y ternillas sin carne”.
Los seres humanos necesitan incluir en su dieta diaria a ocho aminoácidos fundamentales, para mantenerse sanos. Son ellos: la leucina, isoleucina, lisina, metionina, fenilalanina, treonina, triptófano y valina, quienes se encuentran localizados en las semillas vegetales.
Como las plantas suelen ser pobres en lisina y triptófano. Los especialistas en nutrición, aconsejan que las personas de uno y otro sexo, así como los chicos complementen la dieta con proteínas, que se hallan presentes en las carnes, huevos y leche, productos que contienen todos los aminoácidos.
Si bien, el término proteína, que se deriva del griego proteios, significa primero, para los criollos consumir un pedazo de carne, un vaso de leche o unos granos resulta en extremo difícil. El gobierno provee a la ciudadanía, media libra de picadillo de res con soya, per cápita, cada 30 días. Además de 8 onzas de mortadella, seis de pescado o pollo y diez de granos en igual período.
Solo a los abuelos se les concedió una dieta, desde los primeros años del triunfo de la Revolución Castrista, aun tienen el privilegio de recibir una libra de carne de res mensualmente. Igual sucede con los habitantes que padecen trastornos incurables e infantes que no han arribado a los siete años de edad.
A los chicos hasta los siete años de edad reciben una bolsa con un litro de leche diariamente. La misma cantidad de yogurt es suministrada hasta los catorce años, durante días alternos. Mientras los huevos son abastecidos a la población, a razón de diez unidades persona mensualmente. A los más pequeños se les priva el consumo de mortadella, picadillo, pescado y pollo.
Está a merced de la suerte adquirir proteínas provenientes de las plantas, ya que en la generalidad de las ocasiones al frecuentar los mercados, estos están desabastecidos de granos. Gracias a la ilícita y perseguida “Bolsa negra”, la población ingiere algunos frijoles negros, colorados y blancos. Pero ello no ocurre en todas las épocas del año.
En días pasados, se escuchó un murmullo en la intercepción de las calles Coronel Acebo y Jerónimo Caballero de este poblado. Eran decenas de personas que se disputaban los primeros puestos en la cola de la carnicería “El Caney”, para comprar picadillo de res con soya racionado y ternillas de ganado vacuno.
A las tres de la tarde, arribó el camión que portaba los mencionados productos. Personas sudorosas que esperaban en la cola, se acercaron al vehículo y cooperaron en la descarga de los cárnicos. El intenso olor de las mercancías atrajo la presencia de caninos, cuya delgadez y fetidez, también contribuyó a los comentarios de los asistentes.
El expendio dio inició en medio del empuja-empuja de los presentes. Momento benéfico que aprovecharon los dependientes, para manipular las balanzas a su favor. Las féminas envueltas dentro del humo de los cigarrillos que exhalaban los hombres, pronunciaron obscenidades y los primeros compradores se marcharon apresurados hacia sus hogares, por largo tiempo discurrido.
Se escondían los últimos rayos del Astro Rey, cuando de pronto en medio del tumulto un señor de tez blanca y más de 60 años, que peinaba canas, gritó: “No es fácil, tantas horas de espera, controversias con la gente, olor a “rayo encendido” y la compra que llevas a casa, no es más que picadillo de pellejo y ternillas sin carne”.
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